004 ▬ The pleasure is mine, father

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El mercado bullía de vida, los gritos de los vendedores promocionando sus productos resonaban en el aire, mientras las personas iban y venían con bolsas llenas de frutas frescas, verduras y pan recién horneado. Los aromas a hierbas, especias y tierra húmeda flotaban, mezclándose en un entorno tan cotidiano como tentador. 

Charlie caminaba entre los puestos con la sotana negra que lo identificaba, tratando de distraer su mente de los pensamientos que lo habían torturado hace días.

Algunas mujeres lo miraban con respeto, otras con una admiración que rozaba lo inapropiado, pero Charlie, en lugar de sentirse incómodo, encontraba una sutil satisfacción en ello. Sabía que su juventud y su físico no pasaban desapercibidos, y aunque sus votos lo mantenían alejado de los placeres carnales, no podía negar el pequeño ego que se alimentaba de esa atención.

Pero hoy se sentía incómodo, y dicha incomodidad provenía de algo mucho más profundo. Los recuerdos de Lilith seguían quemándole la conciencia, y su cuerpo reaccionaba al simple pensamiento de ella.

Mientras compraba unas pocas manzanas, intentando concentrarse en la tarea, una risa suave, tan familiar como inquietante, lo congeló en su lugar. Alzó la vista, y allí estaba ella. Lilith. De pie a unos metros, junto a un puesto de flores, su cabello pelirrojo brillando al sol como fuego. Llevaba un vestido de lino claro que rozaba sus rodillas, dejando al descubierto sus tobillos y parte de sus piernas, algo que, en cualquier otra mujer, sería insignificante. Pero en Lilith, hasta el más mínimo detalle parecía cargado de provocación.

Sus ojos verdes lo encontraron entre la multitud, y Charlie sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Ella le sonrió, y Charlie, lejos de sentirse intimidado, le devolvió una mirada firme, segura. No iba a mostrarse vulnerable frente a ella.

—Padre Charlie —su voz era suave, musical, pero con un tono juguetón que él reconocía de inmediato. Lilith caminó hacia él, su cesta de frutas balanceándose en su brazo, el roce de su vestido contra su piel pareciendo más sensual de lo que debería ser en un simple mercado.

Charlie intentó sonreír con amabilidad, pero sabía que no podía ocultar la tensión que sentía al verla.

—Lilith —contestó, con un leve asentimiento de cabeza—. Es... un placer verte.

❝𝗣𝗘𝗖𝗔𝗗𝗢𝗦 𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗔𝗟𝗘𝗦❞ CHARLIE MAYHEWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora