Promesas Bajo Las Estrellas

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Las semanas que siguieron al tenso momento entre Doyoung y Jaehyun estuvieron llenas de pequeños pero importantes cambios. Jaehyun, fiel a su promesa, empezó a ajustar su vida profesional para dar más espacio a su relación. Aunque no fue fácil, ambos comenzaron a encontrar un nuevo equilibrio, uno donde el trabajo no dominaba cada aspecto de su vida.

Era una noche tranquila de otoño cuando decidieron hacer algo que ambos anhelaban desde hacía tiempo: una escapada a las montañas. Jaehyun había reservado una pequeña cabaña en un lugar apartado, rodeado de naturaleza y, lo más importante, lejos del bullicio de la ciudad. Era el escenario perfecto para desconectar y reconectar entre ellos.

Cuando llegaron a la cabaña, el aire fresco de la montaña los envolvió, y ambos sintieron cómo la tranquilidad del lugar les daba la bienvenida. La cabaña era modesta, pero acogedora, con una chimenea que prometía noches cálidas y relajadas.

—Este lugar es perfecto —dijo Doyoung, mirando alrededor mientras Jaehyun descargaba las maletas.

—Lo pensé justo para nosotros —respondió Jaehyun con una sonrisa—. Un lugar donde podamos relajarnos y no pensar en nada más que en estar juntos.

Doyoung sonrió mientras dejaba su abrigo en un perchero y se acercaba a la ventana, observando el paisaje. Los colores del otoño cubrían las montañas y el silencio era absoluto, solo interrumpido por el sonido del viento entre los árboles. Se sentía como el escape que tanto necesitaban.

—Vamos a dar un paseo antes de que oscurezca —propuso Jaehyun, acercándose a Doyoung y abrazándolo por la espalda—. Quiero ver cómo se ve el bosque en esta época del año.

Doyoung asintió, encantado con la idea, y juntos salieron de la cabaña para caminar por los senderos que rodeaban el lugar.

El paseo fue tranquilo, lleno de pequeñas conversaciones y silencios cómodos. A veces, no hacía falta decir mucho. El solo hecho de estar juntos, de caminar lado a lado, era suficiente para ambos. El aire fresco llenaba sus pulmones y la naturaleza, con sus colores y texturas, parecía darles una bienvenida cálida.

—¿Sabes? —dijo Jaehyun mientras cruzaban un pequeño puente de madera sobre un arroyo—. Siempre soñé con tener una vida así, lejos de todo, con alguien que realmente me entienda.

Doyoung lo miró, curioso.

—¿Una vida en el campo? ¿Sin la ciudad?

Jaehyun rió suavemente.

—Quizás no todo el tiempo. Pero sí me imagino escapando de vez en cuando, como ahora. Tener momentos como este, donde solo somos tú y yo, sin las distracciones del día a día. Es como un respiro que me recuerda por qué todo lo demás vale la pena.

Doyoung sonrió ante las palabras de Jaehyun. En ese momento, también sintió lo mismo. Había algo puro y genuino en la tranquilidad de la naturaleza y en la cercanía que compartían en esos instantes.

—Me gusta la idea —respondió Doyoung—. Aunque la ciudad tiene su encanto, no me molestaría tener más momentos como este. De hecho, lo necesito.

Jaehyun se detuvo en medio del camino, tomando a Doyoung de la mano y acercándolo hacia él. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el mundo entero pareció detenerse.

—Doyoung —susurró Jaehyun, su voz suave pero cargada de emoción—, sé que no ha sido fácil. Sé que hemos tenido que luchar contra muchas cosas para llegar aquí. Pero cada día que paso contigo, me doy cuenta de que no quiero a nadie más a mi lado. No importa cuántos obstáculos tengamos, quiero estar contigo, quiero construir algo real y duradero.

Doyoung lo miró con los ojos brillantes, sus palabras resonando en su corazón.

—Yo también, Jaehyun. Quiero eso contigo, más que nada.

Jaehyun sonrió antes de inclinarse hacia Doyoung y besarlo suavemente. Fue un beso lleno de promesas, un beso que sellaba todo lo que ambos habían dicho y sentido en esas últimas semanas.

Después del paseo, regresaron a la cabaña, donde Jaehyun encendió la chimenea y preparó una cena sencilla, pero deliciosa. Pasaron la noche charlando, riendo, compartiendo historias y recuerdos, mientras el fuego crepitaba suavemente en el fondo. El ambiente era cálido, íntimo, y ambos se sintieron más conectados que nunca.

Cuando finalmente se dirigieron a la cama, Jaehyun tomó a Doyoung en sus brazos, y juntos se quedaron en silencio, disfrutando de la presencia del otro. No había necesidad de palabras en ese momento. Ambos sabían lo que sentían y hacia dónde se dirigían.

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A la mañana siguiente, Doyoung se despertó con los primeros rayos del sol filtrándose a través de las cortinas. Jaehyun seguía dormido a su lado, su respiración tranquila y constante. Doyoung se quedó observándolo por un momento, sintiendo una inmensa paz. A veces, le costaba creer lo lejos que habían llegado. Lo que había comenzado como una relación incierta, cargada de conflictos y dudas, ahora se sentía como lo más sólido y seguro en su vida.

Decidió levantarse y preparar café, queriendo sorprender a Jaehyun cuando despertara. Mientras esperaba que el café estuviera listo, salió al porche y se quedó observando el paisaje. El aire frío de la mañana le hacía sentir vivo, y todo a su alrededor parecía estar en perfecta armonía.

Pero, mientras disfrutaba de la calma del momento, su teléfono vibró en el bolsillo. Al ver el nombre en la pantalla, su corazón dio un pequeño vuelco. Era un mensaje de trabajo, un recordatorio de que, aunque estuvieran en ese paraíso temporal, el mundo exterior seguía girando.

Doyoung suspiró y guardó el teléfono, decidiendo que ese problema podría esperar. No quería que nada arruinara el tiempo que tenían juntos.

—¿Estás bien? —preguntó Jaehyun, saliendo al porche y rodeando con sus brazos la cintura de Doyoung.

—Sí —respondió Doyoung con una sonrisa, apoyándose en él—. Solo disfrutando del momento.

Jaehyun le dio un beso en el hombro antes de decir:

—No quiero que este momento termine nunca.

Doyoung asintió, comprendiendo exactamente lo que Jaehyun sentía. Aunque sabían que pronto tendrían que regresar a la realidad, ese pequeño refugio en las montañas les había dado lo que necesitaban: la certeza de que, sin importar lo que el futuro les deparara, estarían juntos para enfrentarlo.

El fin de semana en la cabaña terminó con una nota dulce y reconfortante. Cuando regresaron a la ciudad, ambos se sentían renovados, más seguros de lo que querían para su futuro. Aunque sabían que los desafíos seguirían apareciendo, habían aprendido algo valioso: la comunicación, el amor y la comprensión mutua serían siempre sus mejores aliados.

Y así, mientras el otoño continuaba su curso, Doyoung y Jaehyun caminaban hacia un futuro lleno de promesas, sabiendo que, a pesar de todo, siempre se tendrían el uno al otro.

Roses (Jaedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora