WeiYun, con la mente todavía revuelta, vagaba por los pasillos de la escuela sin saber cómo abordar la distancia que Yutong estaba marcando. A cada paso, sus pensamientos regresaban al mismo lugar: a esos momentos que compartió con Yutong, la intensidad del beso, y ahora, el rechazo. Como si el universo comprendiera su necesidad de apoyo, en uno de los pasillos más tranquilos se encontró de frente con Su Zukui.
Aunque no se llevaba del todo bien con ella —quizás por los celos que le despertaba la amistad entre ella e Yutong— WeiYun no podía negar que había sido Su Zukui quien le ayudó a reconocer sus sentimientos por Yutong. De alguna forma, ella era la única persona en la que podía confiar en ese momento.
—¿Podemos hablar...? —preguntó, con una mezcla de vergüenza y resignación.
Su Zukui, notando el peso en la mirada de WeiYun, entendió de inmediato que el motivo tenía que ver con Yutong. Sin decir nada, hizo un gesto y lo guio hacia el patio trasero, buscando un rincón discreto donde pudieran hablar sin interrupciones. Su mente iba a mil por hora, preguntándose qué había pasado ahora entre los dos.
Ambos se sentaron en una banca bajo la sombra de un árbol. WeiYun miraba al suelo, evitando a Su Zukui mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Finalmente, rompió el silencio:
—Lo... lo besé —murmuró, casi en un susurro, como si decirlo en voz alta pudiera empeorar las cosas—. Y desde entonces, me está evitando.
Su Zukui parpadeó, impresionada. Aunque había sospechado de los sentimientos de WeiYun, escuchar esa confesión la tomó por sorpresa.
—Ya veo... —dijo finalmente, recobrando la compostura—. Imagino que para Yutong fue algo inesperado. Él... bueno, no es precisamente el más perceptivo, ya sabes.
WeiYun asintió, frustrado, apretando el borde de la banca con ambas manos.
—Lo sé. Fue impulsivo, pero... quería que supiera cómo me siento. Pensé que tal vez, si me acercaba de esa forma, él... —WeiYun se detuvo, incapaz de continuar, la voz temblándole por la mezcla de esperanza y arrepentimiento.
Su Zukui lo miró con una mezcla de empatía y compasión. Aunque no siempre entendía a WeiYun, en ese momento vio a alguien perdido y vulnerable, alguien que realmente se preocupaba por su amigo.
—WeiYun, escucha —dijo en un tono calmado, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. No voy a decirte que estuvo mal. Yo creo que tenías que expresar tus sentimientos, pero también necesitas darle tiempo para asimilarlo. Yutong tiene una forma de ser... un poco despistada, y esto probablemente lo haya dejado en shock. Dale espacio; si lo presionas, solo se alejará más.
WeiYun permaneció en silencio, reflexionando. No era lo que quería oír, pero en el fondo sabía que Su Zukui tenía razón.
—¿Entonces... crees que debería... mantenerme distante?
—No te distancies demasiado —le aconsejó ella—, solo mantente en un punto medio. Muéstrale que aún estás ahí para él, pero sin forzar nada. Hazle ver que pueden seguir siendo amigos, y si en algún momento él está listo para hablar de esto, sabrás que puedes abrirle tu corazón.
Las palabras de Su Zukui fueron como una revelación para WeiYun, quien finalmente asintió, reconociendo que era el mejor camino.
—Gracias, Su Zukui... no esperaba que me comprendieras tanto —murmuró, sintiéndose un poco más tranquilo.
Ella se encogió de hombros con una sonrisa divertida.
—No tienes que darme las gracias. Es obvio que necesitas ayuda si recurres a mí. Y, además, Yutong es mi amigo; no quiero verlo sufriendo... y, bueno, tú tampoco te ves muy feliz.
WeiYun esbozó una sonrisa débil, entendiendo el consejo de Su Zukui como una guía hacia la reconciliación que tanto anhelaba.
Después de esa charla, WeiYun volvió a su rutina habitual, con una serenidad renovada. Se cruzaba con Yutong en clase, se sentaba a su lado durante los repasos y continuaba ayudándolo con las tareas. No obstante, y siguiendo el consejo de Su Zukui, se esforzaba en darle a Yutong un espacio seguro, sin forzar ninguna conversación sobre el beso. Aunque WeiYun sentía el peso de la distancia, se repetía que era lo mejor.
Yutong, por su parte, notaba el cambio en WeiYun. Agradecía que lo tratara con normalidad, pero, al mismo tiempo, le dolía esa pequeña distancia que ahora existía entre ellos. El recuerdo del beso volvía a su mente, y aunque no sabía cómo interpretarlo, algo en él despertaba cada vez que lo recordaba.
Días después, mientras caminaban juntos hacia la salida, Yutong finalmente no pudo más y decidió iniciar una conversación.
—WeiYun, sobre... lo que pasó... —balbuceó, sus palabras cargadas de nerviosismo.
WeiYun se giró hacia él, con los ojos suavemente sorprendidos pero serenos.
—¿Quieres hablar de eso ahora? —preguntó en voz baja, intentando sonar calmado.
Yutong tragó saliva y asintió, intentando reunir el valor. No estaba seguro de qué quería decir, solo sabía que quería entender, aclarar y recuperar esa conexión con WeiYun.
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