009 ▬ Avarice

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Lilith se encontraba sentada frente al piano de la iglesia, sumergida en las suaves melodías que salían de sus dedos. Las notas resonaban en la sala vacía, pero su corazón no encontraba la misma armonía. Habían pasado unos días desde la última vez que vio a Charlie, y la ausencia del sacerdote había dejado un vacío que no podía ignorar. No sabía si era el efecto de la música o el eco de sus pensamientos, pero la decepción comenzaba a enredarse en su pecho. Él no había ido tras ella.

Mientras tocaba, su mente divagaba. Lucas había sido un viejo amigo, y aunque habían compartido momentos intensos en el pasado, en este momento no podía evitar sentir que esos recuerdos eran solo sombras de algo que había pasado. Cada vez que pensaba en él, su mente se deslizaba de inmediato hacia Charlie. La seriedad del sacerdote, su mirada intensa, y esa chispa que siempre parecía encenderse entre ellos. Todo lo demás se desvanecía en comparación.

De repente, una de las hermanas, la más anciana de la congregación, se acercó a ella con una pila de papeles en las manos. Su rostro estaba surcado por arrugas que contaban historias de años de servicio, pero su mirada era amable.

—Lilith, querida —comenzó la hermana, su voz suave como el terciopelo —¿podrías hacerme un favor?

Lilith apartó la vista del piano y sonrió, intrigada.

—Claro, hermana. ¿Qué necesita?

La hermana le extendió los papeles, su expresión se iluminó con una sonrisa maternal.

—Estos son algunos documentos que deben ser entregados al padre Charlie. Está en la sacristía, y podría necesitar un poco de tu ayuda. Soy muy vieja para subir hasta allá.

Lilith sintió que un destello de emoción recorría su cuerpo, a pesar de que trató de disimularlo. Se levantó rápidamente, casi demasiado entusiasta.

—Sí, por supuesto, me encantaría ayudar —respondió, sintiendo que las palabras le salían más rápido de lo que pretendía.

La hermana asintió, satisfecha, y Lilith se dio la vuelta con los papeles en la mano, mientras sentia que la anticipación crecía en su interior. Cada paso hacia la sacristía parecía resonar a causa de sus tacones y se mordió el labio inferior ocultando una sonrisa. No había querido ir tras Charlie, a la espera de que él la buscara, pero eso jamás pasó.

❝𝗣𝗘𝗖𝗔𝗗𝗢𝗦 𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗔𝗟𝗘𝗦❞ CHARLIE MAYHEWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora