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– Tenemos que subir.

-¿Estás loca?

-Quedarnos acá parados va a ser peor. – Yeri otra vez tomó la muñeca de Beomgyu obligando a retomar las escaleras nuevamente.

Toda esta situación lo tenia abrumado, siquiera podía caminar correctamente, sentia que en cualquier momento iba a tropezarse y caer. Comenzaba a creer que era una carga para su hermana. Quizás siempre lo fue.

Cuando los padres de Beomgyu murieron tenían una considerable herencia, pero siempre tuvieron en cuenta que no duraría para siempre, él apenas tenía quince años, era menor de edad. A pesar de las insistencias Yeri no le permitia conseguir un trabajo, estudiar era más importante, ella tormó el cargo de mantener varios empleos ya que apenas cumplía veinticuatro y Beomgyu aún tenía diecisiete en aquel entonces.

No se dio cuenta de que habían subido varios pisos, le extrañaba que Yeri se haya de repente, finalmente llegaron a la azotea. La miró por un momento, luego al frente. Había una chica delante de ellos.

Pelo corto, piel blanca y ojos redondos.

Una sonrisa adomo tos labios de la extraña joven, muchas dudas rondaban por la mente de Beomgyu.

¿Por qué estaba tan arreglada en un momento como este? Parecía que vino de alguna fiesta. Ella avanzó, Beomgyu no se percató de las botas negras manchadas con sangre y la máscara que portaba en su mano izquierda, Yeri si lo hizo.

-¿Están buscando refugio?- Preguntó.

Al darse cuenta del terror en el más alto se dirigio a Yeri.

– Vete.

– Puedo ayudarte a estar a salvo.

Dudó por un instante.

– Me llamo Gaeul, un gusto. – Extendió su mano, pero al no ser aceptada volvió a bajarla.

-¿Ayudarnos?- Rió con sorna -Déjanos en paz..

Gaeul parecía ser sorda o bastante terca.

-Podrías unirte conmigo y mis amigas, sobrevivirías esta y las demás purgas.

-Si mi hermano no está incluido en el plan, mi respuesta es un no rotundo.

Beomgyu la observó anonadado, estaba perdiendo su oportunidad de vivir por su culpa.

-Tu hermano.. - Se acercó a Beomgyu, demasiado que incluso podía sentir su respiración. - Puedo solucionar ese problema.

Había tomado de su mentó, retiró la daga que se encontraba atada a su pierna por una liga y apuntó a su cuello.

-Te dije que nos dejaras en paz- gritó.

Lo que sucedió luego fue una secuencia totalmente insólita que ha presenciado Beomgyu en toda la noche.

Yeri empuño el cuchillo de cocina en mano y por detrás cercenó el rostro de Gaeul, desde el ojo derecho hasta el otro extremo de la mandíbula. Ella retrocedió cubriéndose la herida, dejando caer su daga en el suelo, aprovechándose de su inmunidad la mayor empujó su cuerpo escaleras abajo, quedando inmóvil.

Reborn • YEONGYU AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora