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Estoy muy emocionada por empezar las clases en la Universidad. Es imposible no pensar en todas las cosas interesantes que aprenderé. No puedo esperar para experimentar nuevas formas de sentir y vivir la música, eso va a ser algo muy... Creo que ya es hora de cambiar la marca de comida que le doy a los gatos, tenemos poco tiempo aquí y ya han empezado a engordar. Estar gordo no tiene que ser algo malo, pero para ellos es muy difícil cargar con tanto peso, no están cómodos con... tengo las uñas descuidadas, debo empezar a arreglarlas con... Quiero cortar mi pelo hasta la barbilla, estoy segura que un corte así se vería muy bien para... Extraño mucho a mis padres, creo que lo mejor sería regresar a casa. Si, regresar a casa, eso haré.

Lo siento, hoy estoy distraída, no quiero pensar o hablar de aquello que te conté la otra vez. Siempre que lo recuerdo me invade una profunda sensación de asco y no puedo evitar las ganas de vomitar. Al mismo tiempo duele, duele mucho. Rabia, la rabia y la impotencia consumen todo mi ser. ¿Qué debo hacer? Ya no quiero sentir eso, es como si estuviera al borde de un abismo cuyo fondo está lleno de rocas puntiagudas. No quiero saltar, pero a mi espalda hay serpientes de grandes colas listas para atacar. Te lo vuelvo a preguntar, ¿qué debo hacer? ¿Qué se hace cuando sin importar el camino que elijas saldrás herida?

Quisiera transformar en arte mi sentir, como si la herida ya hubiese dejado de sangrar, como si de verdad existiese arte en el dolor... como si hubiera tiempo de crear cuando una se está muriendo.

Para ser honesta las clases iniciaron hace tres días, pero no he tenido la fuerza de levantarme de la cama. Recordar todo aquello por lo que tuve que pasar no ha sido una buena experiencia. Se ha sentido como paradas en puertos sombríos, que ahora son habitados por fantasmas de recuerdos vividos, tatuados con dolor en la memoria.

A veces las personas nos olvidamos y no hablo sobre dejar de recordar un viejo compañero de escuela o vecino. Pienso en algo menos común, más fantasioso. Las personas que se olvidan de ellas mismas casi nunca se dan cuenta de que perdieron una parte de su historia, porque sustituyen su recuerdo con otro muy diferente al real, viven engañados toda la vida. Me atrevo a asegurar que si esa olvidada parte de ellos pasara frente a sus narices no serían capaces de reconocerla. Yo una vez me olvidé. Recordaba cosas que no eran verdad, por eso escribía antes y lo hago ahora. No lo hago para que otros me recuerden, pues eso no sirve de mucho, sino para que si un día vuelvo a olvidar quién era, las letras dibujen mi camino de regreso a casa.

Recuerdo haber lavado los pies de mi abuelo. Ella era...

Recuerdo esperar a las tres de la tarde para atrapar mariposas en el jardín. Su brillo se quedaba en mis dedos y sus alas perdían todo el color.

Recuerdo haber llorado a escondidas en el baño cuando mi gata murió. No quería que...

Recuerdo que dibujaba para poder calmar los nervios y la tristeza cuando mi abuelo...

Recuerdo mi primer encuentro con la muerte, los gritos...

Recuerdo mirar el cielo con la esperanza de ver estrellas fugaces.

Recuerdo que solía creer que las luciérnagas eran almas en pena.

El diario póstumo de ÁgathaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora