Capítulo 16: Kiko

22 6 0
                                    

-¡Vuelve pronto, Kiko! -La joven le hizo un gesto con la mano a su madre mientras corría colina abajo, en dirección al pozo. Era un pozo viejo que apenas llevaba agua, pero ahora estaba lleno después de que pasara la lluvia. Ella vivía lejos del río y no quería perder el tiempo. Estaba en medio del bosque de Inuyasha, un lugar peligroso al que estaba acostumbrada ya que había tenido que atravesarlo para llegar al río muchas veces antes. Tenía un arco y una flecha, cada flecha bendecida por la anciana Kaede que vivía a unos kilómetros de distancia. Si había algún demonio que la quisiera, primero probaría un poco de sus flechas.


-¡Kiko! -Se detuvo al ver a su amiga Sota. Sonrió y saludó con la mano.

-¡¿Adónde vas?! -gritó mientras corría colina abajo para saludarla. Kiko sonrió ampliamente. Sota era un bebé llorón y sabía que el bosque lo asustaría. Siempre era divertido verlo llorar y orinarse encima.

-El bosque de Inuyasha, el pozo está lleno esta temporada -le dijo mientras él se detenía frente a ella. Sota frunció el ceño, con una mirada insegura.

-Pero ese lugar es peligroso -le dijo mientras Kiko se reía de él.

"¡Gato asustadizo!" Se rió y Sota parecía estar a punto de llorar.

-¡No, no lo soy! ¡Te echo una carrera! -gritó, corriendo hacia el bosque. Kiko lo siguió, sintiendo un escalofrío recorriendo su columna vertebral. Sacó su arco y una flecha, lista para cualquier cosa. No consiguió atravesar nada. Estaba todo tranquilo. Se detuvieron a unos metros del pozo, Sota jadeaba suavemente mientras miraba las piedras cubiertas de musgo. Kiko sacó una bolsa y caminó hacia el pozo. Sota la agarró del brazo, su agarre dolorosamente fuerte.

-Sota, me estás haciendo daño -siseó Kiko, sin apartar los ojos de Sota del pozo.

-Deberíamos regresar -susurró mientras Kiko liberaba su brazo.

-¡No! ¡Vuelve corriendo con tu mamá, Sota! -escupió, caminando hacia el pozo. Sota dio un paso atrás. Se sentía enfermo, un hedor que no podía reconocer le picaba las fosas nasales.

Se giró y echó a correr.

Kiko miró hacia su figura que se alejaba y puso los ojos en blanco.

-Qué llorona -gruñó, metiendo la bolsa en el agua para que se llenara. Su mano estaba sumergida por completo y Kiko intentó sacarla porque el agua estaba fría. Pero no pudo sacarla, porque Kiko entró en pánico. Agarró una flecha cuando alguien le atrajo y la clavó en el agua. La flecha brilló y su mano salió. Dejó caer la bolsa y dio un paso atrás.

"¡Toma esa de-!"

"Dame a mi bebé..." Kiko se estremeció ante la voz oscura que escuchó, el pozo brillando.

"Mi niño... ¡Dámelo!"

Kiko se dio la vuelta para correr, sacando las manos del agua y agarrándola. Ella gritó cuando fue arrastrada hacia el agua, bajo la superficie. Luchó, chapoteando en el agua, con la esperanza de llamar la atención de Sota. Subió a la superficie, agarrándose del borde.

"¡Mami!" La jalaron hacia abajo. El agua estaba quieta.

-Inuyasha...

Kiko salió del agua después de unos largos minutos, su forma se movía como si algo estuviera tratando de encajar en su piel. Escupió agua, una bola rosa brillante cayó al suelo. La recogió y la tragó de nuevo. Su forma volvió a la normalidad. Comenzó a caminar.

"Mi bebé..."

:::+:::

Inuyasha estaba irritado. Sin embargo, no sabía por qué, y cerró de golpe la puerta de su habitación detrás de él. Sesshomaru no estaba en la habitación, afortunadamente, estaba en su oficina haciendo recados. Inuyasha suspiró aliviado, tocándose el estómago con una mano. Supuso que estaba tan irritado por las cosas más pequeñas debido a las hormonas, pero incluso entonces, una persona que pasara por su lado lo hacía enojar. Todavía era muy temprano en el día, pero no quería salir de su habitación por nada a menos que se enojara nuevamente. Fue a su cama y se sentó.

ImposibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora