El destino del diablo y la diosa de ojos verdes se cruza inesperadamente en el oscuro mundo de la mafia. Un encuentro casual desata una atracción tan peligrosa como inevitable, iniciando una serie de eventos que se salen de control.
Lo que comienza...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sol de la tarde de un viernes bañaba la ciudad con su luz cálida mientras me dirigía al centro donde Natalia pasaba sus días de verano. Se escuchaban risas, voces y el sonido de niños corriendo. Me detuve unos segundos antes de entrar, observando el lugar con atención.
Natalia estaba sentada en una mesa de madera, el ceño fruncido mientras dibujaba con concentración. Frente a ella, un niño rubio de ojos azul verdoso hablaba con entusiasmo. Lucas.
—¡Ya llegué! —anuncié con suavidad, acercándome.
Natalia levantó la mirada y me sonrió ampliamente.
—¡Nathalie! —exclamó, levantándose rápidamente y dándome un abrazo.
Lucas también me dirigió una sonrisa educada, pero en seguida volvió su atención a Natalia.
—¡Hola, Nathalie! —saludó Lucas, levantando la mano en señal de saludo antes de retomar su conversación con Natalia.
—Te digo que los Ferrari son superiores en diseño aerodinámico. Cuando sea grande, voy a diseñar el mejor modelo que haya existido —insistió con orgullo.
—Si dices que son tan increíbles, ¿por qué no dibujas uno? —respondió Natalia con picardía, señalando su hoja en blanco.
Lucas la miró, sorprendido.
—Bueno... No soy muy bueno dibujando.
—Si quieres te puedo diseñar uno. Soy muy buena dibujando —dijo Natalia con una sonrisa divertida.
—¿En serio? —preguntó Lucas, más intrigado que antes.
—Sí, hablo muy enserio —respondió ella con confianza.
Me reí en voz baja mientras los observaba.
En ese momento, una voz femenina sonó a mi lado.
—Parece que llegué justo a tiempo.
Me giré y me encontré con Lissette, la hermana mayor de Lucas. Tenía el cabello rubio bien peinado, vestía con elegancia pero sin exagerar, y su actitud relajada contrastaba con su apariencia sofisticada.
—Lissette —respondí, sorprendida por su llegada.
—Vine a recoger a Lucas, aunque veo que estaba en plena batalla de argumentos —comentó con una sonrisa, revolviendo el cabello de su hermano.
—¡Oye! —protestó él con una mueca.
Natalia rió, y yo aproveché para saludarla.
—¿Cómo llegaste aquí? —preguntó Lissette, mirándome con curiosidad.
—En autobús —respondí.
—Si quieren, las puedo llevar. No tiene sentido que tomen el bus si mi casa está en la misma dirección.