La Campana

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En su oficina vieja y polvorienta el director estaba pensativo con las manos en su frente observando unos llaveros con las mascotas de un famoso parque de diversiones y una tarjeta personalizada con el dibujo de un ladrón como lo retratan en las historietas.

-Veamos...- murmuro el director -¿Que debería hacer con estos? Quizás podría divertirme...

Salón 2°C.

-¿Cómo? ¿Qué sucede Diego?- pregunto Mateo al entrar al salón.

-Escuche que van a organizar algo- respondió el.

-¿Organizar algo?

-Patrocinado por el colegio IDEA Campus Zapopan: Cacería del Tesoro- recito leyendo un cartel pegado en frente del salón.

-¿¡Una competencia!?

LA CAMPANA

Mateo Villanueva encontró oro.

-¡Vaya! Hace mucho que no comía así- dijo viendo su plato en el comedor de su departamento; y empezó a comer ávidamente -Este nuevo arroz es tan delicioso como imagine que lo seria. No tendría ninguna queja si hubiera un poco de carne...

-No tienes derecho a quejarte- replico Elle.

Mateo sintió un apretón en su estómago de camino a la escuela -Supongo que el arroz se digiere muy rápido- él se percató de un pequeño llavero de un cerdito blanco con un moño tirado en el medio de la calle. Blanquicerdo, una de las mascotas de Farralandia; a propósito es muy popular con los niños, Mateo espero el alto y se acercó a recogerlo -¿Que no es Blanquicerdo una de...

Ya lo explique en la narración.

-Quien lo haya perdido probablemente lo está buscando, creo que mejor lo dejare aquí- y lo puso en el mismo lugar, al cruzar al otro lado vio una niña revisando su mochila. Era Sofía, la chica de secundaria que le dice hermano tonto; por cierto no son parientes, de hecho es hermana menor de Yuridia.

-No puedo encontrarlo, no puedo encontrarlo.

-Oh, hola Sofía, buenos días- saludo Mateo -¿Que estás haciendo aquí?

-¡Buenos días, hermano tonto!- respondió con una gran sonrisa -Estoy buscando algo que perdí.

-¿Perdiste algo?

-Perdí mi adorno de Blanquicerdo, es una edición limitada, ya no lo venden.

-¿Eso? Esta justo ahí.

Y al señalar el lugar el semáforo se puso en siga y los carros empezaron a cruzar presurosamente, Mateo y Sofía se asustaron.

-¡Dios! ¿¡Y ahora que!?

-¡Blanquicerdo!

-Sofía, cúbrete los ojos ¿Quieres ver algo de magia?

-...Está bien.

Al cubrirse los ojos, Mateo saco una de sus tarjetas y al susurro de <Lotería> estiro su brazo como si fuera de goma por arriba de los automóviles y justo antes de poder recoger a Blanquicerdo un auto rojo impacto en su mano.


-¿Mateo, estas bien?- pregunto Sofía al ver a Mateo tirado en la banqueta -¡Hermano tonto!

-Dios, estas malditas tarjetas...- se quejó Mateo.

-¿Cuál es tu problema?- pregunto el director asomándose por la ventanilla del automóvil rojo.

-Buenos días director.

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