Capítulo 10: Semana dos

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"¡Imbécil!" Los gritos furiosos despertaron a los trabajadores somnolientos que iniciaban su rutina matutina. Todos siguieron trabajando, pero nadie fue a sus aposentos para preguntar si querían algo. Allí se estaba librando una guerra.


Inuyasha le arrojó un jarrón a la cabeza a Sesshomaru y gruñó de irritación cuando lo esquivó. Sin embargo, había una razón por la que actuaba de esa manera a pesar de haber mejorado sus habilidades de lanzamiento.

Sesshomaru había concertado una cita con su futura comadrona, pero ni siquiera le había dicho nada, por lo que no le quedó más remedio que verla en unos minutos. Estaba cansado de su estupidez.

-Inuyasha, sé sensato -le dijo Sesshomaru, esquivando un cubo que, afortunadamente, no estaba lleno de vómito. Inuyasha gruñó y le clavó las garras en la palma de la mano. Sesshomaru corrió rápidamente y le agarró la muñeca. Inuyasha usó la otra mano para abofetearlo.

-¡¿Crees que no puedo pensar por mí mismo, idiota?! ¿Crees que soy débil? -le gritó Inuyasha, y Sesshomaru le agarró la otra muñeca cuando intentó abofetearlo de nuevo.

-No dije eso -gruñó Sesshomaru mientras Inuyasha le escupía en la cara.

-¡Entonces deja de planear a mis espaldas! ¿Cómo diablos crees que me hace sentir eso? -le gritó Inuyasha, liberando sus muñecas. Sesshomaru se secó la cara con el dorso de la manga, levantó la vista y vio que Inuyasha se había acercado a la cama y se había sentado. Intentaba verlo desde su punto de vista, pero solo podía ver la lógica en ello y su enojo por no hacer lo que ya había planeado.

-Estás embarazado de mi cachorro -le recordó, mientras Inuyasha lo miraba con una mirada que podría haberlo quemado vivo. Le arrojó una almohada y Sesshomaru la atrapó.

-Eso no importa, joder. ¡Solo quiero tener voz y voto en mi vida! ¡No eres mi puto dueño, así que deja de tratarme como si fuera tu esclavo! -gritó Inuyasha, y Sesshomaru frunció el ceño cuando vio lágrimas en sus ojos. Inuyasha apartó la mirada y se metió debajo de las mantas para ocultar su repentina debilidad. Sesshomaru se acercó lentamente mientras su ira se desvanecía rápidamente, sabiendo que había cometido un grave error. Inuyasha no lloraba. Nunca lloraba cuando lo lastimaban lo suficiente como para morir o cuando perdía a alguien querido. El hecho de que lo hubiera hecho llorar ahora lo hacía sentir como una mierda.

-No eres mi esclavo, Inuyasha -le dijo, oyéndolo sollozar suavemente. Tocó con una mano el contorno de su cuerpo debajo de la manta, tirando de ella suavemente. Inuyasha lo apartó, acurrucándose.

-¡Vete! -gritó con la voz quebrada. Sesshomaru frunció el ceño y le arrancó las mantas de encima. Inuyasha se sentó enojado, con lágrimas cayendo por su rostro. Se puso de rodillas y golpeó el pecho de Sesshomaru. Lo empujó y Sesshomaru lo agarró de las muñecas. Inuyasha gritó y lo pateó. Sesshomaru lo inmovilizó contra la cama e Inuyasha forcejeó con un grito de ira.

-¡Quítate de encima! ¡No me toques, carajo! -gritó Inuyasha, mientras Sesshomaru tocaba su frente con la suya. Inuyasha sollozó, intentando soltarse. Pero estaba débil, su cuerpo estaba exhausto.

-¡Te odio! -Inuyasha jadeó al inhalar, sollozando violentamente.

-No eres mi esclavo, Inuyasha -le dijo Sesshomaru de nuevo, Inuyasha tomó aire rápidamente. Sollozó, Sesshomaru se sintió como un monstruo por haber reducido a su compañero a tal estado. Abrió los ojos y vio que Inuyasha tenía los ojos cerrados con fuerza, las lágrimas caían por sus sienes como cascadas.

-Eres mi compañero Inuyasha -le dijo, Inuyasha gimiendo suavemente mientras trataba de controlar sus lágrimas. Abrió los ojos cuando finalmente logró dejar de sollozar, apenas conteniéndose. Se sentía ridículo por llorar, pero no podía evitarlo, los ojos de Sesshomaru le hacían querer llorar de nuevo.

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