Capitulo 3

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Los días en Hogwarts se sucedían con una mezcla de rutina y tensión. Cada mañana, el Gran Comedor se llenaba de estudiantes ansiosos por comenzar sus clases, mientras yo mantenía una vigilancia constante sobre todos y todo a mi alrededor. No podía permitirme bajar la guardia ni un momento.

La primera semana de clases avanzó, destacándome en Pociones y Transformaciones, tal como mamá había esperado. Pero Hogwarts era más que solo clases y deberes. Las alianzas y rivalidades que se formaban aquí determinarían el curso de nuestra historia.

Un día después de clases, Draco y yo nos encontrábamos en la biblioteca, explorando antiguos textos de magia oscura. La luz de las velas oscilaba, proyectando sombras inquietantes en las paredes. Era un lugar perfecto para planificar nuestros próximos movimientos.

En uno de esos encuentros en la biblioteca, conocí a Daphne Greengrass. Estaba sentada en una esquina, inmersa en un libro sobre maldiciones antiguas. Me acerqué con curiosidad, intrigado por su elección de lectura.

"Interesante elección," comenté, señalando el libro. "No muchos en Hogwarts se atreverían a leer sobre maldiciones."

Daphne levantó la vista, sus ojos fríos y calculadores me estudiaron por un momento. "Harry Riddle, ¿verdad?" dijo con una voz suave pero segura.

Asentí. "Así es. ¿Y tú eres...?"

"Daphne Greengrass," respondió, cerrando el libro con delicadeza. "He oído mucho sobre ti."

"Espero que cosas buenas," dije con una sonrisa que no alcanzaba mis ojos.

Daphne sonrió de vuelta, aunque también era una sonrisa sin calor. "Depende de a quién le preguntes."

Nuestra conversación inicial fue breve pero significativa. Sabía que había encontrado a alguien que reconocía mi linaje y mi potencial, aunque no conocía mis planes. A medida que avanzaban los días, Daphne y yo comenzamos a pasar más tiempo juntos, discutiendo nuestras ambiciones y compartiendo secretos sobre magia oscura. En ella, encontré una aliada dispuesta a seguirme, pero no alguien en quien confiar completamente.

Una tarde, durante una clase de Pociones, Snape decidió poner a prueba nuestras habilidades con una poción complicada. Mientras trabajábamos, podía sentir los ojos de Snape sobre mí. Cuando terminé mi poción, Snape se acercó para inspeccionarla.

"Excelente, Riddle," murmuró, con una leve inclinación de cabeza. "Parece que tienes un talento natural."

Luego, se giró bruscamente hacia Leo Potter, quien había cometido un error en su poción. "Potter, ¿acaso no sabes seguir instrucciones sencillas?" La voz de Snape era fría y cortante. Leo levantó la vista, claramente sorprendido.

"Lo siento, profesor," murmuró Leo, intentando mantener la calma.

"Eso es inaceptable," continuó Snape. "Cincuenta puntos menos para Gryffindor por tu incompetencia."

Los murmullos llenaron el aula mientras los estudiantes de Slytherin intercambiaban miradas de satisfacción. Snape se volvió hacia mí una vez más. "Riddle, por tu destacada preparación de la poción, otorgaré cincuenta puntos a Slytherin."

Sentí una oleada de satisfacción mientras los murmullos crecían. Este era solo el comienzo. Sabía que cada pequeña victoria nos acercaba más a nuestro objetivo final. Los demás profesores también otorgaban puntos, pero solo en situaciones excepcionales. La profesora McGonagall, por ejemplo, me dio veinte puntos en Transformaciones por un trabajo especialmente brillante.

A medida que pasaban las semanas, mis alianzas con Draco y Daphne se fortalecían, aunque ellos desconocían mis verdaderos planes. Discutíamos nuestras estrategias en la sala común de Slytherin, planificando nuestros próximos movimientos. Cada día nos acercábamos más a nuestro objetivo de desestabilizar a Leo y sus amigos, y cada día sentía más el peso del legado de mi padre.

Una noche, después de una intensa clase de Encantamientos con el profesor Flitwick, Draco, Daphne y yo nos encontrábamos en un rincón apartado de la sala común.

"Deben estar planeando algo," dijo Draco, su voz llena de suspicacia. "Leo y sus amigos están demasiado callados últimamente."

Daphne asintió, su mirada fija en el fuego que ardía en la chimenea. "Necesitamos obtener más información. Si logramos descubrir sus planes, podemos adelantarnos y neutralizarlos."

"Debemos actuar con cautela," advertí. "No podemos permitirnos errores. Cualquier movimiento en falso podría costarnos caro."

Pasamos la siguiente semana observando a Leo y sus amigos, recopilando cada pequeño detalle que pudiera ser útil. Era un juego de paciencia y estrategia, y cada día nos acercábamos más a descubrir sus intenciones.

Un par de días después, me encontraba en la sala común de Slytherin, escribiendo una carta a mamá. Quería mantenerla informada de nuestros progresos.

Querida mamá,

Me complace informarte que mi tiempo en Hogwarts está siendo productivo. He conseguido la confianza de algunos profesores, especialmente el profesor Snape, quien reconoce mi talento en Pociones. La profesora McGonagall también ha sido generosa en reconocer mis habilidades en Transformaciones.

He hecho alianzas importantes con Draco Malfoy y Daphne Greengrass. Aunque no conocen mis planes, saben que deben seguirme por mi linaje y la historia de nuestro legado.

Sospecho que Leo Potter y sus amigos están planeando algo, posiblemente relacionado con la defensa contra las artes oscuras.

Pronto comenzaré con nuestro plan inicial para desatar el caos en el castillo. Planeo eliminar a un hijo de muggle para enviar un mensaje claro y contundente.

Espero que estés orgullosa de nuestros progresos. Continuaré trabajando arduamente para cumplir con nuestras expectativas.

Con afecto, Harry

Esa noche, mientras me dirigía a la lechucería para enviar la carta, sentí una oleada de determinación. Sabía que debía ser implacable para alcanzar nuestros objetivos. Hogwarts no sabía lo que estaba por venir, pero pronto lo descubrirían.

Al día siguiente, mientras caminaba por los pasillos de Hogwarts, noté que Leo y sus amigos se mostraban cada vez más reservados. Sus movimientos eran cautelosos, como si supieran que estaban siendo observados. Esto solo confirmaba mis sospechas de que planeaban algo grande.

Esa misma tarde, en la sala común de Slytherin, nos reunimos para discutir los próximos pasos. "Debemos actuar pronto," dije, mirando a Draco y Daphne. "No podemos permitir que Leo y sus amigos tengan la iniciativa."

"Estamos listos," respondió Daphne, su mirada resuelta. "Es hora de que Hogwarts sienta el verdadero poder de los Riddle."

Mientras hablábamos, sentí que el espíritu de mi padre estaba conmigo, guiándome hacia la grandeza. Hogwarts no sabía lo que estaba por venir, pero pronto lo descubriría.

Herencia de OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora