Mehmet miró a su hermana y esbozó una sonrisa suave.
—Seguramente estaban discutiendo. Si se hablan, es solo para pelear —comentó, recostando su codo sobre la rodilla.
—No, esta vez no. Lucían... cariñosos. Se estaban besando —afirmó su hermana con seguridad, mientras él la miraba incrédulo, enderezándose de inmediato en su asiento.
—¿Estás segura de que viste eso?
**Con Hurrem:**
Estar junto a Ibrahim llenaba mi vida de un brillo inesperado, una alegría que contrastaba con la atmósfera sombría de este palacio. Nuestras citas nocturnas se habían vuelto habituales, un refugio donde nos perdíamos el uno en el otro, imaginando una vida fuera de estos muros. Hace unos días, mientras estaba con él, juré que vi a alguien observándonos, pero decidí que solo era mi imaginación. Esta noche, volvimos a encontrarnos en nuestro rincón del patio, donde el peligro parecía más lejano.
—Te extrañaba tanto, amado mío —murmuré, tomando su rostro entre mis manos y acariciándolo con fervor. Él cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, pero de repente, se apartó con una sacudida, volteando la cabeza bruscamente hacia atrás. Luego, volvió a mirarme, pero esta vez con cautela.
—Cada vez es más peligroso vernos —susurró Ibrahim, su voz baja pero cargada de preocupación—. Siento que alguien nos está observando.
Sus palabras resonaron en el aire entre nosotros. Sabía que no quería preocuparme, pero la tensión creciente era innegable. Verlo se había vuelto complicado, cada encuentro parecía más arriesgado, y el miedo a ser descubiertos comenzaba a ensombrecer los momentos que antes compartíamos con tanta libertad.
—seguro son solo animales
Le dije tratando de calmarlo
—quizas..
Hablo el pero no con seguridad
—Tranquilo, solo estamos aquí para vernos —le hablé con suavidad, buscando su atención.
—No quiero que te pase nada —sus ojos, llenos de una preocupación genuina, me hicieron dudar. Aunque lo negara, alguien podía vernos, y con cada día que pasaba, el riesgo aumentaba.
—Sé que si el sultán se entera... será un desastre —dije, dejándome caer en la hierba, sintiendo la frescura del suelo bajo mis manos.
—Mi hermosa sultana... —susurró, mientras sus dedos rozaban mis labios. Alcé la vista, y por un instante, nuestros ojos se encontraron. Luego apartó sus manos y me besó, con la misma delicadeza de siempre. Pero esta vez, algo en mí respondió con una pasión desbordante, un deseo que no podía contener.
Bajo las matas y arbustos Miriam observaba incredula aquella escena , siempre supo de la rivalidad de ellos dos pero jamás supo que esto iba a pasar entre ellos se sentia traicionada como nunca antes su madre le mintió y se sentia mal quizás por el hecho de que jamas le conto todo aquello se marcho a paso fuerte mientras pensaba en las mil cosas o acciones de como enfrentar a su madre , traicionó a su papá y lo peor de todo es que jamas la vio venir de ella
—Quiero estar contigo —dijo Hurrem, mirando a su amante con una mezcla de anhelo y convicción.
—¿No lo estamos ya? —respondió Ibrahim, esbozando una sonrisa mientras la miraba divertido.
Hurrem lo observó con una expresión traviesa, y él soltó una risa ligera.
—Lo sé, pero me refiero a algo más... estar realmente juntos. Quizás vivir una vida normal, lejos de todo esto. Si te hubiera conocido antes, me habría enamorado de ti igualmente, pero de una manera diferente.
—Ya nos conocíamos —dijo Ibrahim con una sonrisa nostálgica—, pero debo admitir que te odiaba. Y ahora veo que fue por razones absurdas.
Asintió, aprobando sus propias palabras mientras la observaba con ojos sinceros.
—Si te hubiera conocido fuera de este palacio... —continuó Hurrem, perdiendo la mirada en el cielo nocturno—, ahora estaría junto a ti, en una casa sencilla, en alguna parte remota de nuestras tierras.
Suspiró, como si ese pensamiento pudiera arrancarle de la realidad por un breve momento.
—Daría lo que fuera por tener esa vida —murmuró Ibrahim, y en sus palabras se adivinaba una tristeza latente.
Hurrem notó el cambio en su tono, y sus ojos se suavizaron.
—Desde que llegué aquí, me he sentido como un esclavo y lo soy... siempre bajo la sombra de la realeza —añadió él, mirando a su amante pelirroja, quien guardaba un silencio reflexivo.
De pronto, Hurrem se levantó con una pose arrogante, su rostro se transformó en una máscara de altivez mientras lo miraba con aparente desprecio.
—Ibrahim Pasha, es una orden —dijo con fingida severidad, apenas pudiendo contener una risita traviesa.
Ibrahim se puso de pie rápidamente, la rodeó con sus brazos y la tiró al suelo en un movimiento juguetón. Se montó sobre ella, y comenzó a hacerle cosquillas.
—¡Basta! —gritó Hurrem entre risas, agitando los brazos—. ¡Soy una sultana, te lo ordeno!
Golpeaba suavemente su torso, riendo sin poder contenerse. Él la miraba con una sonrisa, y en ese momento parecía que, aunque fuera brevemente, el peso de sus vidas desaparecía.
Mientras tanto, Miriam observaba desde las sombras puesto de que está se fue decidió volver y seguir observando pero con el corazón lleno de resentimiento. Había visto más de lo que debía. Se apresuró a contárselo todo a su hermano Mehmet, y el rostro de este se tensó al escucharla. Venía un Mehmet enfurecido, y las cosas estaban a punto de cambiar.
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solo tu (Hurremxibrahim)
Romancehurrem estaba agotada de las constantes infidelidades del sultan que sin darse cuenta estaba buscando refugios en los brazos de otro y ese otro era...su mayor enemigo