CAPÍTULO 2

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Al llegar a casa, Yutong dejó caer su mochila en el suelo, sintiendo el peso de la jornada escolar en sus hombros. Se dirigió a su habitación, un espacio pequeño y desordenado que reflejaba su personalidad: carteles de videojuegos en las paredes, ropa esparcida por el suelo y una colección de videojuegos en una estantería. Sin embargo, lo primero que hizo fue sacar el misterioso libro de rituales de su mochila.

Al desforrarlo una cubierta negra, pulida y elegante, captó su atención de inmediato. Un brillo dorado le dio la bienvenida, y el título Liber Daemonium Sanguis se dibujó ante sus ojos. La curiosidad lo invadió, y una sonrisa emocionada apareció en su rostro.

—¿Qué demonios es esto? —murmuró, el corazón latiendo más rápido.

Al abrir el libro, se sintió como un explorador que había descubierto un tesoro escondido. Las páginas estaban llenas de símbolos extraños y palabras en un idioma que le era desconocido, pero la disposición de los rituales lo atrapó. Finalmente, encontró un ritual que prometía invocar a un vampiro que podía conceder deseos. Su corazón dio un salto. Esa promesa resonó en su mente como un eco tentador, cada palabra brillando como una chispa de esperanza en medio de su ansiedad académica.

Sin embargo, pronto se sintió culpable. Había estado prometiendo a WeiYun que se esforzaría por su cuenta, y una parte de él sabía que invocar a una criatura mística no era la solución a sus problemas. Yutong frunció el ceño, debatiéndose entre el deseo de mejorar en sus estudios y la sensación de traicionar la confianza de su amigo.

Finalmente, decidió ocultar el libro en un lugar donde su madre o su padre no pudieran encontrarlo. Lo guardó bajo su cama, alejándolo de las miradas curiosas, como si al hacerlo pudiera ocultar también sus propios miedos y frustraciones.

Con el libro oculto, sintió una punzada de ansiedad. Se dirigió a la cocina en busca de un vaso de agua, tratando de despejar su mente de las voces que murmuraban en su interior. Mientras llenaba el vaso, su mirada se posó en la mesa, donde su madre había dejado un recordatorio sobre el próximo examen de matemáticas.

—Si no saco buenas notas, me va a regañar —pensó, sintiendo un nudo en el estómago. Su hermana seguramente se burlaría de él, riéndose de sus fracasos, y esa idea lo incomodaba profundamente.

La presión de las expectativas familiares, sumada a su deseo de no decepcionar a WeiYun, lo motivó a regresar a su habitación con una determinación renovada. Se sentó frente a su escritorio, respirando hondo, y se sumergió en los libros de texto. Los números y fórmulas comenzaron a bailar ante sus ojos, pero a medida que la noche avanzaba, el cansancio se hacía más pesado.

Las horas pasaron y, aunque había completado su tarea, se dio cuenta de que aún no había comprendido completamente el tema que había estado revisando. La lucha entre el cansancio y el deseo de triunfar era real y desgastante.

Finalmente, se rindió ante el sueño que comenzaba a arrastrarlo hacia un profundo abismo. Se metió en la cama, rodeado de sombras que parecían cobrar vida a su alrededor. A medida que cerraba los ojos, la oscuridad lo envolvió, y su mente se sumergió en un mundo de sueños.

En ese mundo, se vio atrapado en un océano de números y fórmulas que se retorcían y cambiaban a su alrededor, formando un laberinto infinito. Flotaba entre ecuaciones que parecían burlarse de él, y el pánico comenzó a apoderarse de su ser. Yutong no estaba seguro de si era un sueño o una pesadilla. Se sentía perdido, con la sensación de que las respuestas que tanto deseaba estaban a solo un paso, pero nunca podía alcanzarlas.

Mientras intentaba nadar en esa marea de incertidumbre, una voz susurrante, suave y seductora, comenzó a llamarlo desde el fondo. —Yutong, busca la solución más allá de los límites de tu realidad...

El eco de esas palabras resonaba en su mente, como un mantra que lo impulsaba a buscar algo más, a encontrar respuestas en lugares que nunca había imaginado. Pero con cada número que aparecía, sentía que se hundía más y más en un mar de ansiedad, atrapado entre su deseo de éxito y el miedo a decepcionarse a sí mismo.

Al final, el abismo se cerró sobre él, y Yutong se encontró en un lugar oscuro, donde las sombras danzaban a su alrededor. La inquietante sensación de ser observado lo invadió, y en ese instante, la idea del libro y del ritual de invocación regresó a su mente, arrojando una luz tenue sobre sus pensamientos confusos.

—¿Y si eso es lo que necesito? —pensó, en medio de su confusión, antes de que el sueño lo arrastrara completamente hacia la oscuridad.

Mi amigo es un vampiro y....Donde viven las historias. Descúbrelo ahora