Todavía ni empezaba y ya quería que terminara.
Después de la traición de Rose, entre todos los hombres me agarraron y ataron obligándome a caminar atrás de ellos. Y entre empujones, golpes y escupitajos bajé desde la Roca hasta el inicio del bosque.
Mis pies dolían de tanto caminar, los ojos los sentía tan secos que no me permitían llorar, sentía mi corazón en la garganta y todas mis extremidades entumidas por el miedo y por la espera casi eterna.
La noche había caído al mismo tiempo que la lluvia cesaba. Cada gota que me cayó lo sentía como la furia de Dios.
Había cometido pecado y era la hora de enfrentar las consecuencias.
De reojo miraba a Rose. Se mantenía cerca de Jonathan y con la vista gacha; yo solo deseaba que me mirara una última vez solo para saber si se arrepentía de su traición.
Yo le había dado todo mi amor y a cambio hizo mi sentencia.
Que tonta fui.
Mi madre y Margaret no habían criado una tonta y un así lo fui.
—¡Muévete, bruja!
Mis pies se encontraron entre ellos y caí a causa del empujón del mejor cazador de brujas.
Mis rodillas y las palmas de mis manos sangraban sin parar por todas las recientes caídas y la suciedad me cubría mi ropa.
Ya no puedo levantarme...
Es mi fin. No puedo más.
¡Dios perdóname!
—¡Levántate! —me gritó Jonathan desde arriba.
A los segundos empecé a sentir miles de patadas a mis costados al igual que empecé a sentir los escupitajos.
No aguantaba más golpes, sentía que mi consciencia se iba y regresaba con cada golpe en la cabeza.
—¡Ya basta! —ordenó Jonathan—. Preparen la hoguera.
Mi cuerpo empezó a temblar al oír esas palabras.
Me quemarán viva.
Ese es mi castigo por amar.
Por primera vez en todo el recorrido había caído en cuenta que esta noche seré juzgada como bruja. Y si tenía suerte solo sería por cortos minutos y no lo prolongarían torturándome.
Aún en el suelo y entre temblores tuve la valentía de subir la vista.
Estábamos a nada de llegar a la mitad de la plaza con la hoguera esperando por mí.Miré a mi alrededor topándome con el pueblo viéndome con una mezcla de miedo y furia.
Mi primer sollozo y lágrimas salieron cuando mi mirada se posó en un punto en específico.
Mi madre no me miraba, pero estaba ahí, Miriam lloraba en silencio aferrada del brazo de Margaret quien se mantenía tensa viéndome fijamente sin expresión alguna. Por último, mi padre estaba a unos pasos más adelante de ellas, también sin expresión.
Ahí fue cuando me di cuenta que no solo los había decepcionado.
Sino que también había roto una promesa. La promesa de volver a casa con vida.
Porque después de hoy, yo no volvería y todos lo sabíamos.
Les había fallado.
Tantas lecciones, tantas advertencias y aun así fallé.
—¡Qué te levantes! —Jonathan me levantó con brusquedad y me obligó a caminar hasta la hoguera.
Sin poder evitarlo pasé frente mi familia. La vergüenza me consumía, así que solo me permití verlos de rojo.
—Mica... ¡Haz algo, padre! —alcancé a oír el murmuró de Miriam—. Por favor.
—Silencio —advirtió mi madre.
—Mica... —volvió a decir.
Yo con todo el dolor de mi alma tuve que ignorarla y ser indiferente a ellas. No podía permitir que por mi desobediencia arrástralas a ellas también.
Que mi error les sirviera de aprendizaje.
Al llegar a la hoguera me amarraron con fuerza de mis extremidades. Jonathan Janssen daba unas palabras, pero lo ignoraba.
Yo solo quería ver por última vez a la plaza que amaba recorrer, a mi familia que les fallé y a la silueta de la Roca que fue testigo de cuanto pude amar.
Cuando menos lo esperaba, la primera antorcha cayó a mis pies sin siquiera rozarme comenzando a quemar lo que estaba destinado a arder.
La madera crujiendo conforme las llamas se alzaban eran opacabas por los gritos de júbilo y furia de los presentes.
Bajé la mirada y el fuego estaba a nada de alcanzarme. Con miedo aparte la mirada y por última vez mis ojos se toparon con los verdes que amaba.
Rose se encontraba algo lejos de mí, pero aun así podía ver su rigidez. No sabía con certeza si se arrepentía o si sentía culpa, pero quise pensar que sí.
El humo se empezaba a almacenar en mis pulmones obligándome a toser y el fuego danzaba abrazándome con su calidez.
De manera inesperada un ardor que jamás había experimentado se hizo presente. Sin poder evitarlo mis gritos se mezclaron con los del pueblo y las lágrimas de dolor resbalaban.
Las llamas me habían alcanzado y no terminarían hasta cubrirme por completa.
Sentía mi garganta rasgarse con cada grito, mientras las llamas subían. En un intento de distracción miré a donde estaba mi familia. Ninguno me miraba, pero yo sí.
Padre, por favor sálvame.
Lo lamento tanto, Margaret.
Miriam no debió verme así.
Les falle.
Por favor perdónenme.
Rose te amo. No debiste.
Padre cuida a las mujeres de tu familia.Mami...
No resistía más, así que cerré los ojos con la imagen mental de mi familia y me dejé ir.
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Lavinia
RomanceSi alguien me hubiera advertido que todo terminaría como empezó, no hubiera corrido el riesgo. ¿O sí? [...] Primeras palabras escritas: 16/03/2022 Primer capítulo publicado: 26/04/2024 Últimas palabras escritas: 11/10/2024 Último capítulo publica...