Había pasado ya una semana desde que los señores Lee habían regresado a Corea, pero, para sorpresa de Han, era como si no estuvieran realmente allí. La gran mansión seguía igual de silenciosa que antes, y la rutina familiar era muy diferente a lo que él esperaba. Han solía imaginarse que la familia se reuniría alegremente para desayunar juntos cada mañana, como en las películas que Minho le mostraba en la sala, con risas, conversaciones y un ambiente cálido. Pero la realidad era otra. Cada mañana, Han se encontraba desayunando solo con los hermanos Lee.Dahyun, la señora Lee, salía temprano casi siempre. Se preparaba un batido de frutas y vegetales que parecía sacado de otro planeta —incluso para Han—, y se marchaba a una sesión de fotos o a alguna reunión con sus amigas. Mientras tanto, el señor Eun Woo apenas pasaba tiempo con ellos, pues prefería encerrarse en su oficina para hacer llamadas de negocios o se iba directamente a sus empresas. La mansión podía estar llena de vida, pero parecía carecer del calor familiar que Han esperaba encontrar.
Un día, durante una de esas mañanas, Han notó que Seungmin parecía más callado de lo habitual. Estaba sentado en la cocina, mirando por la ventana mientras removía su café con una expresión vacía. El alien, preocupado, se acercó y lo llamó con su voz suave.
—Minnie, ¿estás bien? —preguntó Han con genuina preocupación.
Seungmin parpadeó, como si despertara de un sueño, y forzó una sonrisa para su amigo.
—Oh, Hannie, sí, estoy bien. Solo estaba pensando en... cosas, supongo —intentó decir, restándole importancia. Pero Han sabía que no era cierto.
—No me mientas, Minnie. Te noto triste, puedo sentirlo. —El alien frunció el ceño, mirándolo con sus grandes ojos oscuros que parecían ver a través de él.
Seungmin suspiró, dejando la taza de café a un lado y apoyando la cabeza en sus manos.
—Es solo que... —comenzó a decir, pero se interrumpió, sintiendo una oleada de emociones que le costaba poner en palabras—. Echo de menos a mi mamá, ¿sabes? Antes, cuando éramos niños, ella solía estar más tiempo en casa. Nos levantaba con el desayuno listo, nos abrazaba y nos hacía bromas. Pero ahora... apenas la vemos. Siempre está ocupada con su trabajo y, aunque lo entiendo, me duele. Extraño esos momentos en los que éramos una familia normal. —Su voz tembló ligeramente, y Han pudo ver cómo los ojos de Seungmin se llenaban de lágrimas.
Sin pensarlo, Han rodeó a Seungmin con sus brazos en un abrazo cálido, apretándolo contra su pecho. Aunque no entendía del todo las emociones humanas, sabía que a veces un abrazo era lo único que alguien necesitaba.
—Siento que estés triste, Minnie. Pero yo estoy aquí ahora. Y no pienso irme. —Le susurró Han, acariciando suavemente su cabello.
—Lo sé, Hannie. Y estoy muy agradecido por eso. —Seungmin se separó un poco del abrazo, secándose las lágrimas con el dorso de la mano, sonrojado por haber mostrado tanta vulnerabilidad—. Sabes, antes de que llegaras, Minho se la pasaba encerrado en su cuarto todo el tiempo, y Sunghoon siempre estaba ocupado con sus propios amigos. Me sentía... como una rueda de repuesto. Pero desde que estás aquí, todo ha cambiado. Nos has unido, Hannie. Has traído algo especial a esta casa.
—Oh, Minnie... —Han sonrió, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una calidez indescriptible—. Yo también me siento parte de esta familia gracias a ustedes.
En ese momento, Sunoo apareció en la puerta, observando la escena con una gran sonrisa en su rostro.
—¡Ay, pero qué escena tan tierna! —exclamó Sunoo, llevándose las manos a las mejillas—. Ustedes dos son adorables. ¡Ah, por cierto! El desayuno está listo. Los estamos esperando en el comedor.
—¡Ya vamos! —dijo Seungmin, recuperando su energía habitual, y tomó la mano de Han para ir juntos hacia el comedor.
