La biblioteca estaba en silencio, excepto por el suave rasgueo de lápices y el crujido ocasional de las páginas. Yutong estaba sentado junto a WeiYun, mirando su libro de matemáticas, pero su mente ya estaba en cualquier otra parte. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, y cada tanto, sus ojos se desviaban hacia la ventana, donde el cielo azul lo llamaba a cualquier cosa menos estudiar.
—Te distraes muy fácil, ¿lo sabías? —dijo WeiYun, inclinándose hacia él, con una sonrisa en los labios. Su tono era suave, casi divertido.—Ah, sí... —murmuró Yutong, sin siquiera notar cómo WeiYun se había acercado un poco más de lo normal—. Supongo que no soy muy bueno para esto. Los videojuegos son más mi estilo.WeiYun sonrió, apoyando la barbilla en su mano mientras lo observaba. —Sabes que si quieres mejorar, yo estoy aquí para ayudarte siempre. Me gusta pasar tiempo contigo —añadió, dejando caer su comentario con una mirada directa.Yutong levantó la vista por un segundo, pero solo asintió con distracción. —Eres demasiado bueno conmigo, WeiYun. Deberías preocuparte más por ti mismo, no por mí.WeiYun soltó una risa suave, casi exasperada. —Claro, porque preocuparme por ti no tiene nada que ver conmigo —murmuró, pero Yutong ya estaba mirando la hora en su reloj, claramente sin captar la indirecta.—Voy a caminar un poco —dijo de repente, levantándose y estirándose, sin notar el suspiro resignado de WeiYun.
Yutong comenzó a caminar por los estantes, sin rumbo, y sin saberlo, hizo caer una pila de libros en el proceso.
Los libros cayeron ruidosamente, y Yutong se agachó con rapidez para recogerlos. Entre ellos, había uno que no parecía encajar con el resto. Aunque estaba forrado en papel, algo en su textura y peso era extraño. Yutong lo miró por unos segundos y, con su curiosidad despertada, lo abrió.En lugar de problemas de matemáticas, encontró símbolos y palabras que no podía entender, pero que le resultaban hipnóticas.—¿Qué rayos es esto...? —susurró para si mismo.
De regreso a la mesa, WeiYun alzó la vista cuando Yutong se acercó con el libro bajo el brazo.—¿Encontraste algo interesante? —preguntó con una sonrisa, claramente intentando retomar la conversación.—Nah, solo este libro raro. Estaba forrado como si fuera de matemáticas, pero no lo es. Es... raro —dijo Yutong, mostrándoselo brevemente, sin darle mucha importancia—.
Creo que intentaré estudiar por mi cuenta hoy. No quiero molestarte todo el tiempo. WeiYun lo miró, alzando una ceja, pero no pudo evitar sonreír ligeramente. —Sabes que nunca me molestas, Yutong. Si fuera por mí, pasaría cada día contigo.
Yutong sonrió sin comprender la intención detrás de esas palabras. —Eres demasiado amable, WeiYun. ¡Deberían darte un premio por eso!
WeiYun rodó los ojos suavemente, resignado a que sus coqueteos seguirían pasando desapercibidos. —Si tú lo dices... —susurró.
Yutong, completamente ajeno a todo, guardó el libro misterioso en su mochila, sin darse cuenta de lo que estaba por desencadenar.