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Kiss or Chocolate?


Kiss or Chocolate?

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¿Cuánto había pasado? Oscar, no deseaba ver la hora porque estaba seguro de que pronto amanecería. ¿Lando en algún momento le daría tregua? Parecía que los besos eran como una competencia para ambos, ninguno deseaba perder. ¿A quien le gustaba perder?

El mayor de ambos, quien se encontraba debajo había tomado la barra del chocolate a medio consumo dándole una mordida que no era grande pero tampoco pequeña, era la ración perfecta para que la calidez de su lengua pudiera hacer que el dulce se ablandara. El húmedo músculo rápidamente salió de su boca para poder ingresar a la del menor, restregandola con la adversa, era una danza sensual; eróticamente sensual pues ambas lenguas habían chocado con necesidad causando que ambos chicos dentro de la habitación gimieran en coro gracias a la candente combinación. El dulce sabor del chocolate en compañía de ambas salivas le daba el impulso excitante.

Mientras Lando, repetía la misma acción de vuelta, la mano del Australiano había descendido hasta el medio de ambos cuerpos en busca de engancharse a la cinturilla de su pantalón de dormir, el cuál bajó hasta poder liberar lo que su anatomía aclamaba de una manera casi dolorosa.

— Masturbame... — Con voz grave ordenó mientras guiaba la diestra del británico hasta la erección liberada, no entendía que era lo que le excitaba tanto. ¿El deseo por parte del otro hombre? Podría ser eso, era eso.

El chico casi de inmediato había llevado su mano hasta el falo contrario dándole un suave apretón en busca de una reacción positiva, la dureza contra su palma era más que una afirmación pero aún así, el deseaba más, buscaba observar aún más. En un ritmo lento su diestra comenzó a subir y bajar mientras los besos volvían a retomarse siendo más rápidos, parecía que su mano había desatado el pudor que aún guardaba el menor pues la furia con la que fué besado era casi brutal.

— Sabías que iba a venir, ¿No es así? Todo ésto fué planeado por tí.

No era una pregunta, era una clara afirmación pues tan pronto como Oscar, había tomado distancia para poder terminar de desvestirse Lando, se había estirado para poder tomar el pequeño sobre de lubricante del mismo cajón en dónde estaba el chocolate previamente. El contacto visual nunca había sido tan íntimo, era bien sabido que el australiano muchas veces pasaba minutos enteros viendo al británico, pero esta vez era diferente. Lando, solía hablar y el lo observaba con atención porque su compañero era gracioso, a veces tierno pero lo que se encontraba haciendo justo ahora no era nada tierno o gracioso.
El chico con ayuda de sus dientes había abierto la punta del sobre, todo bajo la penetrante mirada adversa, Oscar admiraba aquella escena con deseo, era más que deseo; era hambre. La mano que antes lo había masturbado fué bañada de aquel líquido viscoso, el líquido era frío mientras que la palma de Lando, era cálida, sin duda la mejor combinación, un contraste placentero el cuál había hecho que un fuerte escalofrío recorriera su espalda.

— No te sientas tan importante, lo tenía ahí porque cualquiera podía venir.

— Pero tú no querías a cualquiera. — Antes de que el Británico pudiera terminar, Piastri había hablado interrumpiendo la declaración ajena mientras sus manos retiraban el pantalón que aún vestía su compañero obteniendo así la posición que deseaba pues con ayuda de sus rodillas fue haciéndose lugar entre las carnosas piernas. — Tu me querías a mí y no te atrevas a negarlo porque te abriste muy fácil.

Lando pensaba responder, estaba a la mitad de eso cuando la punta del miembro ajeno había asechado contra su cavidad anal haciendo que su cuerpo se tensara, lo cuál fué notado rápidamente por el castaño quien rápidamente tomó la cintura adversa para poder sostenerlo, sus pulgares sobaron los huesos que sobresalían con esfuerzo de aquel trabajado cuerpo, aquella caricia había funcionado pues cuando volvió a empujar este pudo avanzar entre la deliciosa estrechez provocando un largo gemido, se sentía en el cielo. Sus ojos se cerraron por un par de segundos dejando que su amante pudiera acostumbrarse, con lentitud volvió a empujar hasta que su pelvis chocó con el otro cuerpo sonriendo con grandeza.

— Sigo esperando tu respuesta, Lando. — Ésta vez retrocedió despacio adorando como la masculina voz del hombre se volvía aguda pues aquel jadeo había sido dulce, lento y agudo, hipnotizado por aquel hermoso sonido volvió a empujarse pero ésta vez de un solo golpe causando que aquel suave jadeo ahora fuera un grito transformado en un gemido a los pocos segundos, acababa de descubrir la tortura más deliciosa.

La mirada ojiverde duró muy poco pues sus ojos se cerraron con fuerza mientras su voz temblaba, temblaba gracias a las fuertes y rápidas embestidas, su compañero se estaba vengando o quizás solamente era el deseo rezagado de aquella noche. Su propio sexo le pedía atención pero estaba demasiado concentrado en la dureza en su interior para poder pensar en algo más.

— Dios... Lo disfrutas tanto. — Y no lo decía únicamente por los gemidos o los espasmos, lo decía porque la punta del falo sobre el abdomen estaba goteando, estaba sensible pues tan rápido como Oscar había envuelto su mano en aquella erección, la eyaculación llegó, Lando había terminado después de un solo toque pequeño. El climax había causado que el el cuerpo que lo recibía tan bien se apretara causando que la liberación propia se acercara.

— Así como tú lo disfrutas. — Las palabras habían salido tan débiles, tan perdidas que aquello hizo que su compañero terminara a los pocos segundos y sabía que lo había hecho pues el menor se empujó con fuerza hasta el fondo manteniéndose quieto mientras su semilla se derramaba dentro de su amante. — ¿Valió la pena el chocolate?

La respuesta no llegó rápido pero aún así, Lando no había agregado más pues el silencio era cómodo, nada más que el ruido de sus respiraciones ocupaba la habitación. El cuerpo del castaño, se había apoyado sobre el ajeno mientras recuperaba fuerzas, sorpresivamente aquella posición no le era incómoda. La respiración estaba a tan solo unos pocos milímetros de su oreja pero aquello se sentía tan bien.

— Yo solo quería dormir.

— Entonces duerme conmigo. — El ojiclaro ofreció en compañía de una cálida sonrisa la cuál aún si no fué vista por el otro, sabía que había tomado su propuesta pues el cuerpo no se movió. Lando, por su parte abrazó la espalda, la cuál estaba claramente sudada. — ¿Quieres dormir así?

— Si no te molesta.

— No lo hace, quédate así... Descansa, Oscar.

 Descansa, Oscar

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Actualización porque el Landoscar está más vivo que nunca.

Capitulo subido con detalles como lo pidieron.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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