13. Un pacto de paz

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Estaba tan nerviosa esa mañana... Llevaba mi pequeño macuto para pasar las prácticas con mi nuevo traje en el.

En el grupo que todos teníamos en clase, la mayoría comentaban que se encontraban en el mismo estado que yo. Iida no hablaba casi, eso era raro, ya que nuestro delegado siempre procuraba que todo estuviese listo y perfecto para cualquier situación.

Me encontraba en el autobús camino a la agencia del gran número 4. Me sorprendió no coincidir con Bakugo en el transporte público, pero supuse que iría en el coche de sus padres y mi orgullo llegaba a tanto que no le pensaba pedir una plaza para ir con él. Aizawa quiso acompañarme, pero dado que era nuestro tutor, no quería fomentar un favoritismo que realmente el no tendría hacia mí, sobre todo por lo que mis compañeros pudiesen opinar al respecto.

Cuando llegué a la agencia, aluciné. Era enorme, muy moderna y muy elegante, justo en el centro de la ciudad. Las cristaleras de vidrio dejaban ver la acera por completo y tenía varios pisos de altura. Era un edificio muy lujoso, propio del mismísimo Best Jeanist.

Entré y me acerqué a un mostrador que parecía una recepción de hotel y un muchacho con no mucha más edad que yo y con una imagen impoluta, me dió las indicaciones de la planta donde debía cambiarme y ponerme mi traje de heroína y dónde debía esperar después a que llegase mi mentor.

Mis ojos no paraban de buscar a Bakugo, ya que por mucho que me desagradara, solo esperaba ver una cara reconocida.

Terminé de cambiarme y accedí a un gran salón dónde debía esperar. Bakugo no estaba por ninguna parte. Las vistas a la ciudad me llamaron la atención, así que me asomé al gran ventanal que había justo enfrente mía: La gente se veía diminuta, los coches parecían de juguete. Era un espectáculo. El cielo tan azul, tan cerca, casi podía tocarlo. Alguien carraspeó detrás de mí y me giré bruscamente.

-Best Jeanist.- Hice una pequeña reverencia mostrando cortesía y respeto.

- Ionik 4.- Dijo.- Un placer. Voy a entrar a mi despacho. Tu compañero está por llegar. No armen escándalo.

Qué frío. Por lo que la gente solía decir de él, pensaba que sería una persona más cercana.

Volví a girarme a mirar la ventana tras otro breve gesto de respeto. Justo en ese momento, Bakugo entró por la puerta. Notaba su mirada en la nuca y me giré. Sus ojos me recorrieron de arriba a abajo varias veces, cosa que me incomodó bastante. No decía nada, solo me mirada, con su expresión fija de desagrado, pero sin más. No hizo ningún ademán que mostrase su odio hacia mí como de costumbre, sólo tenía dibujada su cara de siempre. Yo también lo estuve analizando mientras el lo hacía conmigo.

Su físico estaba curtido. Sus brazos se veían fuertes gracias a su camiseta sin mangas y sus pantalones anchos le daban ese aspecto desaliñado que tanto lo caracterizaba. Nunca me había parado a analizar detalladamente su traje, y siendo sincera, me gustaba bastante. Llevaba unas botas altas negras, muy masculinas, por fuera de sus anchos pantalones, también negros, (a juego con su camiseta), que llevaba algo caídos. También llevaba rodilleras, plateadas, y sus guantes tenían forma de granada, verdes. En el pecho, dos bandas naranjas formaban una cruz y también llevaba un antifaz, como el mío, pero con los filos a juego con las bandas de su pecho. Su traje no podía definirlo más.

Empezó a dar pasos agigantados hasta llegar a mi posición y me empujó con la suficiente fuerza como para hacerme retroceder pero sin hacerme daño.

-¡¿Me puedes explicar qué te pasa?! ¡Se dice hola, estúpido maleducado!.- grité.

-¡Cada día te odio más, estúpida extra!¿Has copiado mi traje? ¡Eres patética!.- reprochó.

-¿Que te he copiado? Bakugo, ¿Desde cuando llevas escote?.- sus ojos viajaron a mi pecho y se puso colorado, como un tomate. No pude evitar reírme y el se giró bruscamente.

Perdida En Tí || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora