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13. emma's pov
Hoy por fin volvería a Argentina, luego de un mes y medio fuera, el día de hoy me encontraba viajando junto al equipo de producción a Buenos Aires.
La última semana estuvo un poco extraña, Natasha no me volvió a responder los mensajes, y eso me parecía sumamente raro, ya que ella era del tipo de persona que te hablaba todo el día, enviaba fotos, pero no lo hizo, luego de ver mi último mensaje, no supe más de ella.
Intenté sacar información con Valen, pero el también estaba un poco extraño, por lo que estaba con un mal presentimiento, el cual quería creer que no era nada.
Con Nicki, durante la gira nos acercamos mucho, y podría decir que tenía una nueva amiga.
Volviendo a lo principal, me encontraba caminando con mi maleta, hacia la entrada del aeropuerto en donde Valen me estaría esperando.
Mentiría si decía que no estaba emocionada por verlo, lo que más quería era verle su carita y reventarle la boca a besos.
Muy intensa, si.
Luego de recorrer gran parte del aeropuerto, frente a mi, con unos pantalones anchos, y un buzo negro, se encontraba Valen esperándome con una gran sonrisa.
—¡Hola!— salte a abrazarlo, y puso sus manos en mi cintura, apretándome hacia su cuerpo.
Antes de que pueda pronunciar otra palabra, tomó mi rostro con una de sus manos, y me acercó a sus labios, dándome un beso.
Moví mis labios al compás de los del ojiazul, disfrutando del tacto que tanto había extrañado de él, disfrutando de él.
—Te extrañé una banda gorda— dejó un último pico en mis labios, y enterró su rostro en mi cuello, dejando un pequeño beso ahí— Ya no te vayas más.
—Yo igual te re extrañé— confesé y Valen me separo de su cuerpo, para mirarme a los ojos.
—Hermosa— dejó otro pico en mis labios, y se separó completamente de mi cuerpo, tomando mi maleta con una de sus manos, y entrelazando nuestros dedos con la otra— Vamo' a casa, que Gus está re loco por verte.
—Creo que lo voy a ver y voy a llorar— confesé y Valen soltó una carcajada, comenzando a caminar a la par mía.
—Ya me lo esperaba la verdad— me sonrió divertido y yo lo empuje suavemente.
Era verdad, cada vez que iba de gira o estaba mucho tiempo lejos de casa, y por cualquier razón del mundo, no podía llevar a Gus conmigo, el reencuentro con el felino se basaba en mis sollozos cada que lo veía, y el maullando para que lo dejara en paz.
