—¡¿Por qué lo hiciste?! —La voz de Nathaniel resonó en la pequeña sala de interrogatorios, cargada de una ira que rara vez dejaba ver. Golpeó la mesa con los puños cerrados, sus nudillos pálidos por la tensión—. ¡¿Por qué asesinaste a todas esas personas, Samantha?!
Jonathan, que estaba observando desde la puerta, no podía creer lo que veía. Nunca había visto a Nathaniel así, fuera de control, lanzando insultos. El rubio siempre mantenía la compostura, siempre sereno. Pero ahora, todo ese autocontrol se había desmoronado.
Samantha, por su parte, no parecía inmutarse. Sentada cómodamente, miró a Nathaniel con una sonrisa burlona, los ojos llenos de una calma casi insultante.
—Desde cuándo no cachean a los arrestados… —murmuró Samantha en tono de burla, echando una mirada despectiva a Jonathan, como si él fuera responsable de esa supuesta falla.
Nathaniel frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, su teléfono vibró en su bolsillo. Algo en la expresión de Samantha, en la forma en que sus ojos se entrecerraron con satisfacción, lo hizo detenerse. Su mirada era diferente. Esa no era la mirada de un asesino. El color de sus ojos no coincidía con el del criminal al que habían estado persiguiendo.
—¿No vas a contestar? —se burló Samantha, echándose hacia atrás en la silla con una risa sarcástica—. Es de mala educación dejar esperando a la gente.
Nathaniel miró a Jonathan, dudando por un momento en sacar su teléfono, pero el más joven asintió.
—Vamos, salgamos un minuto. Si es algo importante, quizás podamos rastrear el mensaje —dijo Jonathan, abriendo la puerta y haciéndole un gesto para que lo siguiera.
Ya fuera de la sala de interrogatorios, Nathaniel sacó su teléfono con manos temblorosas. Un nuevo video de un número desconocido lo esperaba. Jonathan se acercó, mirando sobre su hombro mientras Nathaniel lo reproducía. La pantalla mostró al asesino, con un nuevo pasamontañas. Esta vez, la abertura horizontal dejaba ver sus ojos y parte de las cejas.
—Bien hecho, detectives —se escuchó la voz distorsionada del asesino—. Han seguido las pistas, pero desafortunadamente atraparon a la persona incorrecta. Aunque, espero que te haya gustado el regalo, Nathaniel.
El corazón de Nathaniel latió con fuerza en su pecho al escuchar esas palabras.
—Me costó bastante mantener a Samantha dócil. Hacerla pensar fuera de la caja, como diría tu cachorro. Pero lo logré con éxito. No quería recurrir a una lobotomía, ¿sabes? No quería regalarte un zombie. Hubiera sido un pésimo regalo.
El video terminó, dejando un silencio espeso entre los dos detectives. Jonathan soltó una maldición por lo bajo, sus ojos recorriendo la pantalla como si intentara encontrar alguna pista que se les hubiera escapado.
—Un teléfono desechable —murmuró Jonathan, frustrado—. No podremos rastrearlo. Este tipo siempre va un paso por delante.
Nathaniel guardó su teléfono en el bolsillo, su mente aún intentando procesar lo que acababan de ver. El asesino no solo había manipulado a Samantha, sino que lo había hecho como parte de un juego retorcido. Y ahora, él y Jonathan estaban de nuevo en el punto de partida, con la única diferencia de que el criminal parecía disfrutar de todo esto.
Nathaniel respiró hondo, intentando calmarse mientras la adrenalina seguía corriendo por su cuerpo. Sentía la mirada de Jonathan sobre él, esperando una reacción, pero las palabras del video resonaban en su mente, haciendo eco en su conciencia.
—No podemos seguir así —dijo finalmente, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos—. Estamos reaccionando a cada cosa que hace, vamos siempre un paso atrás.
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↬𝙴𝚗𝚍𝚕𝚎𝚜𝚜 𝙲𝚑𝚊𝚜𝚎↫
RandomEl Detective Nathaniel y su compañero Jonathan fueron llamados a investigar una serie de asesinatos que ocurrieron en la ciudad con el mismo tipo de modus operandi. Los dos siguen la pista de el o los asesinos, pero cuando descubren la verdad se en...