Capitulo 32: Los celos de Edna

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Mientras Alessia, Monroe y Goleo caminaban por los pasillos del prestigioso colegio Waldorf, la conversación fluía de manera ligera y animada. Goleo, siempre bien informado, les comentaba sobre el próximo Mundial de Fútbol 2006, mencionando que muy probablemente Alemania sería la sede del torneo.

—¿Te imaginas? —dijo Goleo con entusiasmo, ajustándose la correa de su mochila—. Un Mundial aquí, en Alemania. Sería increíble. Todo el país estaría lleno de turistas, los estadios vibrando con cada partido. ¡Es una locura!

Alessia, con su típica elegancia, sonrió y asintió, mientras ajustaba una hebra de su cabellera rubia.

—¡Sería un espectáculo verlo de cerca! —respondió la zorrita albina con una chispa de curiosidad en su mirada—. Aunque no sé mucho de fútbol, me encanta la energía de esos eventos.

Monroe, siempre más atrevida, dio un pequeño salto de emoción mientras caminaba.

—¡Obvio! —exclamó la loba café—. Nosotras seríamos las porristas oficiales del equipo del colegio para cuando todo ese show empiece, ¡y tal vez hasta nos llamen para animar en algún partido importante!

El grupo llegó al área de inscripciones, donde se podía ver una fila de estudiantes, en su mayoría chicas, que estaban allí para inscribirse en las audiciones de porristas. El ambiente estaba lleno de emoción y nerviosismo.

—¿Así que también vas a probar suerte como porrista, Alessia? —preguntó Goleo, alzando una ceja con una sonrisa traviesa.

Alessia se encogió de hombros con una sonrisa.

—Bueno, Monroe me ha convencido de que al menos lo intente. No puedo decir que sea algo que me haya imaginado haciendo, pero... ¿por qué no?

Monroe le dio un codazo juguetón.

—¡Claro que sí! Vamos a ser el dúo dinámico de las porristas, ¿verdad, Alessia?

Mientras conversaban, un grupo de chicas, entre ellas Edna y Anneliese, miraba desde la distancia. El ambiente estaba tenso, ya que Edna parecía decidida a ser la líder del equipo, y la presencia de Alessia y Monroe solo aumentaba su determinación. Sin embargo, Goleo, ajeno a esa tensión, solo sonreía con naturalidad, disfrutando de la compañía de las dos chicas más influyentes del colegio.

Al llegar al gimnasio, Goleo decidió esperar afuera mientras Alessia y Monroe entraban a inscribirse para las pruebas de porristas. El león apoyó su espalda contra la pared, sacando su teléfono para matar el tiempo, cuando, de repente, una figura conocida se le acercó con pasos algo torpes. Era Edna Van Der Woodsen, la pastora alemana de cabello negro.

Edna respiró hondo, intentando parecer relajada, aunque su nerviosismo era evidente. Se plantó frente a Goleo, esbozando una sonrisa algo forzada, y luego decidió presentarse de manera directa.

—Hola, soy Edna —dijo, con la voz algo temblorosa pero segura—. No sé si nos hemos visto antes, pero... solo quería saludarte.

Goleo, siempre amable y tranquilo, le dedicó una sonrisa cálida, notando su torpeza pero sin hacerlo evidente.

—Hola, Edna. Claro, te he visto por ahí en clase de alemán, ¿no? —respondió el león, haciendo un esfuerzo por recordarla.

El simple gesto de recordarla hizo que Edna sintiera una pequeña victoria dentro de sí, relajando un poco su postura. Intentó continuar la conversación.

—Sí, exacto... No quería molestarte, solo pensé que... bueno, que podríamos conocernos mejor. Parece que conoces bien a Alessia y Monroe, y... bueno, yo también he estado pensando en unirme al equipo de porristas.

Viviendo con los MarriotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora