¿Quieres saber cómo estuvo la cita con el chico de Tinder? No digas nada, te contaré y haz tu propio juicio. En un principio estaba muy nerviosa, pues nunca había ido a una cita. Lo sé, es sorprendente. Seguro te preguntas la razón, te la diré; nunca fui invitada a una. ¿Qué esperabas? ¿Una gran historia? Lo siento, pero esa es la razón. Nunca fui invitada, debido al carácter de mierda que siempre he tenido. ¡Dios! ¡Lo que acabo de decir es una ridiculez! Olvídalo, olvídalo. Decir que tienen un "Carácter de mierda" es la frase favorita de las chicas de hoy en día. No quiero ser una del montón, te diré la verdad. Tengo cara de culo, si, por eso nunca fui invitada a una cita. Fin del comunicado. Prosigamos con la historia de la primera salida con el chico de Tinder.
Debido a que aún no entiendo bien la zona horaria de aquí, llegué antes que él al restaurante. La verdad es que era un sitio muy bonito y elegante, nunca estuve en un lugar así. Estaba lleno de luces, pero aun así la iluminación era tenue, el sonido de violín de fondo proporcionaba un halo de magia. Sé que estoy hablando como poeta, pero es que de verdad, desde el momento en que llegué, el ambiente tan ameno hizo que me relajara.
La mesa que reservó el chico de Tinder estaba en el balcón del restaurante, la vista era preciosa. Te juro que me sentí la protagonista de una película romántica. No, mejor aún, la protagonista de una de esas películas en que una chica pobre y desdichada, (yo) viaja a Europa y conoce a un hombre que en realidad es un príncipe, se enamoran perdidamente y viven felices para siempre, llenos de riqueza y lujo.
Fui muy feliz durante esos diez minutos de fantasía. Sin embargo, los nervios se apoderaron nuevamente de todo mi cuerpo. El chico de Tinder, (lo llamaremos Walter), durante nuestras conversaciones online, dijo iría vestido con un abrigo largo color nude. De espaldas a mí, se encontraba un hombre en extremo alto, llevaba un abrigo tal y como Walter había dicho. Se acercaba la hora de conocerlo y no podía estar más nerviosa. Pocos segundos después se volteó y empezó a caminar hacia donde yo estaba. De inmediato desvié la vista, pero rápidamente volví a mirar, quería estar segura de que lo que estaba viendo era real. ¡Aaaaahhhh! Grité, pero en mis adentros. Había leído de este tipo de situaciones en blogs femeninos y en paginas de chismes en redes sociales, no lo voy a negar, me divertía a más no poder con esas historias. "Pobres chicas, eso les sucede por estúpidas y necesitadas", decía mientras moría de la risa. Por alguna razón, en ese momento, mirando a Walter a los ojos mientras se dirigía hacia mí con una gran sonrisa, pensé que no existía ni una pizca de gracia en ello. Quise largarme del lugar, pero Walter ya se encontraba saludándome con efusión y besando mi mejilla. "Estoy muy contento de que hayas venido, te ves hermosa en persona", comento, yo solo asentí con una sonrisa falsa.
Walter aparentaba ser un hombre lindo y tierno, pero eso no hizo menos asqueroso el hecho de en persona se viera 20 años mayor que en sus fotos de Tinder. Bueno, no solo lucía, luego descubrí que en realidad tiene 52. No tengo nada en contra de los hombres mayores, de hecho me encantan, pero la mentira no la soporto. Claro, siempre y cuando venga de otros, porque yo miento seguido. A lo que iba, el hombre comenzó a interrogarme con preguntas sobre mi vida, en realidad parecía estar interesado en mis respuestas. Las preguntas que hizo fueron muy interesantes y dulces. "¿Cuál es tu posición favorita?" "¿Con cuantos hombres has estado?" "¿Quieres hacer un trío?"
¡Por Dios!, no me digas que te lo has creído. Está claro que esas no fueron sus preguntas. ¿Qué hay de interesante en un trío con dos europeos? ¡Nada! Sus preguntas eran más humanas, como si de verdad se preocupara por mi bienestar. "¿Cómo te has sentido en las últimas semanas? Cambiar de país y dejar todo atrás nunca es fácil. ¿Extrañas mucho a tu familia? Las fechas especiales son las más difíciles". Esas fueron solo algunas de las preguntas que hizo. Fue muy dulce y caballeroso conmigo. Sin embargo, en ese momento era incapaz de obviar el hecho de que mintió con su edad, puso fotos antiguas y retocadas de él en Tinder. Lo más extraño de todo es que ni siquiera lo mencionaba, quizás pensó que yo no notaba la diferencia.
Iba por mi tercera copa de vino cuando de la nada me preguntó si quería ir a su apartamento. No pude contenerme más. "¿Por qué diablos tienes fotos viejas en tu perfil? ¿Qué tan estúpida crees que soy? Si, lo noté desde el primer momento en que pisaste el restaurante". Todo eso pasaba por mi mente, mientras lo miraba perpleja. En realidad quería ir con él a su apartamento, no te lo había dicho, pero era en extremo sexy, pelo canoso, lentes... Sus manos tan atractivas y delicadas. A pesar de la atracción que sentí, debía aclarar lo de su edad antes de llevar nuestra "relación" a un punto más íntimo. Al parecer él pudo notar que estaba un poco incómoda, así que decidió aclarar todo."Tengo miedo de ser rechazado por mi edad. Las mujeres no quieren a un hombre que está en sus 50, al cual en pocos años tendrán que llevarlo de la mano a sus múltiples citas médicas".Dijo esas palabras mirándome a los ojos, mientras cubría mis manos con las suyas, eran tan suaves. Walter solo tenía miedo a ser rechazado. ¿Quién soy para juzgar sus acciones? "Sí, sí quiero ir a tu departamento". Le respondí de inmediato. No pienses nada malo. Sus palabras fueron sinceras y era necesario ir a su departamento. Necesitábamos un lugar más privado para hablar sobre sus traumas, esos temas son personales, no deben ser hablados en cualquier sitio... Me conoces mejor que nadie, no fui con expectativas a esa cita, pero apareció la vaga posibilidad de perder mi virginidad esa noche y no la pensaba desaprovechar. No todos los días se presenta la ocasión de estar con un hombre ya experimentado. ¿Qué hubieses hecho tú? Te lo coges, ¿verdad?
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El diario póstumo de Ágatha
RandomÁgatha murió debido a que tenía el corazón roto y dejó como prueba un diario en donde narra cómo es vivir cada día cuando tu corazón está hecho pedazos.