9 - La nueva princesa

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Me desperté con las voces de Gojo y Geto. Ambos pretendían susurrar, pero no lo hacían muy bien. Alcé mis brazos sobre mi cabeza y me estiré. Haru movió su cabeza hacia mí y empezó a olfatear. Pronto Ken estaba con su hocico en mi cabeza también. Ken parecía confuso, y empezó a olfatear el aire, intercambiando entre Gojo y Geto que estaban sentados uno a cada lado de mí.

—¿Qué pasa, Ken? —Aunque no hablaran con palabras como lo hacíamos los humanos, yo podía entenderlo y cuando me hizo llegar algo como "¿cuál de los dos es tu compañero?" sentí que mis mejillas se calentaban —. ¡No es nada de eso, Ken! —Me aguanté las ganas de esconder mi rostro.

—¿Hablas con los animales, Dr. Dolittle? —Gojo bromeó, ya había vuelto a ser el mismo.

—No hablo con las bestias divinas, pero puedo entenderlos. —Me levanté rápidamente —. Tenemos que irnos.

—¿Por qué te apuras? —Geto preguntó y se levantó. Gojo lo siguió.

—Geto, —El pelinegro arrugó su cara, lo que me hizo levantar una ceja— ¿cuánto tiempo hemos estado aquí?

—No lo sé, tal vez unas horas. —Agarró su celular y frunció el entrecejo —. Mi celular no funciona.

—El mío tampoco. —Gojo miraba con un puchero a su celular.

Busqué el mío en el santuario. Parecía normal al sacarlo, pero antes que pudiera revisar cualquier cosa, dejó de funcionar.

—El mío acaba de dejar de funcionar. —Tiré el celular dentro del almacén otra vez —. Eso significa que en estas ruinas hay algo interfiriendo.

—Nuestra misión era investigar lo que había aquí y exorcizar las maldiciones que encontráramos. —Geto miró a la puerta.

—Lo que hay ahí no es una maldición, Suguru. —Gojo habló con seriedad.

—Es mejor dejar eso sellado. Sospecho que incluso si los tres tuviéramos nuestras técnicas pulidas y estuviéramos en nuestra mejor forma no podríamos derrotarlo. —Los dos me miraron, parecían estar pensando lo mismo que yo —. El sello aguantará un poco más con las cadenas de sellado, si tenemos suerte aguantará otros cien años antes de romperse.

—¿Y si no? —Ambos preguntaron al unísono.

—Pues empiecen a entrenar más duro que nunca. —Fregué mi cara, hacía pocos minutos que había despertado, pero me sentía cansada.

—¡Arg! Es como si no hubiera descansado nada. —Gojo se quejó.

—¿Habrá algo en este lugar que no nos permite descansar? —Geto empezó a mirar alrededor. Sin embargo, para mí eso fue un detonante. Me acerqué a la puerta y sentí que mi mundo se caía.

—El flujo ha disminuido bastante, pero todavía hay una fuga de energía. —El albino dijo al verme. Suspiré sonoramente.

—Tenemos muy mala suerte, chicos. —Me alejé en dirección a la salida.

—Tenemos que informar de esto. —Geto habló y me empezó a seguir. Me tensé al escucharlo, pero era verdad, tenemos que dar un informe de la misión.

—Salgamos primero de aquí. —Hice señas para Haru y Ken, los cuales redujeron su tamaño al de lobos normales.

Los tres caminamos en relativo silencio, solo hablando lo necesario. No se ellos, pero yo no podía sacarme de la mente el desastre que sería si esa cosa saliera de ahí. Prefería mil veces enfrentarme a un Sukuna con Mahoraga antes que esa cosa.

Esta vez, el camino no cambiaba, solo había trampas que debíamos desactivar. La primera llegó lo que yo creía que eran quince minutos después de que habíamos empezado a caminar. La desactivé con la runa de desactivación y esperé a que aparezca la runa cargada de energía, pero esta vez no apareció. Fruncí el entrecejo, ¿qué estaba pasando? Tal vez no todas las trampas tenían esa trampa encubierta. Seguimos caminando, y todas las trampas fueron iguales... que raro.

Sempiterno: la princesa del santuario divino [JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora