CAPÍTULO 4

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Rescate parte I

Bennett.

Tengo el registro de llamadas del ministro Aslan copiado en mi ordenador junto con otras cosas más... copié toda la información del celular de Cora.

Paso entre sus fotos una a una viendo a mi hijo sonreír en casi todas y con pintura en las mejillas todo el tiempo. Después de las fotos que robé del celular de Emma, estás son mis favoritas.

Hay tantos videos que llevo horas reproduciendo con mis audífonos inalámbricos puestos. Hay una carpeta de fotos marcada como "Fotografías privadas". Mi mano hace clic, pero antes de verlas un llanto del otro extremo del pasillo del penthouse me levanta de inmediato.

— Mi bebé— camino en zancadas para comprobar si Aaron está bien, pero la puerta de Cora se abre y sale corriendo a la habitación de nuestro hijo.

Me detengo a medio camino, yo no puedo jugar el rol de padre, sólo debo observar de lejos, pego mi cabeza a la puerta y la escucho susurrarle cosas tiernas, muero por verla abrazarlo y más por ver a mi pequeño.

—¿Tuviste una pesadilla cariño? No debes despertar a Volkan es nuestro invitado, déjame encontrar tu chupete bebito y te pondré a dormir de nuevo— la voz tierna de Cora dobla mis rodillas y estrangula mi respiración.

Dios, ayúdame a resistir la vida sin ellos. Me escondo en un muro cuando sale con él en brazos el rastro del cabello castaño con motas rubias me acelera la respiración, sus ojitos me encuentran antes que los de ella.

—Cupcake— susurra y me quedo paralizado.

—Sí bebito, cupcake— Cora está distraída buscando en un bolso para bebés —¿Dónde está tu chupete? Estoy segura que la niñera lo dejó aquí.

—Cupcake, cupcake— repite mi hijo con una vocecita y Cora finalmente nota mi presencia.

—Mierda— se palpa el pecho —No te vi ahí, entre tantos asesinos que hay en mi casa estoy muy distraída, disculpa.

Actúo con naturalidad y paso entre ellos en silencio, pero a medio camino Aaron extiende las manos hacía mí y me quedo inmóvil.

—No bebito, déjame encontrar tu chupete, lo siento, a Aaron le encanta que lo paseen en brazos, ama a todas las personas.

El labio inferior de mi hijo tiembla y se me encoje el pecho cuando vuelve a extender los brazos hacia mí, voy a actuar con irracionalidad y a tomarlo en brazos, pero Cora encuentra el chupete y lo aleja de mí.

Los veo entrar a la habitación y cierran la puerta en mi cara, actúa como si no supiera quién soy yo, en realidad no lo sabe, no ve mi rostro, tampoco mi cuerpo es el mismo, en la rehabilitación he ganado peso.

—¿Qué haces ahí parado como un imbécil? Vuelve al trabajo, tenemos el tiempo para el lobo limitado— Caterva me encuentra todavía a mitad del pasillo viendo la puerta fijamente.

Asiento mientras me paso la mano por el pecho, estos días serán una tortura.

Veo que tengo más de siete llamadas perdidas de mi madre mientras me preparo un café para aguantar la noche despierto. Mi madre nunca fue mala conmigo, pero yo era muy pequeño para entender que no trataba a Alexander de la misma forma que a mí.

Tomo mis cosas del escritorio improvisado de la casa de Cora y salgo a tomar aire fresco a la terraza, estoy tan orgulloso de ella, esta casa es un lujo y sé que tiene una tienda de arte, espero que lo que le tengo preparado también le guste...

Otra llamada entra y la contesto dudando. —Madre.

—Temía que no respondieras he estado muy preocupada por ti ¿Dónde estás hijo? — me quedo en silencio, se nota la desesperación en su voz —Yo... Bennett, todo lo que he hecho ha sido por ti— se le corta la voz —No quiero que lo entiendas porque es imposible, pero al menos déjame explicarte todo.

Pecado [+21] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora