Capítulo 10

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Crowan no podía creer que Dashelin volviera a estar a su lado

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Crowan no podía creer que Dashelin volviera a estar a su lado.

Después de años de buscarla, y de haber perdido las esperanzas, finalmente había regresado con él. Pero en esa nueva vida que los Antiguos Dioses le habían concedido, no parecía recodar la que habían tenido juntos hacía cinco siglos.

Se lo había hecho saber el modo en que lo miraba, con una mezcla de desconcierto y un atisbo de reconocimiento, y la forma en la que le preguntaba cosas que, de haber recordado algo de su vida pasada, no le habría preguntado.

Crowan había esperado que algo así ocurriera, pero no dejaba de ser un golpe duro ver que no la reconocía, que no lo recordaba ni tenía idea de quién era él.

Sin embargo, ahora que la tenía de nuevo a su lado, estaba dispuesto a lograr que recordara, o a que volviera a enamorarse de él.

Y a no permitir que nadie le pusiera las manos encima de nuevo.

Durante días, la dejó descansar en los aposentos que le había asignado para que se acostumbrara, esperando que quisiera explorar el resto del castillo y que fuera a pedirle permiso para hacerlo, como ocurría con cada cosa que quería hacer. Pero para su sorpresa, Dashelin solo pasaba los días enteros leyendo en un sillón.

El pedido más frecuente que les hacía a los sirvientes eran libros de toda clase, y él, que hacía años se había deshecho de la biblioteca del castillo, se dirigía a los pueblos para conseguirle más y dárselos a los sirvientes para que se los entregaran.

Luego, regresaba a su tarea de recorrer las calles para escuchar rumores sobre ella, sobre esa mujer de cabellos y ojos color fucsia a la que consideraban una maldición.

Pero nadie decía nada, y Crowan empezaba a sentirse frustrado.

Quería averiguar quiénes habían sido esos padres de los que había hablado, porque era imposible que los tuviera. Dashelin había nacido de la misma manera que él: de la rotura de una piedra en una caverna que fue alcanzada por la magia de los Antiguos Dioses; por una fuerza divina que le dio la forma humana que hoy en día tenía, y conservando los colores de la gema que alguna vez había sido.

Crowan recorrió Robik y Dabrus más de una vez en esos días, esperando escuchar algo, pero las únicas noticias que recibió fueron las de los dos cazadores que encontraron muertos en el bosque, cerca del río, cuando otros pasaban por el lugar.

La gente estaba horrorizada por la forma brutal en la que habían sido asesinados, y todos estaban convencidos de que el responsable había sido él, el Cuervo del Alba. Después de todo, los había despedazado con su pico y sus garras en segundos.

Y no era la primera vez que hacía algo así.

Por eso, una mañana en la que estaba particularmente malhumorado, entró en Dabrus y, habiendo escuchado el día anterior rumores de que un tabernero había golpeado a su esposa una semana antes por no haberle preparado la cena, lo buscó y arrastró fuera de su taberna. Lo llevó hasta la pequeña plaza que había en el centro del pueblo, y allí, delante de todos, le arrancó el corazón, a modo de advertencia.

Siete cuervos a la izquierda (Los cuervos de Gemmya, 1) (2 caps c/martes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora