Capítulo 7

96 4 3
                                    

Dashelin apenas escuchó los gritos de los cazadores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dashelin apenas escuchó los gritos de los cazadores.

Solo podía centrarse en el agua gélida que la hizo gritar en cuanto tocó su piel caliente, y en mantener la cabeza en la superficie y evitar que la corriente la arrastrara.

Pero era imposible sujetarse de nada: el agua se movía tan rápido que la hacía chocar contra troncos y rocas, y le quitaba el aliento cada vez que intentaba sostenerse y la velocidad la obligaba a soltar lo que fuere que sujetara.

Estaba segura de que iba a morir.

Arrojarse al río había sido una pésima idea, pero ¿qué otra alternativa tenía? ¿Dejar que los cazadores la mataran?

El río amenazaba con matarla, también, por lo que se esforzó en mover los brazos y las piernas para que el agua no pudiese arrastrarla con tanta facilidad.

No sabía cómo nadar. En el claro, la laguna que su padre había creado por accidente no era lo suficientemente grande como para que pudiese aprender en ella. Y en esos momentos, maldijo para sus adentros por todos los años que había pasado en esa inútil cabaña.

Aun si era su hogar, si toda su vida había vivido allí, la realidad la golpeó con la fuerza de una tormenta: nunca lo había sido, jamás había tenido ninguna oportunidad en esas paredes de troncos. Porque cuando saliera al mundo exterior, cuando tuviese que enfrentarse a la vida, no sabría cómo hacerlo.

Sus padres la habían condenado, incluso si habían intentado salvarle la vida.

Conteniendo las lágrimas, se obligó a mover más rápido los brazos y a acercarse a la orilla, pero la fuerza del agua tampoco le daba la oportunidad.

Dashelin gritó, convencida de que iba a morir. Nadie la ayudaría, no cuando vieran su cabello rosado, pero no se quedaría callada y quieta, resignada a morir.

―¡Ayuda! ―chilló, aterrorizada.

Y entonces, los gritos de los cazadores cesaron de golpe, y un graznido espeluznante estremeció el bosque entero.

Dashelin imaginó que estaba alucinando; que, de alguna manera, el agua helada la estaba haciendo perder la consciencia.

Sin embargo, una sombra enorme se cernió sobre el agua, y Dashelin luchó por escapar, por mover los brazos y remar hacia el este, junto con la corriente. No se atrevió a mirar atrás, ni a pensar en lo que fuere que podía estar persiguiéndola.

Tal vez era un cazador más, o un oso.

O alguna criatura alada que nada tenía que ver con los pájaros que conocía.

Los rumores que corrían sobre Warest eran de lo más variados, pero algo de lo que le habían advertido sus padres era que siempre debía tener cuidado de los demonios que deambulaban por la foresta. Era algo en lo que rara vez pensaba, pues no creía en esas cosas. Les temía más a los animales que pudiesen estar buscando comida que a los demonios de los que sus padres tanto hablaban cuando era niña.

Pero ahora que estaba allí, y que aquella sombra se acercaba más y más a ella, empezó a dudar. Y a creer.

Se suponía que había demonios muy poderosos, capaces de hacer cosas que ni la mente más retorcida pensaría en hacer.

Con todo...

Dashelin intentó acercarse a la orilla una vez más, dispuesta a correr lejos, hacia donde fuera. No importaba si sus piernas estaban entumecidas, si ya casi no sentía el cuerpo. Solo quería huir de lo que fuera que la perseguía.

Otro graznido estremeció el bosque, y Dashelin entró en pánico, pero en esta ocasión se atrevió a mirar atrás: un cuervo inmenso volaba cerca de ella, tratando de alcanzarla. Y aun así, no fue eso lo que la aterrorizó, sino que no era un cuervo común y corriente: aquella criatura era realmente inmensa. Sus alas debían medir cuatro metros, y su cuerpo, no debía pesar menos de cien kilos.

Nunca había visto nada así, y sus ojos oscuros estaban clavados en ella, como si no quisiera perderla de vista; tenía las garras abiertas y listas para sujetarla.

Dashelin sollozó y trató de hacer algo para poder ir más rápido, para que la corriente le ganara a aquella criatura, pero lo único que consiguió fue chocar con unas rocas que había en el camino y dejar de sentir las manos y los brazos.

Sus articulaciones dolían y comenzaban a adormecerse, y Dashelin supo que eso no era bueno.

Iba a morir, estaba a punto de hacerlo.

Entonces, el cuervo se lanzó hacia ella, aprovechando que quedó atrapada entre dos rocas, y la tomó con sus garras, agarrándola por la cintura y las caderas. Planeó de nuevo hacia arriba y batió las alas, alejándola del agua, y Dashelin gritó de nuevo.

Ya no podría hacer nada. La única opción era obligarlo a que la soltara y caer directo hacia la tierra, en un golpe que la mataría de inmediato.

Dashelin prefirió eso y, resignada, le clavó los dedos en el pecho al cuervo, esperando que funcionara.

---------------------------------------------------------------------------------------

¡Hola! 😃Cuéntenme qué les pareció el capítulo, o qué personaje les gusta más, qué creen que pase ahora... ¡Lo que quieran! ¡Me encanta leer sus opiniones! 😊❤️Y si les gustó, ¡no se vayan sin votar! Cada ⭐ acerca la historia a más gente 😉

Siete cuervos a la izquierda (Los cuervos de Gemmya, 1) (2 caps c/martes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora