Reborn • YEONGYU AU

4:44 am final 3/?

Yeonjun no podía despegar la vista de Beomgyu, recostado en el sofá de cuero negro, su respiración entrecortada. Todo en la sala de estar de su enorme mansión parecía más pequeño, más opresivo, mientras las luces tenues parpadeaban en el techo. Los ojos de Yeri, rojos de tanto llorar, se perdían en la figura inmóvil de su hermano. Jungkook, en un intento desesperado por consolarla, la mantenía en un abrazo, pero ella temblaba incontrolablemente. Eunwoo, por su parte, no había emitido palabra desde que todo comenzó; su expresión lo decía todo: estaba en shock.

En el centro de la sala, atado con las manos a la espalda, Chowon se mantenía en completo silencio. La brisa nocturna se colaba por las ventanas entreabiertas, pero a él no parecía afectarle. Con una sonrisa socarrona, no se molestó ni en intentar soltar sus manos. Sabía que su momento de hablar llegaría, y cuando lo hiciera, sería como una serpiente inyectando veneno. Sooyoung y Yeosang lo vigilaban de cerca.

Chowon, sabiendo perfectamente que tenía a Yeonjun en la cuerda floja, soltó una carcajada corta, seca, como una puñalada al aire.

-¿Qué vas a hacer ahora, cazador? -escupió Chowon, su voz impregnada de una prepotencia insoportable-. ¿Llorar por ese putito tirado? que aburrido.

Yeonjun se giró lentamente, su mandíbula apretada. La furia le hervía bajo la piel, pero respiró hondo. No quería darle el gusto de una respuesta inmediata. Kim Chowon, sin embargo, no se detuvo.

-¿De qué te sirve todo tu dinero? Con esa plata no pudiste ni proteger a tus padres. Ellos, como todo lo que tocas, se pudrieron. Ahora esta cosa... -hizo una pausa, observando el cuerpo inconsciente en el sofá-. Va por el mismo camino. Te va a romper de nuevo. O peor, va a morirse, y ahí sí que te vas a quedar solo.

La sala se tensó en un segundo. Yeri sollozó más fuerte y Jungkook la apretó, intentando evitar que escuchara cada palabra maldita de Chowon. Sooyoung cruzó una mirada de advertencia con Yeosang.

-No te atrevas a hablar de él así -murmuró Yeonjun, la voz contenida en una peligrosa calma.

-¿Por qué? ¿Te duele la verdad? Vos sos el problema. Mirá lo que le hiciste a tus padres... ahora te toca ver cómo a este -señaló a Beomgyu con un movimiento de la cabeza- lo destruyen también. Toda tu vida es una seguidilla de fracasos.

El golpe llegó antes de que Chowon terminara de hablar. Yeonjun, completamente fuera de sí, le dio un golpe directo en la mandíbula. El impacto resonó en la habitación y Chowon soltó una carcajada a pesar del dolor, escupiendo sangre en el suelo. Sus ojos se llenaron de una especie de triunfo retorcido.

-Ahí está -siseó Chowon, burlón-. Mostrá tu verdadero yo. Sos igual de bestia que los otros. Tus padres deben estar revolcándose en la tumba.

Yeonjun levantó el puño de nuevo, con la rabia desbordándose de su cuerpo, pero Yeosang se interpuso, sujetándolo de las muñecas.

-¡Pará, Yeonjun! ¡Así no! -gritó Yeosang, apretando fuerte. Sooyoung se acercó también, intentando calmar el caos, pero la tensión en el aire era asfixiante.

Chowon, con la boca llena de sangre, rió otra vez. Era una risa desquiciada, desafiante.

-¿Todavía no lo entendiste, no? -escupió, limpiándose la sangre de los labios con el hombro-. Vos no sos nadie sin tu plata, Yeonjun. ¡Un pendejo mantenido, un pelotudo que se hace el héroe porque tiene los bolsillos llenos! ¡Pero siempre fuiste un desastre!

Yeonjun no respondió. Se quedó parado frente a él, los ojos fijos, pero su mente volaba. Las palabras lo golpeaban más fuerte que los puñetazos que le había dado.

-¿Y este? -continuó Chowon, moviendo la cabeza hacia Beomgyu-. Este es el chiste más grande de tu vida. ¿Pensás que te va a querer? ¡Si es un puto! ¡Lo único que hace es usar a los demás, igual que vos! Son tal para cual: una marica deshecha y un multimillonario patético.