Capítulo 8

4 5 0
                                    

La menor de las hermanas tocó la gran puerta de roble, desde adentro se pudo escuchar la fuerte y estremecedora voz de Benjamin York, dando el permiso para que ambas pudiesen pasar.
Agnes aun tomaba el brazo de su hermana con fuerza y esta simplemente la dejó estar porque estaba temblando, tan asustada y nerviosa por lo que le esperaba detrás de esas puertas de madera.

Entraron juntas. Daisy vio a Lester dentro, tenía una sonrisa ladeada en el rostro y no pudo evitar soltar un bufido al ver esa expresión arrogante en él. Sabía bien que algo estaba planeando.

— Siéntense — ordenó el mayor y la primera en acatar su orden fue Agnes, quien rápidamente soltó a su hermana para sentarse frente al escritorio de cedro —. Daisy, siéntate — ordenó entre dientes, con una mirada autoritaria y amenazante hacia su hijo.

Ella suspiró, sin ganas de crear problemas desde tan temprano, más de los que ya había tenido.
Se sentó y cruzó sus brazos esperando que Benjamin hablará y dijera lo que tenía para decirles esa mañana.

— Como saben, Agnes contraerá matrimonio con el hijo menor de los Taylor — empezó diciendo lo ya sabido —, por lo que se hará una merienda en la casa de ellos como ocurrió aquí, así que iremos todos.

— ¿Todos? — la más pequeña en la oficina arqueó una ceja confundida.

Ella nunca asistió a una cena de compromiso, a los esposos de sus hermanas sólo los había visto un par de veces, pudiendo ser contadas con los dedos de sus manos.

— Agnes, Sadie, Cora, tú y yo — señaló con obviedad el hombre mayor, mirándola con superioridad y rigor.

— ¿Y por qué tengo que ir yo? — Benjamin suspiró con pesadez — Oye, si vas a llevarme a algún lado por lo menos quiero saber la razón, tengo derecho de saberlo ¿no?

— Suficientes derechos tienes ya, Daisy. Vives como una reina, nada te ha faltado nunca, has nacido en cuna de horo. ¿Y pides más? — se atrevio a decir Lester.

Daisy York le destetaba.
Quiso decir algo, pero Benjamin la interrumpió, respondiendo a su pregunta, completamente agotado de lidiar con las preguntas tontas de su hija menor.

— Como sea, hoy no quiero berrinches. Irás porque quiero que su familia te conozca mejor, así puedas casarte con él la próxima primavera.

— ¿Podemos negociar eso de la boda con... este tipo? — pidió con un puchero en los labios tratando de manipularlo.

Odiaba hacerlo, de verdad que odiaba hacer ese tipo de cosas, pero a veces se encontraba tan al borde de la desesperación que recurría a esos métodos para conseguir lo que quería.

— No, no negociaremos nada.

— Pero, pa' — hizo un aniñado berrinche, alargando la última palabra haciéndole ojitos de cachorro, sintiéndose patética por actuar de esa manera frente a su hermana y Lester.

Benjamin York, el autodenominado "líder de la manada", el mandamás de villa primavera, siempre había sido débil a los berrinches aniñados de las mujeres. Sean sus hijas o sus parejas, siempre se ablandaba luego de verlos actuar como se supone actuaba una mujer.

— Hablaremos de eso después, Daisy — aclaró su garganta luego de sonreír un poquito ante la actitud aniñada de su pequeñoshija.

Eso era un sí definitivo para Daisy, sabiendo que la respuesta verdadera era ocultada con ese "hablaremos luego" para que Lester no se sintiera indignado ante tal rechazo.

Sonrió victorioso hacia el hombre, quien gruñó por lo bajo, refunfuñando, pasando desapercibido para el hombre mayor pero no para la jovencita de negros cabellos, quien aún sonreía con satisfacción.
Borrando su sonrisa de victoria al bajar la mirada y notar los nudillos del hombre marcados y pálidos, pero no fue eso lo que llamó más su atención realmente, fueron las marcas frescas de golpes y un poco de sangre entre sus puños.

Butterfly ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora