Aldebert, con el corazón palpitante y la mente agitada, buscaba una salida. Sabía que las cosas estaban a punto de empeorar en la mansión, y no podía permitir que su hija Alisson se sintiera sola en este tumulto. Así que, a escondidas de Myriam y Justin, tomó su viejo Nokia 3310 y marcó el número de Evelyn Rothschild.
La voz suave y amable de Evelyn resonó al otro lado de la línea, infundiéndole un poco de calma. Ella siempre había sido un faro de luz en la familia, una figura maternal que se preocupaba genuinamente por el bienestar de todos.
—Aldebert, querido —respondió Evelyn con su tono acogedor—, ¿qué sucede?
Aldebert se aseguró de que nadie estuviera escuchando y, con un susurro tenso, comenzó a explicar la situación. Habló en términos vagos, utilizando referencias clave para que Evelyn entendiera la gravedad del asunto sin levantar sospechas.
—Las cosas se han vuelto difíciles aquí. Myriam ha tomado decisiones que afectarán a Alisson... y ahora Justin está aquí, viviendo con nosotros. Temo por el bienestar de mi hija.
Evelyn escuchaba atentamente, su corazón se llenaba de preocupación al oír sobre el control creciente que Myriam ejercía sobre Alisson. Ella sabía lo posesivo que podía llegar a ser Justin y lo manipuladora que era Myriam.
—No te preocupes, Aldebert —dijo Evelyn, su voz ahora firme—. Me aseguraré de hablar con Alisson. Le haré llegar un mensaje y, si es necesario, iré a verla. Ella necesita saber que tiene apoyo.
Aldebert sintió un alivio inmediato. La idea de que Evelyn estuviera dispuesta a ayudar a su hija le daba esperanzas.
—Gracias, Evelyn. Eres una bendición. Por favor, dile que siempre puede contar conmigo.
—Lo haré, Aldebert. Mantente fuerte y cuídate —respondió Evelyn antes de colgar.
Mientras Aldebert guardaba el teléfono, una pequeña chispa de esperanza comenzó a brotar en su corazón. Sabía que aunque las cosas parecieran sombrías, siempre había una manera de luchar por la libertad y el bienestar de Alisson. Su amor por su hija lo impulsaría a hacer lo que fuera necesario para protegerla.
Al otro lado de la casa, Alisson se encontraba en su habitación, sintiéndose atrapada y sola. Sin saberlo, una red de apoyo comenzaba a tejerse a su alrededor, y la posibilidad de liberarse de las cadenas que la ataban a su madre y a Justin empezaba a tomar forma.
Evelyn se encontraba sumida en un torbellino de emociones, el corazón pesado por la traición de su prima Myriam. Las risas y juegos de sus hijos parecían lejanos en comparación con la angustia que sentía por Alisson.
Nikandr, su esposo, notó la preocupación en el rostro de Evelyn y se acercó, inclinándose para colocar una mano suave en su hombro.
—¿Qué sucede, querida? —preguntó en un tono suave, intentando entender la tormenta interna que la consumía.
Ella levantó la vista, los ojos brillantes de lágrimas contenidas.
—Nikandr, no puedo creer que Myriam haya llevado a Justin a la mansión de Aldebert. Alisson necesita apoyo y ahora se siente más atrapada que nunca. —Evelyn se pasó una mano por el cabello, intentando ordenar sus pensamientos.
Los dos pequeños, Salomon y Eva, entraron en la habitación discutiendo animadamente en ruso, sus voces llenas de la inocencia propia de la niñez.
—¡Yo quiero el pastel de chocolate! —exclamó Salomon, estirando la mano hacia el plato donde el postre reposaba tentadoramente.
—¡No! ¡Yo lo quiero! —protestó Eva, empujando a su hermano de manera juguetona.
Nikandr sonrió al ver a sus hijos en esa dinámica, pero rápidamente volvió su atención a Evelyn.
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Viviendo con los Marriot
FanfictionEn lo más alto de la sociedad europea, la familia Marriot-Rothschild se ha labrado un nombre asociado al poder, la elegancia y la influencia. Desde sus raíces en la antigua aristocracia hasta su ascenso como uno de los linajes más respetados y temid...