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La noche envolvía la mansión de Minho en una tranquilidad que solo los curiosos sonidos nocturnos parecían romper. Han estaba maravillado con cada detalle de su entorno, aunque el cansancio de haber pasado por tantas emociones y experiencias en tan pocas horas empezaba a reflejarse en sus ojos. Minho notó su expresión y, con una pequeña sonrisa, señaló el enorme sofá de su sala de estar.

-Si estás cansado, puedes quedarte aquí, aunque creo que el sofá te va a parecer un poco incómodo para dormir -comentó Minho con su tono despreocupado, aunque sus ojos brillaban con un destello de algo más-. Si te sientes más cómodo, mi habitación tiene espacio de sobra.

Han se sonrojó al captar esa oferta que, en su mente inocente, sonaba extraña. Se limitó a asentir, siguiéndolo a la habitación con pasos indecisos. Minho se recostó en su cama con la misma confianza de siempre, dándole a Han un suave golpecito en el colchón para indicarle que podía sentarse a su lado. Han, sin embargo, tomó una almohada extra y se acomodó en una pequeña alfombra junto a la cama, lo que provocó que Minho soltara una risa divertida.

-Eres el invitado, deberías estar en la cama, ¿no? -Minho le dio un guiño que pasó desapercibido para Han, quien solo parpadeó, sin comprender la insinuación.

-Oh, pero me siento bien aquí -contestó Han inocentemente-. En Venus no tenemos tantas opciones para descansar. Los Athalones solemos dormir en cápsulas pequeñas mientras viajamos entre mundos, así que este lugar... me parece perfecto.

Minho se levantó, cruzó los brazos y lo miró desde arriba con una expresión traviesa.

-¿Sabes? Deberías relajarte un poco más, Han. Aquí no tienes que seguir tantas reglas -comentó en tono juguetón

Mientras la noche continuaba, en la lejanía, las oficinas de la NASA eran un hervidero de actividad intentando saber que rayos fue lo que causo el apagón mundial. Uno de sus trabajadores, Mingi, caminaba con una mueca de frustración mientras otros discutían animadamente sobre la reciente caída de la red de comunicación por el apagón. Pero Mingi en su mente aún revivía la imagen de aquella extraña nave que había visto cruzar el cielo. Sabía lo que había visto, y esa nave no tenía nada de terrestre. Había tratado de mencionarlo a sus superiores, pero entre los mensajes y el caos por la falta de energía, nadie le había prestado atención. Molesto, decidió que guardaría esta experiencia para sí mismo, al menos hasta tener más pruebas.

De vuelta en la mansión, Minho bostezó, indicando que ya era hora de dormir. Se recostó en su cama, dejando el lado derecho de la misma vacío, lo cual, para él, era una indirecta bastante clara. Sin embargo, Jisung simplemente le sonrió desde su sitio en la alfombra, cubriéndose con una pequeña manta que Minho le había pasado momentos antes. Minho rodó los ojos con una sonrisa, dándose cuenta de que Jisung no captaba ni la mitad de sus insinuaciones.

-Buenas noches, Ji -dijo Minho con un tono que tenía un toque de ternura oculta.

-Buenas noches, Minho -respondió Ji, sonriendo levemente, y cerró los ojos con una expresión de completa serenidad.

Mientras la noche avanzaba, el alien comenzó a murmurar en sueños palabras en un idioma que Minho no comprendía, pero cuya suavidad de su tono y asentó le causó una extraña paz. El chico se volteo a mirarlo, estudiando su rostro. Con cuidado, extendió la mano y le acomodó un mechón de cabello que caía sobre su frente. En ese momento, Ji abrió los ojos, captando el movimiento de Minho y observándolo con una expresión de suave desconcierto.

-Lo siento, te movías mucho y pensé que estabas soñando con... tu planeta, supongo -dijo Minho con una pequeña sonrisa, desviando la mirada.

El alien le sonrió, aún adormecido, agradecido de que Minho se preocupara tanto por él, aunque no terminaba de entender por qué lo hacía de forma tan...cálida.

Minho regresó a su posición en la cama, pero el leve sonrojo en sus mejillas no desaparecía.

˚✧₊⁎★Alien☆.。o○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora