Mentes Enfermas Que Se Entrelazan

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2 años después.

Yoo Jimin, estudiante de segundo año de la carrera de administración, caminaba por el campus universitario con seguridad y firmeza hacia su próximo salón. Era la última clase del cuatrimestre y luego vendrían los exámenes finales, estaba atareada a más no poder, pero era justo lo que le encantaba. Desde que ingresó a la universidad prefirió ocupar su cabeza tanto como sea posible para obtener su título rápido y poder hacerse cargo de la empresa familiar, para su suerte, descubrió que no le desagradaba tanto la administración y la económica, por lo cual podría decirse que sí, ahora tenía la vida resulta, pero no por eso se sentía menos vacía.

Había comenzado su medicación el mismo año de la muerte de Jongin, cuando sus padres la enviaron al psicólogo y posteriormente al psiquiatra debido a sus caídas de ánimo, tristeza extrema y demás síntomas. Su primer intento de suicidio fue al año siguiente, desde entonces Aeri tenía sus pastillas y era la encargada de darle la dosis que debía tomar y luego ponerlas fuera de su alcance. Ambas habían alquilado un departamento juntas cerca del campus, Karina no quería saber nada del departamento que sus padres guardaban para ella por lo que al poco tiempo lo vendieron, prometiendo comprarle uno mejor a su hija aunque sin entender demasiado por qué su resentimiento hacia aquel piso.

Desde entonces había mejorado notablemente. Ya no lloraba todas las noches, ya no se drogaba hasta no entender nada, ya no bebía en exceso. Podía decirse que era una persona normal, sana y funcional, sin embargo no había sacado de su mente a la maldita pelicorta.
Cada noche soñaba con ella, con sus besos, sus caricias, sus dulces susurros diciendo aquellas últimas palabras que mencionó antes de marcharse. Al despertar lo hacía sudando y con lágrimas en los ojos, pero rápidamente se lavaba el rostro negándose a derramar más lágrimas por esa imbécil descorazonada. Sí, la odiaba, o eso intentaba. Aunque muchas veces se encontraba a sí misma preocupada al pensar en si estaría bien o si... Habría muerto. La sola idea le erizaba la piel así que la alejaba rápido de su mente.

—Buenos días, alumnos —saludó la profesora Kim Taeyeon—. Buenos días, Karina.

Susurró más bajo al pasar por su banco, que estaba cerca de su escritorio. La pelinegra le sonrió con complicidad. Aquella mujer había mostrado genuino interés por ella, más de una vez la había invitado a cenar, o a ir a su casa. Incluso luego de una clase en un momento que Karina se quedó a preguntarle algo que no había entendido la mujer se había tomado el atrevimiento de acariciar su muslo de forma sugerente, haciéndola temblar y desear poder lanzarse sobre ella. Pero siempre ocurría lo mismo, la imagen de Minjeong volvía y sus manos se ataban, no era capaz de tocar a nadie sin pensar en ella.

La clase comenzó como siempre y se desarrolló positivamente. Taeyeon siempre que podía miraba a Karina y ésta se sonrojaba un poco, pues la atención que le prestaba al escote de su vestido era demasiado notoria y la ponía algo caliente, siempre le gustó sentirse deseada.
El reloj marcó las doce y todos comenzaron a guardar sus cosas, hablando distraídamente sobre qué iban a almorzar o las clases que tenían a continuación.

—Señorita Yoo, ¿Podría quedarse un momento? —la petición le envió una corriente eléctrica a su espina dorsal.

Todos salieron mientras Karina se quedaba de pié junto al escritorio, una vez el salón estuvo vacío y la puerta arrimada Taeyeon dió el primer paso hacia ella.

—Eres insistente.

—Solo cuando alguien me interesa realmente. Y tú... Me pones demasiado caliente resistiendote a mí cuando en verdad también me deseas. —Las manos de la profesora aterrizaron en la cintura de Jimin, haciéndola jadear.

—N-No está bien esto. —Intentaba convencerse a sí misma cuando claramente ella también lo deseaba.

—Oh vamos, Jimin. No te estoy pidiendo nada, solo déjame tocarte, sin compromiso, sin presión. Déjame quitarte todo ese estrés que veo en tus ojos.

I'm The Drama [𝐖𝐈𝐍𝐑𝐈𝐍𝐀]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora