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Habían pasado un mes y medio desde aquella salida con los amigos de Minho, y el día a día de Han en la Tierra comenzaba a llenarse de momentos cálidos y cotidianos. Minho se encargaba de que cada día fuera una nueva experiencia para él, desde los sabores de la comida hasta las pequeñas cosas que parecían fascinantes a ojos del alienígena. Cada día y noche, Lee pedía un nuevo platillo para que Han probara todo lo que la Tierra podía ofrecer, asegurándose de que disfrutara de una variedad de sabores que dejaban en ridículo las frías sobras de su planeta, donde la comida parecía ser un privilegio monótono de las razas superiores. Han, quien hasta entonces había vivido bajo reglas estrictas y una cultura donde todo parecía frío y calculado, descubría en cada momento junto a Minho la dulzura de la vida.

Uno de los pasatiempos favoritos de Han era observar a los gatos de Minho. Nunca antes había visto seres tan intrigantes y llenos de personalidad. Se maravillaba cada vez que Soonie se metía en una caja de arena, o cuando Doongie le lanzaba una mirada desafiante, bajando las orejas y esponjando la cola como si Han fuera una amenaza. Aunque Doongie siempre parecía nervioso con su presencia, eso no impedía que Han intentara acercarse y acariciarlo, hasta que el gato le soltaba un gruñido.

Esa tarde, Doongie le gruñó de nuevo, dejando a Han con los ojos grandes y una expresión de tristeza que Minho no pasó por alto.

—Doongie, deja en paz a Jisung, no seas grosero, yo no te eduqué así —le regañó Minho, levantando al gato mientras le acariciaba para calmarlo.

Han observó la escena con una mezcla de tristeza y frustración.

—Minho, ¿por qué Doongie se pone así conmigo? —preguntó Han, tratando de ocultar el dolor que le causaba el rechazo del gato.

Minho soltó una risa suave y lo abrazó, dándole un ligero apretón en los hombros.

—No lo sé, Hannie. Tal vez siente algo de tu... ¿vibra alienígena? Los gatos son así, sienten cosas que nosotros no.

Han bajó la mirada, decepcionado.

—¿Crees que Doongie no me quiere porque soy un alien? —murmuró.

Minho lo miró con ternura, acariciándole el cabello como consuelo.

Minho sintió un apretón en el pecho al ver a Han tan triste. Sabía cuánto significaban los gatos para él; eran suaves, bonitos y le brindaban una paz especial. Aunque Doongie fuera un poco malo con el, a Han le encantaba pasar tiempo con ellos. Dori, el más cariñoso, a veces se dejaba mimar y emitía una vibración calmante que a Han le hacía sentir menos solo en este planeta extraño.

—No te pongas triste, Hannie... Doongie solo necesita un poco de tiempo para acostumbrarse. Ya verás que al final también te va a querer.

Han levantó la vista, sus ojos ligeramente húmedos.

—¿P-pero y si nunca me llega a querer? Yo... yo no le he hecho nada malo, Minho.

Minho se acercó y le acarició la cabeza suavemente, como si le estuviera dando un pequeño consuelo.

—Hannie, no podemos agradarle a todos, ¿sabes? Siempre habrá quienes sientan que somos diferentes y eso les cause incomodidad, pero eso no significa que no haya quienes nos quieran exactamente como somos. Y créeme, Hannie, Doongie eventualmente verá lo genial que eres.

Han levantó la vista, con los ojos un poco llorosos, pero llenos de esperanza.

—¿Tú me quieres, Minho? —preguntó, sin darse cuenta de lo vulnerable que sonaba.

˚✧₊⁎★Alien☆.。o○Donde viven las historias. Descúbrelo ahora