XI

18 5 5
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los soldados se habían consagrado a la misión de perseguir a los simios hasta los lugares más recónditos de la existencia, debían encontrarlos y exterminarlos o la raza humana se vería aún más menguada; o ellos serían los extintos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los soldados se habían consagrado a la misión de perseguir a los simios hasta los lugares más recónditos de la existencia, debían encontrarlos y exterminarlos o la raza humana se vería aún más menguada; o ellos serían los extintos. Era inminente. Ahora no sólo era una defensa al primer ataque por parte de Koba, sino una lucha por la supervivencia de la especie. El Coronel era duro, rígido, un temple de acero que se tomó personal la tarea que le encomendaron, porque no descansaría hasta lograrlo. Subían por las colinas y atravesando los árboles por donde los simios se cruzaron con la raza humana por primera vez luego de más de una década.

—¡Capitán! — todos se agacharon, el susodicho se acercó a ver dónde le señalaban y visualizó un par de simios sobre sus caballos. Pusieron las armas en posición y, al ver que uno de ellos tenía, iban a abrir fuego. Uno de los gorilas traidores les señaló un punto más allá—. ¿Es una trinchera?

—Parece que hay más adentro— y encendió el comunicador—. Eco 2-6 a Comando. Coronel, vemos a tres Kongs en el bosque norte. Uno está armado y nuestro asno vio otra trinchera. Quizá la base está cerca. Sí, señor. Enterado, cambio— jaló a un asno y sacó un tripee, a otro le quitó un par de armas más—. Preacher— todos en posición—. El del arma. En cuanto lo elimine, destruyan la trinchera.

Puso las balas con tiento, ajustó la mirilla y él se ajustó. Derribó al del arma, luego explotaron la trinchera, por lo que el fuego cruzado empezó. La prioridad de los simios era evacuar a los suyos, que hubiera el menor número de bajas. Al escuchar los gritos y viéndolos huir, los soldados avanzaron en grupo. Los gritos eran estrepitosos, estaba dando la señal. En la trinchera no se detuvieron, ellos eran el primer frente y debían proteger a los suyos, aun si era sacrificando su propia vida. Se escuchaban gritos por ambas partes, avanzaron muy poco, demostrando que los simios sabían ser un buen muro. El caballo del mensajero se impacientaba, pronto de la niebla salieron simios con lanzas, antorchas; mientras en la trinchera sí usaban armas de fuego. El gorila convertido en asno vio a los suyos lanzados por los aires, intoxicados por el humo, consumidos por las llamas, debía ser un duro golpe para él. Los refuerzos llegaron con bombas de humo, cuando cegaron a los soldados, lanzaron todos a la par, derribando a tantos soldados posibles, muchos ni siquiera alcanzaron a escuchar la retirada. Peacher tomó el comunicador.

Réquiem [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora