❛❛ 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐏𝐄𝐋❜❜ | No sabía exactamente porqué sentía curiosidad sobre él, pero apenas se atrevió a escribirle esas notas, supo en ese instante que esas emociones quizá eran más fuertes de lo que pensaba.
Y eso le aterra...
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➤ EL SOL COMENZABA A OCULTARSE tras las montañas, tiñendo el cielo con tonos cálidos que contrastaban con la fría realidad del grupo. Después de haber recorrido casi todos los juegos del parque, impulsados por la insistencia de Fang, Jia y Gu-ran, el grupo de seis chicos se encontraba en un estado lamentable.
La diversión se había convertido en un recuerdo peculiar, y las náuseas eran la única compañía de Lea, quien desde el principio había sentido un profundo temor a las alturas. Sin embargo, había ido casi arrastrándose por sus amigos quienes la jalaban a las atracciones.
En el centro del parque, sobre unas bancas desgastadas, todos se dejaban llevar por la fatiga y el malestar, excepto Zhang Lurang. Él extrañamente se mantenía al margen, observando a sus amigos con una mezcla de preocupación y consternación.
Zaizai había planeado llevarlo a la noria al ver cómo sus amigos se iban a los juegos, con el objetivo de acercarse más a él. Pero también fue persuadida para subirse junto a ellos, colocando en el hombro de su amiga mientras su plan se desvanecía como el vapor en el aire.
— ¿Alguno quisiera ir al noria? —preguntó, intentando recuperar su compostura y seguir con su estrategia.
— Zai, no cuentes conmigo —le explicó débil— Prefiero quedarme aquí y tomar un poco de aire...
Fang, Gu-ran y Lea, asintieron enfermos, de forma desesperada para darle la razón.
Lurang, quién miraba las entradas en sus manos con silencio, fue descubierto por Fang y Jia, intercambiando miradas cómplices antes de decidirse.
Su misión no fue planeada a broma, aún estaba en pié y debían actuar rápido. Conociendo las personalidades de Lea-Ming y Lurang, el avance sería lento si empezaban ahora, aunque no perdían nada.
Reuniendo determinación, ambos se acercaron a Lea, quien yacía casi inmóvil, con el alma más allá que acá, perdida en su propio mundo.
—Lea —tocó su brazo con suavidad, recibiendo una mala mirada de la chica—, Lurang necesita compañía. ¿Podrías ir con él?
Las palabras resonaban como un eco en la mente de ella; sabía que su amigo estaba esperando algo más que ir a hacerle compañía al joven.
A pesar de su malestar y debilidad, algo en la mirada decepcionada de Zhang Lurang la empujó a ceder, la hizo vacilar. Con un suspiro resignado, se levantó lentamente, sintiendo que cada paso era una lucha interna entre su propia angustia y el hecho de quizá acompañarle, para así alejarse de las arcadas enfermas de su mejor amigo.
— ¿Vamos? —se puso al lado del muchacho.
— De acuerdo, ¿Pero estás bien?
— Claro, claro —un tono de disimulo salió de ella, mientras se cruzaba de brazos— primero déjame ir a buscar un poco de agua.
