Advertencias: fem!reader, soft, dirty!words, short!chapter, etc.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Satoru Gojo—
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Comezó noviembre y él quería probar su resistencia sexual, demostrando que podría sobrevivir a un mes sin ese tipo de actividad. Después de todo, sabe que estará ocupado y no tendrá tiempo para esas cosas, aunque realmente quisiera pasarla bien con su linda novia.
Era de madrugada y Satoru recién llegaba a casa luego de un largo y agotador día de trabajo. Pasó por la sala y luego la cocina, tomando un vaso de agua para calmar la sed y el cansancio que traía al haber hecho tantas misiones en un solo día. Tras terminar con ello, fue quitándose la ropa en el trayecto hacia su habitación compartida contigo, entrando al cuarto con tan solo su pantalón de hechicería y la venda oscura que cubría sus hermosos ojos azules. Te vio allí, yaciendo dormida y acurrucada en la cama mientras abrazabas su almohada, no era novedad que te relajaba el aroma de Gojo que traía impregnada. Verte de esa forma, siempre removía algo en su corazón, un sentimiento de anhelo y protección que venía más allá de lo que podría imaginar.
Normalmente, cuando tu novio llegaba, tenía la costumbre de darte vuelta sobre el colchón y follarte el coño mientras te despertabas de golpe, aunque no te sorprendía de lo tan acostumbrada que estabas; tampoco podías quejarte ya que no lo veías tanto tiempo en el día y por lo tanto no tenían tanto sexo, así que era mejor aprovechar el momento. Pero no, hoy no podrá pasar nada de eso, él debe cumplir con el reto o lo tachararán de ser un maldito perdedor, y bien se sabe que Satoru tiene un orgullo intachable. Fue así que se dirigió a su armario y se puso ropa cómoda para dormir, quedando en tan solo unos pantalones deportivos grises y una camiseta blanca, para luego guardar la venda de sus ojos en un cajón especial. Se quedó apreciando la vista de tu forma inconsciente y la manera en que las sábanas y el suave colchón rodeaban tu cuerpo y te abrazaban.
Apagó las luces y se acostó cuidadosamente a tu lado, tratando de no despertarte de tu atrapante sueño. Te acomodó en sus brazos para que quedaras de espaldas a él y su brazo rodeara tu cintura mientras enterraba su rostro en tu cabello e inhalaba el dulce aroma que éste irradiaba. Gojo se sentía en las nubes, tu cuerpo cálido lo hacía sentir verdaderamente en casa y lo relajaba como nunca. Aprovechó la posición para quitarte su almohada y así usarla para estar más cómodo, aunque no pudo evitar sentirse algo culpabla cuando escuchó tu pequeño quejido somnoliento cuando cometió su robo. Pronto, el cansancio acumulado del día lo invadió, adormeciéndolo a tu lado, y su agarre en tu cintura se apretó un poco, como si tuviera miedo de que desaparecieras mientras duerme.
