Año nuevo, nuevo amor

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Año Nuevo había llegado, y la casa de Claudia estaba envuelta en una atmósfera tranquila y acogedora. Era una noche fría, pero en el interior, el ambiente estaba lleno de calidez. Las luces tenues iluminaban el espacio, y el suave murmullo de música de fondo creaba el escenario perfecto para la velada.

Rodrigo y Mariana se habían ido con sus amigos para celebrar, sabiendo que su madre tenía planes especiales esa noche. Por otro lado, Valeria, la hija de Jesús, había decidido quedarse en España con su madre, dándole a su padre la libertad de cumplir la promesa que había hecho semanas atrás.

Ahora, solo quedaban Claudia y Jesús, sentados en la sala, esperando que el reloj marcara las doce. Las horas habían pasado rápido mientras cocinaban juntos, reían y recordaban cómo había comenzado todo apenas unas semanas antes. Parecía surrealista que, después de tantos años, estuvieran sentados ahí, juntos, justo en el momento en que un año terminaba y otro estaba a punto de comenzar.

Jesús estaba más callado de lo habitual esa noche, lo que no había pasado desapercibido para Claudia. Mientras lo observaba desde la cocina, sintió una mezcla de curiosidad y emoción. Algo en su mirada, en la forma en que la observaba cuando pensaba que ella no se daba cuenta, le hacía pensar que algo importante estaba por suceder.

Finalmente, cuando quedaban solo unos minutos para la medianoche, Claudia se sentó junto a Jesús en el sofá. Él la miró, y ella sintió que había una tensión suave en el aire, una sensación de anticipación.

—¿Estás bien? —preguntó ella suavemente, con una sonrisa.

Jesús asintió, pero algo en su rostro mostraba que estaba pensando en algo más profundo. Tomó la mano de Claudia y la apretó con delicadeza, como si quisiera asegurarse de que ese momento fuera real.

—Claudia, hay algo que quiero decirte antes de que llegue el Año Nuevo —dijo Jesús, su voz baja pero firme.

Claudia lo miró, su corazón latiendo más rápido al escuchar el tono serio de su voz.

—¿Qué pasa? —preguntó, sin saber lo que estaba por venir.

Jesús respiró hondo, como si estuviera buscando las palabras adecuadas. Su mirada era intensa, y el tiempo parecía ralentizarse.

—Cuando te reencontré, no sabía qué esperar —comenzó—. Pensé que quizás solo sería una conexión del pasado, una amistad para recordar los buenos tiempos. Pero... —hizo una pausa, como si las emociones lo abrumaran por un momento—. Esta semana juntos, nuestras conversaciones, todo lo que hemos compartido... me ha hecho darme cuenta de algo que quizás siempre supe, pero que nunca me atreví a decir en su momento.

Claudia lo miraba en silencio, sintiendo que el peso de sus palabras la envolvía.

—Claudia —continuó Jesús, mirándola directamente a los ojos—, siempre has sido alguien especial para mí. Incluso cuando nuestras vidas tomaron rumbos distintos, siempre te llevé en mi corazón. Pero estar aquí, contigo, me ha hecho darme cuenta de que nunca dejé de amarte. Mi vida ha sido buena, he tenido momentos felices, pero siempre sentí que faltaba algo. Y ahora sé lo que es: eres tú.

El reloj marcaba las 11:58, y Claudia sentía que el mundo se detenía a su alrededor. Las palabras de Jesús resonaban en su mente, y su corazón latía con fuerza mientras lo escuchaba hablar con una sinceridad que no había esperado.

—Te amo, Claudia —dijo finalmente, su voz llena de emoción—. No sé qué nos deparará el futuro, pero lo que sí sé es que quiero estar contigo. Quiero empezar este nuevo año sabiendo que compartimos algo más que recuerdos. Quiero compartir mi vida contigo, si tú también lo sientes así.

Te amo en silencio: Un comienzo y Un Final para Claudia y Jesús Donde viven las historias. Descúbrelo ahora