Al llegar, fueron recibidos por una escena como sacada de un drama familiar: los hermanos Lee y Felix, riendo y charlando alegremente mientras servían hotcakes y huevos revueltos. El olor a mantequilla y sirope llenaba el aire, y Han se sintió como si estuviera en uno de esos momentos de las películas que tanto le gustaban.
—¡Vengan a sentarse! —dijo Felix, colocando los vasos de jugo en la mesa—. Hoy tenemos un desayuno especial.
Han se sentó junto a Minho, y Seungmin tomó asiento al lado de Felix. La conversación fluyó de manera natural, como si fueran una verdadera familia. Seungmin contó sobre su reciente cita con Chan, un chico al que había conocido en la escuela, y los demás lo escucharon con atención, bromeando y haciendo comentarios divertidos.
—Entonces, ¿te tomó de la mano? —preguntó Sunoo, haciendo que Seungmin se sonrojara.
—¡Claro que no! Fue solo una cita normal —se defendió Seungmin, aunque la sonrisa en su rostro decía lo contrario.
Minho se inclinó hacia Han, susurrándole al oído.
—Sabes, antes estas conversaciones nunca pasaban. Tú trajiste este cambio a la casa. —Minho le dio un suave apretón en la mano, haciendo que Han lo mirara sorprendido, sintiendo una sensación cálida en su estómago.
Después del desayuno, todos ayudaron a limpiar. Han y Minho se ofrecieron a lavar los platos mientras Seungmin y Felix se encargaban de la mesa. Cuando terminaron, Felix se despidió de todos y se marchó, pues tenía otros compromisos.
Mientras tanto, Han se quedó de pie junto a Minho, viendo cómo el sol de la mañana iluminaba el jardín a través de la ventana de la cocina. Los dos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la paz.
—Oye, Minho... —Han rompió el silencio—. He estado pensando. Todos aquí tienen teléfonos y pueden hablar con sus amigos o ver cosas divertidas. ¿Por qué yo no tengo uno?
Minho se giró para mirarlo, apoyándose contra la encimera con una expresión pensativa.
—No estoy seguro de si sería buena idea, Hannie. —Minho suspiró—. Podrías encontrarte con cosas que no entiendes o con personas que no sean amables contigo. El mundo de las redes sociales puede ser muy cruel.
—¿Por qué sería cruel? —preguntó Han, frunciendo el ceño—. Tú siempre me proteges, pero no creo que algo tan pequeño como un teléfono pueda ser peligroso.
Minho soltó una risa suave, pellizcando las mejillas de Han.
—Porque eres demasiado inocente y lindo para este mundo turbio. No quiero que te lastimen.
Han le devolvió una sonrisa amplia, tomando la mano de Minho.
—No importa si el mundo es cruel. Mientras tú estés aquí, creo que todo estará bien.
Minho se quedó en silencio por un segundo, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban por las palabras de Han. Soltó una risa nerviosa y apartó la mirada.
—¿Sabes qué, Hannie? —dijo Minho—. Tal vez te consiga un teléfono después de todo. Pero solo si prometes no hablar con extraños ni creer en todo lo que veas.
—¡Prometido! —exclamó Han con entusiasmo—. ¿Y ahora podemos ver una película?
—Lo que el príncipe quiera —dijo Minho con un guiño, haciendo que Han riera.
Los dos se dirigieron hacia la sala, riendo y hablando sobre qué película verían, dejando atrás los problemas y disfrutando de ese momento que sentía como un pequeño trozo de felicidad. Y por primera vez en mucho tiempo, Minho se dio cuenta de que tal vez, solo tal vez, su casa se había convertido en un verdadero hogar gracias a Han.
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˚✧₊⁎★Alien☆.。o○
Fanfiction☆*:.。. "Han, un alienígena, se estrella sin querer en el patio de Minho, un joven serio pero amable. Entre nuevos sentimientos, ambos se embarcan en un viaje inesperado hacia el amor." .。.:*☆ NO SE PERMITEN ADAPTACIONES!!!