↬𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 5:𝘌𝘭 𝘊𝘳𝘦𝘥𝘰↫

12 0 0
                                    


El reloj de la estación marcaba las seis de la tarde cuando Nathaniel y Jonathan se encontraban sumergidos en su investigación sobre la iglesia. Los archivos antiguos que Jonathan había sacado eran polvorientos, y las páginas se sentían frágiles bajo sus dedos. A pesar de la información que habían recopilado, la tensión en el aire era palpable. Jonathan, habitualmente bromista, estaba inusualmente callado.

Nathaniel, absorto en un viejo mapa del barrio, levantó la vista para ver a Jonathan, quien estaba revisando un libro de registros de la iglesia.

—¿Algo te molesta, Jon? —preguntó Nathaniel, usando intencionalmente el apodo que sabía que Jonathan interpretaría como un gesto de cercanía.

Jonathan levantó la vista, sus ojos oscuros brillando bajo la luz tenue de la lámpara.

—No es nada, solo estoy pensando —respondió evasivamente, volviendo su atención al libro.

Nathaniel lo observó por un momento más, sabiendo que había algo más que Jonathan no estaba dispuesto a compartir. Pero decidió no insistir. Al fin y al cabo, ambos tenían un trabajo que hacer.

—Creo que hemos encontrado suficiente para justificar una visita —dijo Nathaniel finalmente, enrollando el mapa y guardándolo en su bolso.

—Perfecto, vamos antes de que anochezca del todo —respondió Jonathan, cerrando el libro con un golpe seco.

La iglesia quedaba en una esquina oscura del barrio, rodeada por edificios abandonados y calles poco transitadas. A medida que se acercaban, la fachada de piedra de la iglesia parecía aún más intimidante bajo la luz menguante del sol. La madera de la puerta crujió cuando Nathaniel la empujó para entrar.

Dentro, el aire era pesado y olía a humedad. Las bancas estaban cubiertas de polvo, y las ventanas, sucias, dejaban pasar apenas un hilo de luz. Nathaniel y Jonathan avanzaron por el pasillo central en silencio, sus pasos resonando en el espacio vacío.

—Voy a revisar el área del altar —murmuró Nathaniel, desviándose hacia el frente de la iglesia.

Jonathan asintió y comenzó a inspeccionar las esquinas más oscuras, buscando cualquier pista que el asesino pudiera haber dejado atrás.

El altar era sencillo, sin nada fuera de lo común. Pero cuando Nathaniel se acercó más, vio algo que hizo que su estómago se revolviera: un cuchillo de caceria, La hoja estaba oxidada, pero afilada, y sostenía un pedazo de papel impreso con un mensaje que parecía haber sido cuidadosamente elaborado.

“Jonathan, ven aquí,” llamó Nathaniel, sin apartar la vista del cuchillo. Jonathan se acercó, observando la escena con una mezcla de curiosidad y cautela.

Nathaniel leyó en voz alta:

"no tengo nada más que tu nombre ungido en la ambrosía de los dioses,
manipulado por unas manos
benévolas y omnipotentes.
no tengo nada más que tu nombre que lo convertí en mi palabra santa y lo rezo todas las noches
como quien dice:
«<tu ternura es mi credo>>
«hoy creo en vos
en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del Cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible».
hoy creo en vos."

Al terminar de leer, Nathaniel dejó caer la nota con un suspiro, su mente trabajando para descifrar el significado del mensaje. Jonathan, por su parte, estaba en silencio, pero Nathaniel podía sentir su inquietud.

—¿Qué demonios significa esto?— murmuró Jonathan, finalmente rompiendo el silencio.

—El asesino… parece estar obsesionado con alguien. O algo—respondió Nathaniel, sus ojos recorriendo la nota una vez más. —Puede que se refiera a mí, o a alguien más. Pero está claro que esta persona ha elevado su obsesión a un nivel religioso.—

↬𝙴𝚗𝚍𝚕𝚎𝚜𝚜 𝙲𝚑𝚊𝚜𝚎↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora