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Pasaron los minutos, y aunque Hyunjin intentaba mantener una conversación casual, podía sentir cómo sus palabras eran como una trampa que poco a poco me envolvía. Hablaba con una suavidad casi hipnótica, el tono de su voz tan calmado que contrastaba con la tormenta de emociones que sentía en mi interior. Quise pedirle que terminara con todo de una vez. Sí, era guapo, innegablemente atractivo, pero eso no hacía que el miedo desapareciera. Seguía ahí, anclado en cada fibra de mi ser.

—No estés ansioso, Felix, tenemos toda la noche —me susurró, su aliento acariciando mi piel como una promesa velada. Aquellas palabras resonaron en mis oídos, dejando un rastro de escalofríos que se extendía por mi espalda.

Intenté tragar el nudo en mi garganta, pero las palabras salieron en un susurro apenas audible, cargadas de una mezcla de duda e inseguridad.

—Supongo que no he sido el único en esta situación contigo... —dije, sin poder ocultar el temblor en mi voz.

Hyunjin dejó escapar una risa suave, casi burlona, y me sentí pequeño, insignificante ante él. Pero al mismo tiempo, había algo en esa risa que me atraía, una oscuridad tentadora que me hacía querer más, aunque no entendiera del todo el porqué.

—Aunque no lo creas… eres el único —dijo, inclinándose ligeramente hacia mí mientras vertía más vino en nuestras copas. Sus palabras eran suaves, pero contundentes—. No me gusta ‘comprar’ personas. Eso suena horrible, lo sé. Pero… fuiste tú quien captó mi atención de una manera especial. Eso no sucede con frecuencia.

Lo último lo dijo con una profundidad en sus ojos que me hizo estremecer. Me observaba con una intensidad tal que me sentía expuesto, como si pudiera ver a través de mí, como si fuera capaz de leer cada uno de mis miedos y deseos sin que tuviera que decir una palabra. ¿Era eso posible? ¿Que de todos, yo fuera el único que le había llamado la atención? No sabía si creerle, pero algo en su mirada me hacía querer hacerlo.

Las copas de vino comenzaron a vaciarse lentamente. El calor del alcohol se mezclaba con la tensión en el aire, creando una atmósfera pesada y cargada de algo que no podía identificar del todo, pero que me hacía sentir extrañamente más ligero, más audaz.

—¿Por qué yo? —me atreví a preguntar de repente, mi voz apenas un susurro, mirando el líquido carmesí que giraba en mi copa.

Hyunjin sonrió, y esa sonrisa era diferente a las anteriores. No era burlona ni despectiva. Era peligrosa. Era una sonrisa de alguien que sabía que tenía el control absoluto sobre la situación. Y lo sabía.

—Tal vez porque puedo ver lo que otros no ven —murmuró, sus dedos jugando con el borde de su copa mientras sus ojos seguían fijos en los míos—. Hay algo en ti, Felix. Algo que me atrae, algo que quiero descubrir por mí mismo.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho, el alcohol entumeciendo ligeramente mis sentidos, pero no lo suficiente como para ignorar la electricidad que se acumulaba entre nosotros. Cada palabra, cada mirada, parecía empujarnos un paso más hacia el borde de algo inevitable.

La conversación fluyó con facilidad, pero la tensión entre ambos crecía de forma palpable. El vino, el ambiente, su cercanía… todo se sentía como un preludio, como si estuviéramos ambos esperando que algo sucediera, sin querer ser el primero en romper el hechizo.

Y entonces, sin pensarlo mucho, hice lo impensable.

Me incliné hacia él, acortando la distancia entre nuestros cuerpos, y mis labios rozaron los suyos en un beso casto, breve, apenas un toque de piel contra piel. Fue algo tan fugaz que, por un segundo, pensé que Hyunjin no reaccionaría, que quizá lo habría interpretado mal. Pero entonces, vi su sonrisa. Esa sonrisa lenta, peligrosa, que hablaba de un deseo contenido, como un cazador que acaba de atrapar a su presa.

Antes de que pudiera procesarlo, Hyunjin profundizó el beso. Su mano se deslizó suavemente hacia mi nuca, inclinando mi rostro hacia él mientras sus labios se movían con una precisión calculada, como si estuviera explorando, conociendo cada rincón de mi boca. El beso fue lento, delicioso, pero cargado de una intensidad que me dejó sin aliento. Sentí sus labios firmes y su lengua deslizarse contra la mía con una destreza que me hizo temblar.

No pude evitar corresponderle, cada vez con más urgencia. Mis manos, inicialmente inseguras, encontraron su camino hacia su rostro, luego hacia su pecho, y en ese momento me di cuenta de que ya no había marcha atrás. El beso se volvió más profundo, más lento, cada segundo más embriagador que el anterior. Sentí su aliento mezclarse con el mío, su cuerpo pegado al mío con una familiaridad desconcertante, como si ya nos hubiéramos encontrado en este mismo lugar antes, en este mismo juego.

El sabor del vino aún persistía en nuestras bocas, dulce y ligeramente ácido, pero lo que más me embriagaba era su proximidad. El miedo seguía ahí, latente, pero ahora se mezclaba con algo más, algo que hacía que mi cuerpo traicionara mis pensamientos. Mis manos se aferraban a él, buscando algo, cualquier cosa que me anclara a la realidad mientras nuestras bocas seguían uniéndose en ese juego silencioso.

Finalmente, Hyunjin se apartó unos milímetros, solo lo suficiente para mirarme directamente a los ojos, su respiración pesada, pero controlada. Su sonrisa seguía ahí, esa sonrisa peligrosa que me decía que él tenía todo bajo control, mientras yo me sentía al borde de caer en el vacío.

—Sabía que lo harías —murmuró contra mis labios, su voz ronca y baja, una promesa más que una afirmación—. Sabía que no podrías resistirte.

𝙋𝙧𝙤𝙥𝙤𝙨𝙖𝙡 ☠ Hyunlix Where stories live. Discover now