"Eramos unos cobardes, como esos perros que no dejan de ladrarse uno al otro cuando están separados con una barrera y dejan de hacerlo inmediatamente cuando ésta desaparece. Haciendo cómo si nada hubiera pasado. Ojalá dejar de fingir."
Después de la...
Para llegar a la sección de los niños atravesamos un pasillo que conducía a otra puerta que tenía un pequeño cartel que ponía "Eskola". Sorprendentemente no había ningún tipo de seguridad especial, solo dos puertas conectadas por un pasillo extrañamente estrecho. Tuvimos muchas dudas antes de abrir la segunda puerta. Nuestra posición era más que vulnerable y si las defensas de aquel lugar se encontraban tras la puerta, estaríamos perdidos.
No fue así. La sensación de claustrofobia no pudo con nosotros y abrimos la puerta. Daryl iba en primer lugar, a continuación Gabriel, después yo y por último Jesús. Nunca he destacado por mi altura por lo que en un primer momento no pude ver nada de lo que parecían llamar Eskola. Sin embargo nadie nos había atacado y Gabriel parecía no haberse alterado especialmente por lo que permanecí tranquila.
Después de unos segundos de silencio Daryl y Gabriel caminaron hacia delante dejándonos paso a Jesús y a mi.
De nuevo nos encontrábamos en un espacio abierto rodeado de una muralla, pero esta vez mucho más acotado. Las grandes paredes grises se veían en todas las direcciones y se podía ver prácticamente todo desde nuestro punto de vista.
En el centro del espacio se alzaba con elegancia un gran edificio en dos alturas de líneas modernas y limpias. Sus amplios ventanales nos permitieron ver diferentes estancias que parecían fundirse con el exterior. Una clase dónde niños de diferentes edades permanecían sentados en sus pupitres, otra dónde otros parecían estar meditando y otras llenas de literas vacías que serían sus habitaciones. Era todo muy irreal; un orfanato de lujo en una película distópica y nosotros los protagonistas que averiguaríamos cuál era el verdadero propósito de todo aquello.
Un par de edificios mucho más modestos se esparcían por el espacio. Aunque también estaban decoradas con unas ventanas anormalmente grandes, nada comparado con la construcción principal. Estas parecían ser viviendas, pero estaban demasiado lejos de nosotros para estar segura.
Había bastantes personas andando de un lado para otro, incluido un grupo de unos diez o quince niños y niñas corriendo en perfecta formación en filas de cuatro. Eran un grupo bastante heterogéneo, diría que tenían entre siete y quince años.
Nadie llevaba batas blancas de laboratorio, por lo que rápidamente Daryl nos indicó que nos las quitásemos. Continuamos andando lentamente para alejarnos de la puerta y llamar menos la atención. En un primer momento no pareció que nadie se percatase de nuestra presencia.
Hasta que vimos a un hombre salir del edificio principal con paso ligero mirando fijamente en nuestra dirección.
No habíamos hablado de qué diríamos si alguien nos preguntaba. Mi pulso se aceleró y un sudor frío recorrió mi cuerpo. Escuché vagamente los susurros de mis compañeros intentando trazar una estrategia. Yo permanecí mirando hacia la persona que se aproximaba sintiéndome extrañamente lejos de los demás. Como quién percibe el peligro viendo una película pero sin sentirse realmente parte de ella.
Parecía una figura de autoridad. Iba vestido con el típico traje de profesor; caminando con decisión mientras la gente se apartaba a su paso sin mirarle a la cara. En el momento en el que nos alcanzó estábamos todos en silencio y yo no había entendido nada de la conversación que acababan de tener entre susurros.
—Buenos días, ¿quiénes sois y qué hacéis aquí? —preguntó con decisión, todavía a unos metros de nosotros.
—Los nuevos —contestó Gabriel.
—¿Y para qué querríamos nosotros un cura?
Esa respuesta sorprendió a Gabriel.
—La religión es una parte importante de la historia, conocer las diferentes religiones y como han influido en imperios y guerras podría ser clave para no repetir algunos errores de la humanidad — siguió Jesús al ver que no iba por mal camino— o, precisamente para repetirlos, pero mejor.
Esa última frase le arrancó una sonrisa al extraño. Me dio escalofríos.
—Entonces profesor de historia y religión. Podría venirnos bien. Parece que los del muro están más espabilados de lo normal. Pero tendré que supervisarte especialmente, no vaya a ser que no tengas el objetivo claro. — el hombre continuó hablando más relajado — ¿Y el resto? ¿Por qué os envían?
¿Era este el plan que estaban tejiendo antes o ha sido todo una suerte? Era muy extraño que no hubiera dudado ni un segundo sobre nuestras intenciones. Supongo que si alguien quisiera escapar de Hope no vendría aquí sin un plan para intentar llevar a cabo una misión casi imposible.
—Artes marciales— contestó Jesús y volviéndose hacia nosotros siguió apuntando con el dedo para indicar quién es quién y a qué habíamos venido — Daryl armas. Beth literatura.
—¿Literatura? ¿Para qué queremos enseñar eso?
El hombre me miró fijamente. ¿Se habría dado cuenta de nuestro engaño? No sabía que contestar para salir de aquel lio.
— Bueno, yo — dije alargando los sonidos y así tener tiempo para pensar— Puedo dar apoyo de los temas generales, matemáticas, biología...
—Ah, te han enviado para ayudar a los retrasados. Vale. Supongo que podría sernos útil.
Volví a respirar aliviada. Estábamos dentro y era un gran paso; a partir de ahora tendríamos tiempo para averiguar qué era aquel sitio y trazar un plan. Me acordé de Andrea y de su reticencia a intentar parar sea lo que sea que pasara allí dentro. De verdad esperaba que llegara sana y salva con los demás y a no tener que escuchar un "os lo dije" de su boca.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.