2. Tú

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Miku POV's

Me encontraba mareada. Desconcertada. A mi alrededor solo había estanterías de libros y una pequeña mesita de noche con agua, nada más. La luz entraba a través de un gran ventanal, cerrado, que me permitía ver con claridad el cielo y una pequeña terracita. Me levante de la cama; el cuerpo me ardía y los ojos me pesaban, como si necesitara más descanso, como si hubiera pasado horas llorando. Seguía sin reconocer el entorno. ¿Cómo llegué hasta allí?  No recuerdo nada.

Me levanté para indagar en mi habitáculo. Antes de decidir asomarme al balcón vi un pequeño marco: dos niños pequeños, ambos pelinegros y con la piel tan blanca como la porcelana; uno de ellos serio sin expresión alguna rodeaba los hombros de la pequeña que se parecía algo a él solo que con unos grandes ojos aguamarina. La niña lo miraba con admiración, como si pudiese comerse el mundo si el pequeño permanecía a su lado. Me sonaba esa foto... ¿Dónde la había visto antes? Solté el marco y decidí somarme al la pequeña terraza que gozaba esa habitación.

Con el cuerpo adolorido me apoyé en la pequeña baranda metálica mientras observaba pasar a la gente. Algo me llamó la atención, por el jaleo que estaba inundando mis oídos: un chico rubio que no paraba de gritar en lo que parecía ser el jardín de al lado. Parecía estar entenando al son de la palabra "muere" .

Mi cabeza estaba a punto de explotar y la ira iba desde los dedos de los pies hasta el último pelo de mi cabeza. ¿Quién se creía ese niño que era para estar armando semejante orquesta de voces sin tener consideración de los vecinos? Además su vocabulario era horrible. ¡Podrían escucharlo niños! Decidí decirle que se callase. Papá y mamá no me dejaban hablar en público pero esto no parecía la casa real así que nadie sabría qué yo era la heredera y no podía permitir el comportamiento desconsiderado de ese ciudadano.

-¡Tú!.- grité enfadada.- Cállate. Aquí la gente intenta descansar. Te pueden oír niños pequeños. ¿Es que no tienes educación? .- Mi mal humor hacía que mi sangre hirviera. El chico me miró con desdén.

- ¿Quién demonios te crees para mandarme callar estúpida?.- ladró el chico. - ¡Te haré volar en mil pedazos si intentas volver a decirme qué debo hacer!

- ¿Tú? ¿Sólo? .- Comencé a reír como una loca, realmente ese chico había conseguido aflorar mi mal genio. - ¡Necesito un ejército de maleducados como tú para divertirme un poco!

El chico gruñó y comenzó a acercarse lanzando explosiones hasta casi llegar a mi posición. En ese momento intenté lanzarle una vola de fuego pero ningún poder emanaba de mi cuerpo.

-¿Qué demonios...?

-Miku Fiore. Basta. Entra ahora. - me giré y vi a un hombre delgado, con el semblante inexpresivo pero a la vez desafiante, mirándome fijamente. - Yo no dejé que usaras tu don. No me hagas repetirlo.

- ¡No sois nadie para darme órdenes! ¡Ni tu ni el mocoso de los petardos!.- dije con desdén.

- ¿Mocoso petardos? ¡Te volaré la cara inútil niñata! .- El chico se dispuso a lanzarme lo que parecía que iba a ser otro de sus absurdos petardos pero derrepente cayó al suelo incapaz de hacer saltar las chispas con las que amenazaba. Una extraña cinta de textura pegajosa y fría como el metal me envolvió arrastrándome hacia el interior de la habitación donde había despertado unos minutos antes. La ventana se cerró y las cortinas se corrieron a manos de aquel misterioso hombre.

La curiosidad me invadía y me sentía desafiada. Era una sensación desagradable, teniendo en cuenta que ni estaba acostumbrada a que me llevaran la contraria ni a recibir órdenes tan directas de desconocidos. Miré de arriba a abajo una vez más al tipo. Me resultaba familiar. Pero no lograba recordar de qué o por qué. Ni siquiera comprendía por qué me encontraba allí y dónde estaba.

Perdida En Tí || BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora