No puedo más

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Las primeras horas después de la filtración del video fueron un torbellino de llamadas, mensajes y reuniones de emergencia. El equipo de comunicación de Claudia actuó rápidamente, pero el daño ya estaba hecho. Los medios se hicieron eco del video, y las imágenes de la presidenta en un momento de vulnerabilidad personal se convirtieron en el tema central de todas las noticias y redes sociales.

Claudia se encontraba en la oficina presidencial, observando las reacciones en pantalla, mientras su equipo intentaba controlar la narrativa. Jesús, a su lado, trataba de mantenerse sereno, pero sabía que esto sería complicado. Aunque él no era una figura pública antes de su relación, ahora estaba inevitablemente ligado a la figura más importante del país, y su discusión privada había sido expuesta sin ningún contexto.

—Claudia, debemos emitir un comunicado —dijo uno de los asesores de comunicación—. Tenemos que explicar que fue una discusión normal, algo que cualquier pareja puede tener, pero necesitamos asegurarnos de que el mensaje sea claro y sin dar pie a más especulaciones.

Claudia respiró hondo, aún procesando todo. Sabía que cualquier movimiento en falso podía empeorar la situación, pero también sabía que no podía quedarse callada.

—Lo sé —respondió—. Pero quiero que quede claro que esto no afecta mi capacidad para gobernar. Lo que pasó es personal, y así debe mantenerse.

Jesús observaba en silencio, viendo cómo Claudia tomaba el control de la situación. Era admirable cómo, incluso en los momentos más difíciles, mantenía su enfoque en lo que realmente importaba. Sin embargo, él no podía evitar sentirse responsable, como si el hecho de estar a su lado hubiera provocado esta tormenta mediática.

—Voy a hacer una declaración también —dijo Jesús de repente.

Claudia lo miró, sorprendida.

—¿Estás seguro? No tienes que hacerlo. Esto no es tu culpa, Jesús —dijo, acercándose a él.

—Lo sé, pero esto nos afecta a los dos. Y quiero que quede claro que estoy contigo en todo esto, que no hay nada más que la gente deba saber sobre nuestra relación que lo que ya hemos dicho —respondió él con firmeza.

Esa noche, mientras el país seguía especulando sobre lo que realmente había pasado entre ellos, Claudia y Jesús se sentaron juntos a preparar sus declaraciones. Claudia, con su experiencia política, sabía exactamente cómo manejar la situación de manera profesional, pero Jesús quería que su mensaje fuera más personal, más directo.

Horas después, ambos salieron en una breve conferencia de prensa, transmitida en vivo a todo el país. Claudia fue la primera en hablar, con su tono habitual de seguridad.

—Lo que vieron fue un momento privado entre mi pareja y yo, y como cualquier pareja, a veces tenemos diferencias. Esto no afecta mi compromiso con México ni mi capacidad para seguir adelante con el proyecto que hemos construido juntos —dijo, mirando directamente a las cámaras—. Les pido que respeten mi vida privada, como siempre lo he hecho con la de los demás.

Jesús tomó el micrófono después de ella, respirando hondo antes de hablar.

—Soy consciente de que mi relación con la presidenta ha atraído atención, pero quiero que quede claro que lo que vieron fue una situación personal, que no tiene por qué influir en la manera en que Claudia lidera este país. Estoy aquí para apoyarla, como siempre lo he estado, y lo que pase entre nosotros es solo nuestro —dijo, su voz tranquila pero firme.

El silencio en la sala de prensa fue absoluto. Claudia tomó la mano de Jesús por un breve momento, un gesto de unidad antes de retirarse juntos. Sabían que la situación no desaparecería de inmediato, pero al menos habían dado la cara, demostrando que, a pesar de todo, seguirían adelante.

Te amo en silencio: Un comienzo y Un Final para Claudia y Jesús Donde viven las historias. Descúbrelo ahora