Te deseo / Omegaverse (Chaelisa)

Capitulo 11 - Heridas

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— A ver... Ven, cuidado. — Rose ayudaba a Lisa a subir las escaleras al segundo piso, donde estaba su cuarto. — ¿No estaremos haciendo mucho ruido?

— No, estamos solas. Mi tata u mi hermana estarán fuera hasta el domingo. Ah... — Lisa seguía agarrando su costado

— ¿Te duele mucho?

— Soportable... Jejeje. Ah...

— No hagas el tonto, por favor. Venga, vamos siéntate.

Llegaron a la habitación, la hizo sentarse en la cama que estaba pegada a la pared, con un cabezote de madera negra. El cuarto era entero de madera marronacea, que olía a pino. Era cómo estar en mitad de una montaña, bastante acogedora. La cama era de matrimonio. Estaba todo bastante desorganizado, el escritorio lleno de papeles sueltos, y hojas desperdigadas con tachones. Tenía muchas fotos en marcos, ropa en el suelo. Tenía su propia cierto de baño, con bañera. Era todo muy Lalisa Manobal. Y Rose se sentía envuelta en la esencia de la pelinegra, no le desagradaba estar ahí.

— ¿Dónde tiene el botiquín?

— No estoy muy segura, la verdad es que no puedo prestar con claridad...

— Mmm... No te preocupes. Ya lo encontraré. Y si no, me las arreglaré con lo que pueda.

Día al baño, y se hizo con algodones, antisépticos, tiritas, gasas, suero y esparadrapo. Los dejo al lado donde estaba sentada Lisa, también rebusco en el armario cociendo un pantalón cortó de deporte y una camiseta cualquiera.

— Ven, levanta los brazos. Te voy a cambiar la ropa, estás llena de sangre.

— Uff. No puedo...

— Venga, Lalisa. No seas quejosa. — Le empezó a desabotonar los botones de delante. — Déjame ver... — Lisa seguía apretando el costado. — Si no me dejas ver cómo piensas que te voy a curar, ¿Eh?

Lisa apartó su mano del costado, cerrando los ojos y soplando, intentando controlar el dolor. Rose se llevó las manos a la boca.

— ¡Dios mío, Lisa! ¿Que tienes ahí? — Una mancha importante de sangre impregnada a la camisa por el lado donde llevaba todo el rato agarrando.

— No es nada...

— ¿Cómo que no es nada? ¿Que te han hecho, Lisa? ¿Te han clavado algo?

— No... no. Me lo hice durante el partido.

Le separo la camisa para ver la piel, y efectivamente tenía un vendaje manchado completamente de sangre. Las patadas y puñetazos debieron de volver abrirlo.

— Vale... Aguanta un poquito, ¿Si? — Le retiró la camisa con delicadeza, tirándola al suelo. Quitó el vendaje sin dificultad alguna pues la sangre húmeda ya la había separado de la piel.  Comenzó a lavarle la herida con suero, le quitó cómo pudo las manchas de sangre, con un poco de agua oxigenada. Era cómo un rasguño bastante profundo. Debió ser un golpe bastante fuerte, porque ya tenía una hemorragia por todo el lado.

— Si no me hubiera dado el puñetazo el la herida, no se la hubiera puesta tan fácil. Se intentaba justificar, por el rapapolvo que había recibido.

— Si no te hubieras metido, no habrías acabado así.

— ¡Sí no me hubiera metido a saber que te hubieran echo! — Bufó. — Lo siento... Solo de persa lo me pongo de malas. ¿Cómo estás?

— A mi no fue la que me dieron una paliza.

— Rosie... — Le posos la mano en la mejilla con afecto, y le retiró los mechones que le caían por los ojos. — Me preocupo por ti...

— Pues si cada vez que te preocupes por mi vas a terminar así, ahórrate la preocupación. — Decía mientras le retiraba la mirada, para concentrarse en el corte. Lisa se mordió el labio y exhaló.

— ¡Pues estoy contenta de que me hallan dado una paliza! — Sonrió mirando al techo de la habitación.

— ¿Que estás diciendo? — Rose se enfadaba por las tonterías que decía la pelinegra.

— Si. ¡Recibiría mil palizas más!

— Estas de broma, ¿No?

— Si el premio es que me cuides, ¿No sería tan malo, no? — La miraba contenta. Rose suspiró, por las ocurrencias de la capitana.

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