No sabía si sentía ese vacío dentro de su pecho porque Agnes ya no volvería a casa con ellos o porque ir a la boda se sintió más como haber ido a un funeral.
Si lo pensaba en retrospectiva, había sido un poco como eso, porque a pesar de que su hermana seguía con vida, pudo ver que debajo de ese costoso vestido, sólo había un cascaron vacío sin alma alguna. Vio como el brillo en sus ojos se había apagado y como su sonrisa se extinguía para siempre.Temía por Agnes, temía que Lester le hiciera daño, temía que su delicada hermanita no soportara vivir con aquel hombre.
Quiso impedir aquella boda, lo pensó e incluso intentó hacerlo durante la ceremonia dejándose llevar por su corazón, pero ya era demasiado tarde para eso, Agnes era oficialmente una Taylor y el final feliz que ella había deseado toda su vida, uno tan irreal como sólo las historias que Levi le contaba podía ser, simplemente se desvaneció en el aire como escarcha plateada, convirtiéndose con una rapidez preocupante en partículas de lo que siempre fue; nada.
El salir de la iglesia y subir al carruaje rumbo a la fiesta se sintió como una eternidad agonizante. El resonar de las ruedas de metal y las sincronizadas pisadas de los corceles creaban una melodía dolorosa en sus oídos, era como si cada sonido se multiplicara por mil y se volvieran insoportable.
Por un momento pensó que aquello no le afectaría tanto, pero realmente le estaba doliendo tanto el alma que sentía que apenas y podía respirar.
Agnes se había ido, y ella presenció aquello vestids con elegancia, luciendo tan falss como el resto de los invitados en aquella boda.
Se sentía asqueada de sí misma.
En la fiesta se la pasó sentada en una silla. No tocó los postres que decoraban la mesa, tampoco probó un sólo bocado de aquellos platillos que sirvieron durante la noche. Tampoco aceptó ninguna invitación de baile de los hermanos Taylor ni de ningún otro hombre. Simplemente se quedó sentada, contemplando su alrededor como una simple espectadora.
— Cariño... — el llamado de Cora la sacó de sus pensamientos.
Apartó su vista de la nada y miró a su madre, encontrándose con el entristecido y preocupado rostro de esta.
— ¿Mm?
— No has probado tu comida — afirmó, señalando el plato con la comida totalmente intacta.
— Siento como si mi estómago estuviese cerrado, mamá — explicó, apartando su vista, dirigiéndola esta vez hacia la pareja de recién casados.
Lester reía mientras parecía estar manteniendo una entretenida conversación con otros hombres, sosteniendo la cintura de su esposa. Ella por su lado, sólo mantenía una sonrisa pequeña, luciendo tan incómoda e infeliz que se le helaban los huesos de tan sólo imaginarse en aquella situación.
— No te preocupes — su madre habló una vez más —, una persona como Agnes vivirá bien al lado de alguien como Lester.
— ¿Una persona como Agnes? — inevitablemente en su tono se escuchó la indignación — ¿A qué te refieres con eso?
— Florecita...
— ¿Crees que porque ella es sumisa y obediente esto es algo bueno para ella?
— Nunca dije eso, sólo digo que...
— Agnes no puede ser feliz con él, no lo ama y le tiene miedo — molesta, la interrumpió —. Lo has vivido, ¿cómo siquiera dices que ella estará bien?
— ¿Qué sentido tiene pelear por algo inevitable, Daisy?
La joven pelinegra abrió su boca en busca de una respuesta, misma que no pudo dar ante el creciente dolor en su pecho. Su madre, Cora Russ, le estaba pidiendo que se rindiera.— ¿Mamá? — la miró con dolor reflejado en sus pequeños ojos.
La pelinegra suspiró y simplemente cerró sus ojos, apretando sus párpados, pareciendo luchar consigo misma para evitar... algo.
— Sólo... sólo deja las cosas así, de nada sirve gastar energía pensando en ella, deberías pensar en ti y en cambiar.
— ¿Qué estás diciéndome?
— En pocos meses cumplirás veinte años y el compromiso será inevitable — le recordó con un tono frío —. Deberías pensar en ti y como sobrevivir a lo que se viene.
Algo que Daisy York tenía muy claro era el no esperar demasiado de nadie, incluso si se trataba de Damian, tenía visualizado en su mente que en cualquier momento él podría decepcionarla o pedirle que se rindiera, realmente espera decepciones de cualquiera a su alrededor. Cualquiera menos de su madre.
— ¿Qué...? — el jadeo de sorpresa que abandonó su garganta fue bastante notorio — ¿Me estás...?
Retrocedió un par de pasos, alejándose de aquella mujer de piel pálida y corto cabello negro, sintiendo el verdadero dolor de una decepción inesperada.
— Florecita...
— Quieres que... quieres que me dé por vencida y acepte el destino que todos pretenden que tenga.
— Daisy — su progenitora, con cortos pasos, intentó acercarse a ella.
— Aléjate — ordeno, dejándose vencer por la oscuridad de sus sentimientos —. No te acerques a mí.
— Mi florecita, por favor...
— Nunca esperé esto de ti — sus ojos derramaron amargas lágrimas, ella no pudo siquiera intentar evitarlo —. Lo prometiste, mamá...
Ella tragó grueso, aun intentando acercarse, reteniendo el perceptible llanto.
— Sólo busco protegerte...
Daisy negó, alejándose cada vez más, tratando de evitar cualquier contacto con su madre, pasando desapercibida por casi todos en la fiesta, excepto por cierta joven pelinegra, vestida de novia con una falsa sonrisa.
Agnes rápidamente notó el conflicto desde su lugar, desconociendo la razón de este, agradeció que Daisy siguiera siendo Daisy y que esta la hiciera sentir en casa aun sin percatarse de ello. Por un momento pudo apartar de su mente toda la depresión que la estaba consumiendo.
Claro, cuando vio a Daisy apartar a Cora y salir corriendo, su aparente paz se transformó en ansiedad y preocupación. Su hermana había escapado de nuevo y ella no podría cuidar de ella como la última vez.
Cuando su menor huyó junto a aquel hombre de clase baja, ella fue quien impidió que alguien más en aquella casa de enterase de lo sucedido, permitiéndole a Daisy ser libre al menos por una noche.
Aquello le hizo pensar en qué sería de la vida de Daisy sin ellaElla no lo aceptaría en voz alta, pero el hecho de que Agnes estuviese delante siempre le daba mucha ventaja, le daba mayor libertad, mayor tranquilidad, pero sin ella, Daisy era quien pasaba a estar bajo el ojo del tigre y ella era la siguiente en la línea, lo que significaba que la atención pasaría a ella en un parpadeo y su pequeña libertad se iría de la misma forma.
Le preocupaba que su hermana no soportara aquello y que todo de lo que se había eximido ante su presencia fuese tan sofocante que no pudiera manejarlo.
Por un segundo, sintió como su mente preocupada por su futuro se relajaba al preocuparse por su hermana. Claro, duró milésimas de segundos, pues cuando su futuro la golpeo como un beso en la mejilla de su actual esposo, nuevamente la oscuridad la arrolló y la arrastro hasta lo más profundo de ella.
Ya no podía preocuparse por Daisy, ya ni siquiera podía pensar en ella misma. Se sentía vacía y enferma, como si hubiese muerto, pero aun respirara.
Odiaba aquella sensación, odiaba que el único sitio colorido en su vida fuesen sus recuerdos, mismos que desaparecerían con el tiempo, al igual que su verdadero ser.
Odiaba ser una maldita mujer.
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Butterfly ¹
Romance"Soy una oruga y no importa cuánto intenten impedirlo, algún día conseguiré mis alas y seré libre como una bella mariposa, la mariposa que siempre he sido en mi interior" •Finalizada •Segunda Parte: Butterfly Garden •Inciada: 26 de septiembre del 2...