El dolor que ya le provocaba el corsé en su torso impidió que continuase con su descanso.
Su cabeza pesaba, a la vez que su cuerpo se sentía débil, siéndole tan agotador el simple hecho de respirar.Sus pequeños y cansados ojos se abrieron, parpadeando un poco para poder ver donde se encontraba. La fría oscuridad nocturna la recibió, pudiendo apenas notar entre las sombras el cuerpo inmóvil de Damian al frente del suyo.
No podía visualizar claramente si estaba dormido o despierto, simplemente podía percibir la silueta de su cuerpo recostado contra una de las paredes de madera.
Paso su vista al oscuro techo, suspirando agotada de tanto sentir, de tanto llorar, de simplemente seguir con vida. Y ahí estana de nuevo, la presión en su pecho volviendo a molestar, haciéndola sentir tan miserable.
Derramando amargas lágrimas, se sentó con un poco de dificultad, aguantando lo más que pudo el dolor en todo su cuerpo para poder ponerse en pie finalmente.
A lentos pasos, llegó hasta la gran puerta de madera, empujándola hacia el exterior, abriéndola con un poco de dificultad ante lo oxidadas que se encontraban las bisagras, mismas que rechinaron tan fuerte que incluso provocaron el despertar del menor.
Damian abrió los ojos, entrando en pánico cuando noto que Daisy ya no estaba en la cama de heno frente a él.
Se levanto de un salto, topándose con la mayor, apoyada en la puerta, con su cabeza recostada en la madera, llorando en silencio.
— Señorita... — se acercó con lentitud, sintiendo su pecho apretarse al verla de esa manera.
Aquel era el problema de amar a alguien. Sabía perfectamente que si veía a alguien más llorando de esa forma tan devastadora y triste se preocuparía e intentaría ayudar, era el simple sentido de empatía y humanidad. Pero lo que estaba sintiendo al ver a Daisy sufrir de esa manera silenciosa y cruel, le estaba doliendo de tal forma que sentía que su corazón se estaba detenido.
Con cuidado, tomó las húmedas mejillas de la mayor, secando aquellas tristes y saladas cataratas con sus pulgares. Levantó con delicadeza el rostro de ella, chocando su preocupada mirada, con aquellos luceros tristes, luciendo tan rotos como parecía estar su alma.
— Probablemente no vaya a decirme lo que ocurre — le dijo con su voz suave —, pero... sepa que no importa que suceda, yo siempre voy a estar con usted.
Aquellas palabras sólo hicieron que el llanto de la mayor se volviera más intenso, aunque la oscuridad en su pecho tomo un poquito de color.
Damian decidió abrazarla, dejándole saber con aquel abrazo lo mucho que la amaba, permitiéndole saber que, a pesar de no conocer lo que ocurría u ocurriría en el futuro, siempre estaría ahí, a su lado.
Sabía que aquello no podía hacer mucho, ni tampoco resolvería cualquiera que fuese el problema de Daisy, pero al menos no se sentiría sola y en total abandono.
Ella se separó un poco, acercándose al menor para finalmente besar sus rosados labios, expresándole un poquito de todo lo que sentía, despejando al menos una pequeña parte de aquella neblina oscura que invadía su mente y no le permitía salir por su cuenta.
Le encantaba el sentimiento que Damian le generaba a todo su ser, a pesar de que este sólo existiera cuando él estaba ahí, a su lado, haciéndole sentir tan cálida y viva, pero cuando este no estaba la oscuridad regresaba.
Aun así, no le importaba, amaba ese sentimiento y amaba a Damian, en todas sus facetas.
Cortó el beso justo cuando sentía que sus pulmones rogaban por oxígeno. Trago grueso, aun sintiéndose mal, le sonrió a su menor, porque simplemente no podía evitar hacerlo, él era lo mejor que le había ocurrido en esos diecinueve años de vida.
— Damian...
— ¿Sí? — el menor la miró entre preocupado y curioso, con sus mejillas teñidas en color carmín.
Lo miró a los ojos, a punto de decir lo que su corazón y su alma deseaban hacer desde hace tiempo.
《Te amo. 》
Pero no pudo hacerlo, no pudo decir aquellas palabras, atorándose en su garganta, volviéndose un nudo que simplemente la lastimaba a más no poder.
— ¿Por qué no fuiste a casa? — preguntó de repente — Ya es de madrugada.
— Oh... — Damian suspiró y simplemente se alzó de hombros —. No lo sé, sentí que debía quedarme a su lado... realmente no quería dejarla sola, señorita.
La sonrisa tímida que brillo en su rostro sorprendió bastante al menor, quien realmente no se esperaba aquella reacción. Aunque con Daisy nada era predecible, siendo tan espontánea y encantadora, eso es lo que más amaba de ella.
Daisy no dijo nada más y él supo que estaba lo suficiente avergonzada para continuar la charla, por lo que, aprovecho aquellos para bajar el calor en sus mejillas y tranquilizar el alocada palpito de su corazón.
La joven aparto su mirada, dirigiendo su vista al oscuro cielo estrellado, donde una hermosa luna llena iluminaba todo el lugar, acompañada por el millón de puntitos brillantes a su lado, reluciendo belleza con tanta simpleza.
Sonrió de medio lado, olvidando todos sus pesares por unos cuantos segundos, permitiéndole a la hermosa luna obtener su atención completa.
Archer notó como su miraba recuperaba un poco de brillo y como aquella sonrisa lucía, aunque un poco triste, totalmente sincera. Le dolía verla así, pero tampoco sentía correcto presionarla para que confesara lo que sea que estuviera sintiendo.
Suspiró, enfocando su mirada también en el cielo estrellado, sintiendo paz en su interior, al menos por un instante.
No pudo evitar pensar en lo mucho que amaba aquello; el estar con Daisy, compartiendo esos momentos tan simples como bellos. Era el mejor sentimiento. Por esto, cerro sus ojos, pidiéndole un único deseo a la luna: "vivir este momento por siempre". Temiendo porque aquello fuese demasiado bueno para ser real.
Volteo hacia su mayor, esta aun perdida en la inmensidad del cielo nocturno. Sonrió enternecido, y aprecio lo hermosa que se veía bajo la luz de la luna.
Daisy inspiró profundamente, cerrando sus ojos, estirando sus brazos, sintiendo como la fresca brisa golpeaba de forma tranquilizante su cuerpo.
Damian sintió cosquillas en su estómago y realmente no pudo evitar decir lo que estaba pensando en ese momento.— Luce como una bonita mariposa — confesó, mirándole completamente embelesado.
Taehyung abrió sus ojos y volteo hacia él antes de decir:
— Soy una oruga — expreso con seriedad —, aun no consigo mis alas.... pero lo haré.
El joven asintió manteniendo su dulce sonrisa, se acercó y sostuvo su mano con suavidad, mirándola con cariño.
— Eso es seguro...
Daisy arqueo una ceja y le sonrió de forma burlona.
— ¿Creí que odiabas a las mariposas?
— Realmente... — tomó su otra mano, colocándose frente a ella, encontrando sus miradas nuevamente — no me importa mi miedo mientras se trate de usted.
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Butterfly ¹
Romance"Soy una oruga y no importa cuánto intenten impedirlo, algún día conseguiré mis alas y seré libre como una bella mariposa, la mariposa que siempre he sido en mi interior" •Finalizada •Segunda Parte: Butterfly Garden •Inciada: 26 de septiembre del 2...