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Hasta el año pasado creí que cuando los ginecólogos decían que las duchas vaginales no deben realizarse, pues pueden causar infecciones, pensé que se referían a no echar agua directamente de la ducha al bañarnos. Pasé años echando agua en mi mano para lavar mi parte intima. Eso es estupido,¿verdad? Siento vergüenza de solo pensarlo. Lo peor es que eso no es lo más descabellado que he pensado o hecho. Cuando mi tío estaba en el hospital a punto de morir, todas las tardes entraba a mi habitación y con la espalda desnuda me golpeaba con un cinturón. Estaba segura de que si hacía eso Dios se iba a apiadar de él y le devolvería su salud. Lo sé, hacer eso fue algo ridículo. Ya te imaginarás, una niña semidesnuda, dándose latigazos, mientras reza y llora como magdalena. Una imagen un tanto perturbadora. Solo tenía 11 años, a esa edad uno no es muy listo, tampoco se posee sentido del ridículo.

Así que no debería sorprenderte lo que estoy a punto de contarte... Al final si eliminé al noruego. Sin embargo, lo empecé a extrañar con locura. No sé por qué si hablamos muy poco, supongo que esa sensación se debe a mi ya mencionada necesidad de afecto. También al hecho de que por alguna razón me convencí por completo de que aquel muchacho era el amor de mi vida, destinados a estar juntos, uno complementaría al otro. Dos acuarianos listos para conquistar el mundo. Esto solo muestra que la espiritualidad no es para todo el mundo y menos para gente que necesita terapia como yo.

A pesar de haber decidido sacarlo de mi vida, echaba tanto de menos al chico con el que hablé por menos de una semana, que como buena creyente en la espiritualidad, decidí pedirle una señal al universo. Eran las diez de la noche y le dije al universo que si en las siguientes 24 horas veía una pluma azul, eso iba a significar que debía volver a agregarlo y darle otra oportunidad. A la mañana siguiente salí a caminar y luego de ser casi mordida por una perra callejera, vi esa señal que le pedí al universo. No solo encontré una pluma azul, en la galería de una casa había dos pajaritos en una jaula y uno de ellos tenía un hermoso plumaje azul. Sin dudas esa era la señal que buscaba. Obviamente lo volví a agregar, pero para no perder la poca dignidad que aún tenía, decidí que no le iba a hablar a menos que él se comunicara primero conmigo. Por si te lo preguntas, aún no lo ha hecho, pero estoy segura de que lo hará. En internet no dejan de aparecer videos de tarotistas diciendo que me extraña y que volverá, debe ser otra señal del universo.

Ya, basta! No quiero seguir hablando de ese chico. Solo hace que sienta vergüenza de la forma en la que a veces actúo, también impotencia por ser incapaz de olvidarlo. Desearía creer que en realidad no estoy loca, que no necesito terapia y que de verdad este sentimiento de que estamos conectados, me extraña y que en algún punto de nuestras vidas estaremos juntos sea cierto y no solo un reflejo de las heridas de infancia. De verdad deseo que todo esto acabe. Perdón, estoy llorando por un chico con el que hablé por menos de una semana. Cambiemos de tema, hablemos de cosas felices.

No tuve tiempo de contártelo, pero ahora estoy en un avión hacia Viena, Austria. Es que conseguí una beca, terminaré allí mis estudios en música. El dinero mensual de la beca será suficiente para no tener que trabajar durante la estancia educativa. Eso ayudará a que pueda avanzar muy rápido dentro de la carrera, en realidad estudiar y trabajar al mismo tiempo es agotador, hace que te atrases mucho en los estudios. Por otro lado, extrañaré mucho a mis padres. Sin embargo, era hora, dejar el nido, volar lejos. Afortunadamente no sentiré tanto la lejanía del hogar, he traído conmigo a mis dos gatos, Magnus y Anya. Ellos me odian y yo los odio, pero ninguno puede vivir sin el otro, bueno, en realidad yo no puedo vivir sin ellos. Esos felinos han dejado claro incontables veces el desprecio que les provoco. Ya saben como soy, mendigar amor es lo que hago, por eso decidí traerlos.

¡Uf! Espera, un momento. Un chico guapísimo acaba de cambiarse de lugar y se ha sentado a mi lado. ¿Qué debería hacer? Le hablo? Parece estar muy estresado. Quizás si le digo algo logre relajarse. Mejor no, no estoy en condiciones de involucrarme en otra relación amorosa imaginaria. Sin embargo, este hombre puede ser mi llama gemela, esa persona con la que pacté en mi vida pasada para encontrarnos en esta y amarnos sin control. ¡No voy a perder esta oportunidad!

—Sabías que la posibilidad de morir en un accidente aéreo es de 1 en 1,3 millones? Nosotros podríamos estar a punto de ser ese uno.

¿Por qué? ¿Por qué tuve que decir eso? Ahora se va a asustar. Rápido, rápido, debo decir otra cosa que haga parecer que lo que dijiste con anterioridad fue solo una broma. Algo gracioso, nada exagerado, pero sincero.

—Soy virgen y ahora que me mudo a un país en donde nadie me conoce estoy dispuesta a explorar mi sexualidad. Quiero hacerlo en el baño del avión.

¡Bingo! Creo que he dicho las palabras correctas, se ha ido corriendo hacia el baño. Esperaré unos minutos e iré tras él. ¡No lo puedo creer! Luego de tantos años esperando para tener mi primera experiencia sexual, por fin se hará realidad. Pondré en práctica todo aquello que leí en las novelas eróticas. Hoy se sentirán fuertes turbulencias en este avión, que se prepare el piloto, porque tendrá que hacer un aterrizaje de emergencia.

El diario póstumo de ÁgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora