La fuerte llovizna parecía estar incrementado su potencia a cada minuto que pasaba y el resonar de las gotas chocando contra el techo ensordecían su sentido auditivo, estresándolo, sintiéndose alterada por la preocupación que sentía por el estado de su hermana menor encerrada en ese granero.
Podía imaginarse la situación; Daisy prácticamente nadando en una piscina llena de barro y piedras, con su cuerpo helado, temblando ante la falta de calor, sólo buscando y anhelando un poco de paz para poder descansar finalmente.
Corrió hasta la ventana de la cocina, visualizando como las nubes oscuras se acumulaban con mayor abundancia, haciéndole saber que la tormenta no cesaría, al menos no pronto.
Quería salir y sacar a su hermana de allí, llevarla hasta su habitación y permitirle dormir en ella, pero realmente no podía ni siquiera salir de la casa.
Benjamin conocía bien la debilidad de Cora por su única hija y por eso tomaba las medidas necesarias para evitar que aquella madre desesperada pausase el castigo de su hija por la preocupación. Con enormes candados cerró cada una de las puertas que podían dar al jardín, siendo todos los habitantes apresados durante la noche.
A nadie le importaba realmente, todos estaban ya demasiado agotados del día y lo único que buscaban era el descanso durante la noche. Quejas por el encierro no había, por lo que el que este se eliminase era completamente imposible.
— Levi, hijo— la dulce voz de Sadie lo sacó de sus pensamientos.
— Mamá — saludo con respeto a su progenitora —, ¿qué heces levantada a esta hora? Es tarde, si mi padre se entera...
— Vine por un vaso de agua, hijo — se acercó a él y pasó un mechón de cabello detrás de su oreja —. ¿Sigues pensando en Agnes? ¿Por eso te ves tan triste últimamente?
— Pensar en ella ya es una tortura — empezó diciendo —, pero en este momento... no puedo evitar preocuparme por Daisy — confesó finalmente, buscando consuelo en las dulces y sabias palabras de su madre.
— Oh, Daisy... — dijo en un tono apagado, mirando por la ventana como crecía aquella tormenta —. Esa muchacha es un completo personaje — bromeó un poco —, Cora lleva días llorando por su indiferencia.
— Es cierto — sus parpados se expandieron al recordar lo reacia que fue la joven con su madre anteriormente, siendo esta la única que lograba sacar su lado amable y cariñoso —. Desde la boda de Agnes, ha estado distante con Cora.
— Hijo, si la única persona que te apoya y acepta tal y como eres deja de hacerlo de un día para otro, cualquiera se sentiría triste e incluso enojado.
— ¿A qué te refieres con eso, mamá?
— Cora, le pidió a Daisy cambiar su comportamiento e incluso le dijo que aceptara el destino que tenía como mujer, cuando toda la vida le ha dicho lo contrario...
— Por eso huyó de la boda — comprendió finalmente, uniendo las partes en su aturdida cabeza.
— No sé cómo pudo pedirle eso — se alzó de hombros —, esa muchacha es la único que parecía realmente estar viva en esta casa.
— ¿Crees que ha estado tan triste y alejada por lo de Cora?
— Es probable — suspiró cansada —. Al final del día, hasta la flor más hermosa se marchita con la llegada del otoño y lamentablemente, a Daisy le llego su otoño.
Tragó grueso al oír aquellas palabras, sintiendo un fuerte pesar en su corazón de tan sólo recordar lo mucho que sus hermanas habían sufrido desde que tiene memoria.
Él es un hombre, por que lo no ha pasado ni la mitad de las cosas que sus hermanas, muy apesar de ser tratado despectivamente por sus hermanos por no ser como ellos y por mantenerse lejos de conflictos, las situaciones que sus hermanas han tenido que vivir no se compara ni un poco. Los golpes, los insultos y malos tratos, ser obligadas a obedecer y a someterse, siendo torturadas y expuestas a cosas inhumanas para mantenerse bellas y complacer a los hombres, hasta el punto de convertirse en un objeto sin sentimientos o emociones, hermosas por fuera, pero vacías por dentro.
Pudo verlo con Agnes y ahora estaba pasando también con Daisy. Al final del día, los hombres conseguían su objetivo, robarles el alma y los deseos, volviéndolas un cascaron hueco, totalmente vacío, bonito y despampanante, lleno de lentejuelas y elegantes joyas. Una máquina para traer al mundo descendencia y mantener viva la raza humana.
El sentimiento que crecía en su interior era tan contradictorio y confuso, odiando por sobre haber nacido como un hombre, agradaciendo por ello del mismo modo.
No sabía si podría soportar llevar la vida de una mujer, la vida de Agnes y Daisy.
En un arranque de valor y enojo, fue hasta el sector de los empleados iluminando su andar con una vela, buscando la habitación del mayordomo, guiandose sólo de la necesidad de sacar de su pecho esa preocupación desesperante.
Abrió la puerta de la habitación de aquel hombre sin elegancia o respeto, irrumpiendo en su privacidad, encontrandolo apunto de acostarse en su cama, completamentea oscuras.
— Joven York — el hombre se enderezó y reverencio uno de los herederos de aquel hogar, luciendo desconcertado a más no poder.
— Quiero las llaves del granero y también las de las puertas — pidió sin rodeos, con la voz ronca y gruesa.
— Disculpe, joven Levi — reverencio nuevamente —, no puedo entregarle eso, el señor Benjamin...
Un golpe en la madera hueca de la puerta acallo sus intentos de explicación. Levi York era el más calmado y respetuoso de los York, incluso llegaba a ser demasiado blandito para ser un hombre perteneciente a ese legado de brabucones. Mas sin embargo, frente a él se encontraba alguien diferente.
— Joven Levi...
— ¡Quiero las llaves! — ordenó con su voz gruesa y ronca.
Aquel empleado sintió en todo su cuerpo el miedo de ser atacado por ese hombre enojado a más no poder. Por lo mismo, procedió a moverse de su lugar, en busca de lo que él le estaba exigiendo, aceptando finalmente el castigo que vendría si Benjamin York se enteraba de aquello.
Él entregó el llavero, señalando las llaves que necesitaría, para después ver como el joven castaño desaparecía de su campo de visión como una ráfaga de viento, violento y alocado.
Lleno de determinación, Levi salió debajo de aquella llovizna en busca de su hermana menor. Inesperadamente, al abrir aquel granero lo único que salió de éste fue el agua sucia que se estancó dentro y algunas herramientas que parecían haberse caído de los estantes.
La ausencia de Daisy le enojó y preocupó de ambas formas, provocando una rabieta, lanzando las llaves a algún lado del jardín, gritando con enojo y desesperación.
Tantos años estuvo reteniendo aquello, que simplemente lo dejo ir utilizando la ausencia de la menor como excusa. Porque él también sufría, sufría por su familia y el dolor que aun sentía al haber dejado a su amada. Sufría por la ausencia de Agnes y las acciones precipitadas de Daisy.
Sufría por que simplemente la vida estaba siendo una total mierda para él y para todos los que amaba.
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Butterfly ¹
Romance"Soy una oruga y no importa cuánto intenten impedirlo, algún día conseguiré mis alas y seré libre como una bella mariposa, la mariposa que siempre he sido en mi interior" •Finalizada •Segunda Parte: Butterfly Garden •Inciada: 26 de septiembre del 2...