Bajo la Lluvia

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Los días después de esa llamada fueron más tranquilos, pero la incertidumbre todavía colgaba entre ellos como una nube gris. No hubo más palabras de amor ni promesas vacías, solo una calma tensa que los mantenía flotando entre lo que había sido y lo que podía ser. Para Jaehyun, el simple hecho de saber que Doyoung lo había escuchado era un pequeño alivio, pero no suficiente. Seguía preguntándose si estarían destinados a salvar lo que tenían o si el tiempo los empujaría en direcciones diferentes.

Una tarde, mientras la lluvia golpeaba suavemente las ventanas de su apartamento, Jaehyun decidió salir a despejarse. El clima se sentía apropiado para su estado emocional: melancólico, pero con la esperanza de que tras la tormenta llegara la claridad. Se puso su abrigo, tomó un paraguas y salió a caminar por las calles mojadas de la ciudad.

La lluvia siempre había sido algo que a ambos les gustaba. Recordaba cuando, al principio de su relación, habían quedado atrapados bajo una tormenta repentina. En lugar de buscar refugio, Doyoung había tomado su mano y lo había arrastrado a bailar bajo la lluvia, riendo como si el mundo entero se redujera a ese momento. Jaehyun, que nunca había sido muy expresivo, se había dejado llevar, riendo como un niño por primera vez en años. A veces, extrañaba a ese Jaehyun. El que podía simplemente dejarse llevar por Doyoung, sin miedo a lo que vendría después.

Ahora, caminando bajo la llovizna, esos recuerdos volvían a su mente como si la lluvia los trajera de vuelta. Sentía el peso de cada paso sobre las aceras mojadas, pero al mismo tiempo, algo dentro de él se liberaba. Sabía que no podía dejar que los recuerdos lo mantuvieran estancado. Tenía que moverse hacia adelante, aunque no supiera exactamente hacia dónde.

Mientras caminaba sin rumbo, se dio cuenta de que, de alguna manera, había llegado a uno de los parques favoritos de Doyoung. Era un pequeño rincón escondido de la ciudad, lleno de rosales que florecían en primavera. Aunque ahora solo quedaban los tallos desnudos, cada vez que pasaba por allí, Jaehyun no podía evitar imaginar a Doyoung entre las rosas, con esa sonrisa que siempre le robaba el aliento.

—¿Jaehyun?

La voz lo sacó de sus pensamientos. Al volverse, sus ojos se encontraron con los de Doyoung, que estaba parado a unos metros de distancia, sosteniendo un paraguas negro. Sus miradas se cruzaron por un momento que pareció eterno. Ninguno de los dos esperaba encontrarse ahí, en medio de una tarde lluviosa, en ese parque que ambos asociaban con momentos felices.

Doyoung dio unos pasos hacia él, su rostro mostrando una mezcla de sorpresa y nostalgia.

—¿Qué haces aquí? —preguntó suavemente, como si temiera que su presencia rompiera la calma.

Jaehyun sonrió con tristeza, aún sin creer que estuviera frente a él. —No lo sé, creo que necesitaba un lugar donde pensar... sin saber que vendría a uno de los tuyos.

Doyoung esbozó una pequeña sonrisa, sus ojos brillando bajo la luz tenue de la tarde gris.

—Yo también... he estado pensando —admitió—. Sobre nosotros.

La lluvia seguía cayendo a su alrededor, creando una cortina suave que parecía protegerlos del mundo exterior. Jaehyun se acercó un poco más, dejando que su propio paraguas se inclinara hacia un lado. Estaba cansado de las barreras, cansado de la distancia.

—Doyoung... sé que las cosas han sido difíciles —empezó Jaehyun, el sonido de su voz casi ahogado por el ruido de las gotas al golpear el suelo—. Pero no quiero seguir en esta incertidumbre. Lo que sea que tengamos que hacer, quiero hacerlo contigo. Incluso si eso significa volver a empezar de cero.

Doyoung lo miró fijamente, sus ojos buscando algo en los de Jaehyun. Parecía debatirse entre la razón y el corazón, entre el miedo de volver a lastimarse y la esperanza de que tal vez, esta vez, las cosas pudieran ser diferentes.

—Siempre has sido más paciente que yo —dijo finalmente, con una risa suave—. Yo soy el que necesita respuestas rápidas, el que quiere todo claro. Pero tal vez... tal vez deberíamos aprender a caminar juntos a otro ritmo. No sé si lo que tenemos se puede salvar, Jaehyun, pero estoy dispuesto a intentarlo si tú también lo estás.

Esas palabras fueron como una ráfaga de aire fresco para Jaehyun. Todo el peso que había sentido desde que Doyoung se había distanciado parecía desvanecerse un poco, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que había una oportunidad real de que las cosas mejoraran.

—Estoy dispuesto —respondió Jaehyun, su voz firme pero llena de emoción contenida—. Siempre lo he estado.

Doyoung dio un paso más hacia él, tan cerca que podía ver las gotas de lluvia resbalando por su rostro, y sin decir una palabra más, dejó que su paraguas cayera al suelo. Jaehyun, sorprendido pero aliviado, soltó el suyo también, y en un instante, la distancia entre ellos desapareció cuando los brazos de Doyoung rodearon su cuello en un abrazo.

La lluvia seguía cayendo, empapándolos, pero ninguno de los dos parecía notarlo. El calor del abrazo de Doyoung fue suficiente para Jaehyun. Sentir su respiración, su latido, fue todo lo que necesitaba en ese momento.

—No prometo que todo será fácil —murmuró Doyoung contra su pecho, con la voz apenas audible—. Pero quiero intentarlo.

Jaehyun cerró los ojos, aferrándose a él, como si con ese abrazo pudiera anclar todo lo que había estado a la deriva en su vida.

—Eso es suficiente para mí —susurró Jaehyun.

Se quedaron así, bajo la lluvia, sin decir más. El mundo seguía girando a su alrededor, pero por primera vez en mucho tiempo, Jaehyun sintió que, pase lo que pase, tal vez estaban en el camino correcto. No había certezas, solo la promesa de intentarlo, y en ese momento, eso era más que suficiente.

Roses (Jaedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora