Después de su aparición juntos durante el Grito de Independencia, la vida de Claudia y Jesús cambió de manera inesperada. Ya no podían caminar por la calle o hacer las cosas cotidianas sin que alguien les preguntara sobre su relación. Los periodistas, siempre atentos, parecían seguirles los pasos a todas partes, hambrientos de detalles sobre la vida privada de la jefa de gobierno y su pareja. Lo que había comenzado como un momento íntimo y emocionante ahora se estaba convirtiendo en un foco constante de atención.Claudia, acostumbrada a las cámaras y los micrófonos, manejaba la situación con la gracia y firmeza que siempre la había caracterizado. Cada vez que los reporteros la interceptaban, su sonrisa profesional aparecía, y respondía con diplomacia.
—¿Cómo va su relación con Jesús? ¿Han hablado de matrimonio? —le preguntaban repetidamente.
—Estamos felices y disfrutando nuestro tiempo juntos —respondía ella con serenidad, siempre eludiendo los detalles más personales.
Sin embargo, para Jesús, la atención mediática era un desafío mucho mayor. Aunque intentaba mantener la calma, no estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Lo que antes había sido una vida privada y tranquila, caminando al trabajo o saliendo a hacer las compras, ahora se sentía como un escaparate constante.
Una mañana, mientras Jesús caminaba hacia el banco donde trabajaba como asesor de riesgos financieros, fue detenido por un grupo de periodistas que lo habían reconocido. Lo interceptaron justo en la esquina, cámaras y micrófonos listos.
—Jesús, ¿puedes contarnos más sobre tu relación con la jefa de gobierno? —preguntó uno de ellos, casi sin darle tiempo a reaccionar.
Jesús respiró hondo, sabiendo que no podía evitarlo. Recordaba las palabras de Claudia, quien siempre lo animaba a manejar la situación con calma.
—Mi relación con Claudia es algo muy privado. Estamos bien y felices, pero no tengo más comentarios que hacer al respecto —dijo, con una sonrisa tensa.
Sin embargo, los periodistas no cedieron tan fácilmente. Otro se adelantó con una pregunta más incisiva.
—¿Cómo manejan la presión de ser una pareja en el ojo público? ¿Te incomoda tanta atención?
Jesús apretó los labios. Claro que le incomodaba, pero no quería que eso se reflejara en su respuesta.
—No es algo a lo que esté acostumbrado, pero lo llevo lo mejor que puedo —respondió, tratando de mantenerse sereno.
Cuando finalmente pudo zafarse de los periodistas, Jesús se sintió agotado. La constante atención comenzaba a afectarlo más de lo que esperaba. Al llegar a su oficina, se sentó en su escritorio y se quedó unos minutos en silencio, mirando la pantalla de su computadora sin concentrarse realmente en el trabajo. Pensaba en Claudia, en cómo ella lidiaba con esto todos los días, y se preguntaba cómo lo hacía sin perder la paciencia.
Esa tarde, cuando volvió a casa, Claudia lo recibió con una sonrisa cálida, pero en cuanto lo vio, supo que algo no estaba bien.
—¿Todo bien? —preguntó, acercándose a él y acariciándole el rostro.
Jesús suspiró, dejando caer su mochila en el sofá antes de sentarse.
—Los periodistas me interceptaron de nuevo esta mañana, camino al trabajo. A veces siento que no puedo moverme sin que alguien me pregunte sobre nosotros —dijo, su voz cargada de frustración.
Claudia lo miró con comprensión y se sentó a su lado, tomando su mano.
—Lo siento, amor. Sé que es difícil... y no es justo que te sientas así. —Le acarició la mano suavemente, su mirada preocupada—. Si esto está siendo demasiado para ti, podemos hablar de cómo manejarlo. No tienes que responderles si no quieres. No es tu responsabilidad cargar con esto.
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Te amo en silencio: Un comienzo y Un Final para Claudia y Jesús
RandomClaudia se había divorciado recientemente, su vida se había vuelto un sin fin de emociones. Sin embargo algo que jamás imagino estaría a punto de suceder.