Los días se estiraban como sombras interminables para Nathaniel. Había pasado casi una semana desde los últimos eventos, y la redada planeada para los lugares que Samantha había señalado estaba a solo unos días de distancia. El detective se había vuelto una versión desdibujada de sí mismo, atrapado en una espiral de paranoia y desgaste físico. El asesino seguía un paso por delante, burlándose de él en cada giro de la investigación, pero lo que había desatado la verdadera desesperación fue la fotografía. Una imagen simple, sin mucho alarde, pero lo suficientemente devastadora: él y sus hijos, capturados en un momento cotidiano, como si los estuvieran vigilando desde siempre.
Desde el 6 de mayo, él y Jonathan habían estado atrapados en esta pesadilla de crímenes, y ahora, con el 23 de noviembre acercándose, cada segundo parecía un latido más en una cuenta regresiva infernal. Nathaniel ya no dormía. El cansancio que antes era manejable ahora lo hundía en un abismo donde la realidad y las pesadillas se mezclaban. Su cuerpo estaba en ruinas, pero su mente era lo que verdaderamente se desmoronaba. No era solo el caso; era la sensación de ser observado, de tener al asesino justo detrás de él, susurrándole al oído, recordándole lo cerca que estaba.
El Nathaniel de antes, el hombre serio y metódico, era una sombra lejana. Ya no se preocupaba por su apariencia, usando la misma ropa durante días sin siquiera notar las manchas o el mal estado de sus camisas. Las ojeras bajo sus ojos, marcadas como cicatrices, se habían vuelto permanentes. Y la dieta que había adoptado, basada en café y bebidas energéticas, solo le aceleraba el corazón, haciéndolo sentir aún más fuera de control. Sabía que se estaba destruyendo, pero no podía detenerse. Tenía que adelantarse al asesino, atraparlo antes de que tocara a sus hijos.
El reloj en la pared marcaba las tres de la madrugada. El silencio en su apartamento era denso, roto solo por el sonido intermitente de las hojas de los informes que revisaba por enésima vez. Ya no veía los detalles; los párrafos y las fotos pasaban ante sus ojos sin que su cerebro lograra procesarlas.
— Mierda… —murmuró, frotándose los ojos con una mano temblorosa.
Una imagen borrosa apareció en su mente: la de sus hijos, sonriendo despreocupados. Nathaniel se llevó una mano al pecho, sintiendo cómo su respiración comenzaba a acelerarse sin razón aparente. Un pinchazo agudo de ansiedad lo golpeó en el estómago. El aire parecía escasear, como si las paredes se cerraran sobre él. Era la primera vez en 44 años que experimentaba algo así, un ataque de pánico.
Se levantó de golpe, tambaleándose hacia la cocina en busca de algo, cualquier cosa que lo calmara. El café ya no lo ayudaba, solo lo empujaba más cerca del borde. Con manos torpes, se sirvió un vaso de agua, pero al llevárselo a los labios, lo derramó en la encimera.
— Maldita sea… —su voz era un susurro roto.
Se apoyó en el fregadero, intentando controlar su respiración. Su mente corría, retrocediendo al momento en que recibió la fotografía. Podía imaginar al asesino, cerca, demasiado cerca. Era como si pudiera sentir su presencia detrás de él, acechando, esperando el momento perfecto para golpear. Pero no, no era solo una sensación. El asesino lo estaba controlando, como un titiritero moviendo los hilos de su vida.
De repente, el sonido de su teléfono vibrando en la mesa lo sacó de su estado de confusión. Era un mensaje de Jonathan.
"Mañana nos reunimos con el equipo para afinar detalles de la redada. Descansa un poco, Nat. Te veo en la estación."
Nathaniel lo miró sin contestar. Descansar. Qué fácil sonaba, pero qué imposible resultaba.
Caminó de vuelta a su escritorio, ignorando el vaso de agua derramado y el temblor persistente en sus manos. Se dejó caer en la silla con un suspiro pesado, mirando los informes del caso esparcidos por la mesa. Cada uno de esos papeles contenía detalles de un crimen que, desde hacía meses, lo arrastraba más y más al abismo.
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↬𝙴𝚗𝚍𝚕𝚎𝚜𝚜 𝙲𝚑𝚊𝚜𝚎↫
RandomEl Detective Nathaniel y su compañero Jonathan fueron llamados a investigar una serie de asesinatos que ocurrieron en la ciudad con el mismo tipo de modus operandi. Los dos siguen la pista de el o los asesinos, pero cuando descubren la verdad se en...