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Confesión

Confesión

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Oscar, era un chico bastante introvertido, eso siempre fué algo que lo mantuvo sin cuidado pero habían ciertos comentarios que le creaban ciertos ecos o más bien, era las palabras de cierto chico ingles las que lo hacían pensar y no de buena manera.

Lando, simplemente era Lando. ¿Que más se podía decir?

El más alto de ambos chicos había entrado al restaurante del hotel, no siempre deseaba comer en la habitación solo, prefería comer solo pero afuera aprovechando que estaba libre aquél día.

Al fondo, cerca de la entrada que daba la vista hacia la piscina podía divisar a su compañero de pista, el cuál estaba sentado solo, lo cual era demasiado extraño. Podía decir que era la primera vez que veía al inglés estar solo en una noche de viernes.
Observó al rededor tratando de ver si es que no había alguien más por ahí o alguna acompañante, era bien sabido que el chico era gozaba de compañías diferentes cada que se le daba la oportunidad.

— ¿Estás pensando en como ahogar a alguien?

— En mi mismo, quizás.

La repuesta había sido inmediata y tranquila por lo que la boca del rubio cayó ante la sorpresa. No estaba seguro de si había escuchado bien por lo que se acercó aún más a la mesa ya que la sombrilla que la cubría le impedía ver con mejor claridad. Habían dos botellas de vino, una terminada y la otra era la que aún estaba en pleno servido.

¿Debería irse?

El adverso jamás había sido amable con él, ni una sola vez y si lo había sido, era únicamente trabajo de camaras y últimamente ni siquiera para eso mostraba un esfuerzo.

Quería irse, deseaba retirarse pero el chisme era más importante.

Se escuchaba triste, quizás y era su momento de aprovecharse de la situación y así sacar información que tarde o temprano le podrían servir. Bien decían que al amigo hay que tenerlo más cerca y al enemigo más cerca.

Con cautela fué tomando asiento en la silla que estaba frente al chico quien aún mantenía una posición de reposo, estaba viendo hacia las luces que daban una imagen cautivadora a la piscina.

— ¿Estás bien? — ¿Que se supone que debía preguntar? Era lo único que por su mente pasaba, no era nada normal verlo en aquel estado. — Esperaba que me pidieras que saltara a la piscina y contara hasta mil para poder salir y tomar aire.

Aquello lo había soltado como una conversación retadora como las que solían tener pero lo último que se esperó fué una risa suave. Su compañero jamás reía así.

— El que me molesten ciertas cosas de tí, no significa que te quiera ver muerto... Al menos no ahogado.

Ésta vez la risa fué un poco más relajada, comenzaba a sonar como la risa característica del chico.

Solo una copa había en aquella mesa por lo que sirvió un poco más de aquel vino para poder ser capaz el de probarlo también y así esperar antes de volver a hablar ya que el otro solamente había guardado silencio.

— Tu siempre estás de fiesta. ¿Sucedió algo?

— ¿Tengo que estar de fiesta siempre para que me vean bien? Puede que a veces solamente quiera sentarme un rato y relajarme.

— Pensé que tú pasatiempo era estar en tu habitación o jugar algo.

— Puede pero hoy no tenía a alguien disponible para eso.

— Siento mucho eso.

La conversación era áspera, sonaban más como a una respuesta por compromiso o bien, respuestas en automático pues después de cada una un silencio denso volvía a recaer. Quizás solamente el debía levantarse y pedir la comida.

— ¿Tu juegas?

Después de unos quince minutos casi desde que había tomado asiento el inglés se levantó de su posición y optó por una erguida. No se veía ebrio pero si se veía calmado, no era el Lando que había visto por la mañana o bien, desde el inicio de la temporada.

— Lo hago, pero en realidad no mucho, no encuentro nada emocionante de ello.

Si esta conversación la hubiesen tenido durante la mañana habría obtenido una respuesta agresiva pero en ese momento lo que tuvo fué una respuesta inesperada.

— Quizás porque no has jugado algo que te guste o bien, con alguien que te divierta.

— He jugado con muchas personas y no puedes decir que no les encuentro el chiste solamente porque no he jugado contigo, difícilmente creo que sea agradable jugar contigo a través de una pantalla.

— ¿Por qué?

— Porque en la vida real, eres intolerable, imagínate por medio de una pantalla.

Sus palabras eran con malicia porque sabía que iban a provocar al mayor pero ésta vez la expresión del rostro ajeno había permanecido intacta, únicamente los ojos fueron los que se apartaron de el para regresar a la piscina.

— Seguramente tengas razón.

¡¿Había escuchado bien?!

¡¿Ese era su Lando?! Totalmente no, ese no era su Lando.




¡No Amigos! Solo Enemigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora